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07/08/2017

Cómo "higienizar" nuestro cerebro...

Tenemos la tendencia a confundir el ser más productivos con el hacer más cosas. Ser más productivos significa hacer las cosas de la mejor manera posible con la menor cantidad de recursos o energía: se denomina eficiencia. No es una tarea fácil. 

Nuestro cerebro es perezoso y ama los hábitos (buenos y malos), por lo que si queremos optimizar nuestro tiempo y en consecuencia, nuestras vidas, debemos "higienizar" nuestro cerebro para eliminar algunos malos hábitos que boicotean sus capacidades de gestión.

Utilizar la tecla “snooze” del despertador
Unos pocos minutos de sueño adicional para empezar el día nos acarrea más daño que beneficio. Cuando nos despertamos, nuestro sistema endocrino comienza a liberar las hormonas de la atención para prepararnos a afrontar el día. Si nos dormimos nuevamente, confundimos a nuestro cerebro que como respuesta, retardará ese proceso.

Subestimar el sueño
Existe una relación directa entre menos sueño e ineficiencia. Cognitivamente un cerebro que ha dormido poco es comparable a un cerebro borracho.
Dormir bien por las noches tiene el poder de aumentar la productividad y la sensación de bienestar anímico, nos facilita la toma de decisiones más inteligentes y las habilidades de pensamiento crítico y elevado.

Mantener el celular junto a la cama
Las pantallas LED de nuestros celulares, tabletas y ordenadores portátiles, emiten lo que se llama la “luz azul” que los estudios han demostrado daña la visión y suprime la producción de melatonina, una hormona que ayuda a regular los ciclos del sueño y los estados de ánimo.

Saltarse el desayuno
Para conseguir el combustible que nuestro cerebro necesita para afrontar el día, no basta solamente con dormir. El desayuno es la comida más importante del día. Cuando nos despertamos, nuestro cerebro está "hambriento" ya que han trascurrido de 8 a 12 horas desde la última comida.
El desayuno “despierta” el metabolismo y el suministro de los niveles de azúcar en la sangre para que podamos concentrarnos y ser productivos durante todo el día. Cuando los niveles de azúcar en la sangre son bajos, a nuestro cerebro le cuesta mucho más concentrarse y nos hará sentir cansados, irritables, impacientes y desmotivados.

Aplazar las actividades más importantes
Los investigadores determinaron que el cerebro tiene una cantidad limitada de fuerza de voluntad y capacidad de concentración, que disminuyen durante el día por lo que es mejor para hacer frente a las tareas más difíciles y más importante al principio de nuestra jornada.

Controlar constantemente nuestro buzón de correo electrónico
El acceso constante a una conexión de Internet, nos induce automáticamente a revisar los correos electrónicos constantemente, todo el día. Cada vez que lo hacemos, perdemos minutos de nuestro preciado tiempo. Nuestro cerebro se distrae y se cansa innecesariamente.

Alimentarse mal
Nuestro cerebro, para mantener altos niveles de energía, necesita alimentos de calidad y equilibrados. Pocas grasas, pocos azúcares y carbohidratos refinados ayudan al cerebro a evitar el estado de somnolencia y pesadez.

Concederse una licencia moral
Una de las cosas más difíciles durante la formación de un nuevo hábito es el deseo de desobedecerlo como si fuera una recompensa por haber logrado mantener una rutina por un determinado período de tiempo. Esta idea de que "nos merecemos premio", se podría llamar "licencia moral" y socava nuestros planes en la creación de nuevos hábitos. En su lugar, tratemos de que nuestro objetivo sea parte de nuestra vida e identidad, con el fin de visualizarnos cómo personas que se enfrentan a nuevos retos con convicción, constancia y perseverancia.

No establecer prioridades
Algunas personas creen que manejar una gran cantidad de objetivos simultáneamente es la mejor manera de asegurarse el éxito. Si una idea no funciona, hay otras para probar. Este modus operandi puede ser extremadamente contraproducente.
Tratemos de elaborar una lista de metas que nos gustaría alcanzar. Escojamos 5 que consideremos más importantes e ignoremos las restantes.

Estar sentados todo el día
Tanto en nuestro trabajo como en nuestra vida privada, tratemos de crear el hábito de hacer "reuniones-paseos". Cuando tengamos que tratar un argumento importante, hagámoslo mientras caminamos al aire libre. Nos asombraremos cómo la oxigenación de nuestro cerebro nos abrirá infinitas puertas hacia creativas "tormentas de ideas".

Ser multitareas
Este argumento lo he tocado varias veces en mi blog y en algunas conferencias. Aunque muchas personas creen que es bueno hacer varias cosas al mismo tiempo, la investigación científica ha revelado que sólo el 2% de la población es realmente capaz de ser multitareas. Para el resto de nosotros, hacer más cosas al mismo tiempo es un mal hábito que disminuye la atención y nos hace menos productivos.

No entrenar
Estudios han demostrado que el ejercicio físico (especialmente por las mañanas y por las tardes), puede mejorar la calidad y la cantidad de nuestro sueño y así poder tener un día más productivo. Nuestro cerebro adquiere una mayor concentración, una memoria más aguda, una energía mental prolongada, menos estrés y mejor estado de ánimo, todos factores que contribuyen directamente a tener una jornada positiva en todos los aspectos.

Navegación por Internet compulsiva
El acceso continuo a Internet nos distrae y nos consume energía. Escribamos nuestros pensamientos, dudas o preguntas en una hoja de modo que podamos buscar la información que deseamos en otro momento, al haber finalizado nuestras actividades.

Excesiva planificación (Overplanning)
Muchos de nosotros tratamos de optimizar nuestra productividad planeando meticulosamente cada hora de nuestro día. Por desgracia, existen imprevistos. Probemos a programar sólo cuatro o cinco horas de trabajo real cada día. De esta manera, vamos a tener flexibilidad para eventuales imponderables.

Escaza planificación (Underplanning)
Desarrollar estrategias antes de alcanzar todos nuestros objetivos a largo plazo, puede evitarnos la pérdida de tiempo y de energía y protegernos de la frustración. Determinemos primero lo que se quiere como resultado final, y luego establezcamos una serie de pasos para lograrlo. A mitad de camino, revisemos nuestro trabajo para asegurarnos que estamos en lo correcto y así continuar operando en consecuencia.

Participar en demasiadas reuniones de trabajo
Nada es más anti productivo que una reunión inútil. Con las herramientas tecnológicas que tenemos disponibles en la actualidad (correo electrónico, mensajería, videoconferencia), lo mejor es organizar reuniones para presentaciones y discusiones importantes que deben ser afrontadas que únicamente en vivo.
Antes de comprometernos a asistir a una reunión, verifiquemos que el solicitante haya elaborado una agenda clara y haya establecido con exactitud cuánto tiempo durará.

Perfeccionismo
Muchas veces nuestro cerebro tiende a hacernos aplazar tareas. Eso es causado no sólo por su ya conocida pereza, sino también por el miedo de no ser capaz de lograr un buen trabajo.
La única manera de superar la dilación es abandonar el perfeccionismo y no fijarse tanto en los detalles. Aceptemos que los errores son parte esencial de todo aprendizaje y que pueden ayudarnos a avanzar más rápidamente.

Visualizar nuestro horario en base al día de 24 horas
Tratemos de pensar en el tiempo que tenemos disponible para hacer las cosas en base a la semana. La sensación de que un día no nos es suficiente, es real. Tratemos de crear el hábito a nuestro cerebro de pensar en términos de semanas y así tendremos la sensación de tener más tiempo a disposición para terminar lo que queremos y debemos hacer. 

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