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28/07/2013

Los cerebros multilingües



La capacidad para adquirir nuevo vocabulario -la media está en 30.000 palabras- o aprender una lengua nueva varía de una persona a otra. Hasta ahora se creía que la adquisición del lenguaje dependía de la integración entre la información motora y la representación auditiva de las palabras en el cerebro, pero no estaban claros los mecanismos neuronales que se encuentran detrás del aprendizaje de nuevas palabras.
Una reciente investigación ha revelado que la clave del proceso se encuentra en el fascículo arqueado, un haz de fibras nerviosas que conecta las regiones auditivas del lóbulo temporal con la región motora situada en el lóbulo frontal, en el hemisferio izquierdo del cerebro. Las diferencias individuales en el desarrollo de las conexiones en este haz condicionan la capacidad de aprendizaje de nuevas palabras.
Para llevar a cabo el estudio, los investigadores contaron con 27 voluntarios sanos que tuvieron que escuchar nueve palabras tri silábicas artificiales, sin ningún significado asociado y con estructuras similares a las palabras del castellano.
Entre palabra y palabra dejaron una pausa de 25 mili segundos, casi imperceptible, pero tiempo considerado suficiente en el habla fluida para aprender. Las nueve palabras se repetían de manera aleatoria 42 veces. Para adquirir la información complementaria sobre la estructura y la función cerebral se utilizaron dos técnicas no invasivas de resonancia magnética.
Antes de llevar a cabo la prueba, los investigadores adquirieron imágenes estructurales del cerebro mediante una técnica innovadora llamada ‘tensor de difusión’ que permite reconstruir en vivo a posteriori las fibras de sustancia blanca que conectan las diferentes regiones cerebrales.
Además, mientras los participantes escuchaban las palabras, los investigadores registraban la actividad cerebral mediante una resonancia magnética funcional, que permite detectar de forma muy precisa y en tiempo real la actividad cerebral y, por tanto, las regiones más activas cuando el individuo realiza una tarea determinada.
Después de la fase de aprendizaje lingüístico los participantes escucharon una serie de palabras y se les pidió que identificaran las que habían escuchado previamente.
Fue en ese momento cuando los investigadores detectaron que la capacidad de recordar palabras está fuertemente relacionada con la estructura del fascículo arqueado, que une dos grandes zonas del cerebro: el área de Wernicke, relacionada con la decodificación auditiva del lenguaje, y el área de Broca, que coordina los movimientos asociados al habla y el procesamiento del lenguaje.
Los participantes que aprendían mejor las palabras tenían el fascículo arqueado con más mielina, según reveló un análisis de correlación con un índice indirecto sobre el contenido de mielina de las fibras nerviosas. Además, la sincronización entre la actividad de las regiones conectadas por este fascículo era mayor en estos participantes.


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