Una
simple sonrisa, forzada o genuina, puede hacer maravillas por nuestra salud. En
años recientes, los científicos han mostrado un interés creciente en saber cómo
las expresiones faciales afectan a las personas, tanto física como mentalmente.
La sonrisa genera resultados fantásticos en los participantes en estos
experimentos y, quizás aún es más impresionante haber demostrado que
sonreír es contagioso y que a través de la apariencia de individuos felices es
posible transmitir sentimientos de júbilo a los demás. Dado que este es
un tema de investigación relativamente nuevo, los científicos recién están
comenzando a entender los efectos positivos, tanto sicológicos como fisiológicos,
de la sonrisa. Algunos estudios establecen que solo las sonrisas genuinas
pueden conferir esos efectos beneficiosos para la salud, pero otros sugieren lo
contrario. En un estudio conducido con pacientes deprimidos a quienes se les
había inyectado Botox en la cara para prevenir que fruncieran el ceño, los
resultados indicaron que el 27% de los participantes fueron capaces de
recuperarse de su desorden depresivo en comparación con el grupo control
inyectado con una solución placebo, en el cual la recuperación fue de solo 7%.
Otro estudio de mayor duración, fue conducido con jugadores de béisbol cuyo
promedio de vida fue comparado, entre los que sonreían en su fotografía y los
que no lo hacían. Los resultados indicaron que el primer grupo resultó tener un
promedio de vida de alrededor de 79 años en comparación con el otro, de 73
años. Los beneficios, que para la salud, podemos recibir modulando nuestra
expresión facial son increíbles. Ha sido bien documentado que el sonreír puede
ayudar a reducir el estrés y más aún prevenir su escalada en muchas
situaciones. La ansiedad ha sido asociada al desarrollo de serios problemas de
salud, tales como el cáncer enfermedades cardiovasculares, la obesidad y la diabetes.
De manera que si queremos disfrutar de una feliz y larga vida,
nuestro objetivo debe ser reducir el nivel de estrés en nuestra rutina diaria. Cuando
confrontamos momentos en nuestro día a día que nos causan ansiedad, nuestro
cuerpo comienza a reaccionar de cierta manera. Por ejemplo, el pulso y el
azúcar en la sangre aumentan, mientras que nuestro sistema digestivo comienza a
colapsar, entre otros efectos. Se presentan una serie de efectos fisiológicos
que escapan a nuestro control, aunque existen otras funciones corporales
sobre las cuales si podemos influir. La respiración y la actitud son las más
importantes, ya que controlando estas funciones, podemos prevenir la ocurrencia
de los síntomas del estrés. La respiración puede ser controlada a través
de una variedad de técnicas, pero la actitud es aún más fácil de cambiar dado
que para controlar esta, lo que se requiere es recordarnos a nosotros mismos
que debemos sonreír. La risa libera unas sustancias químicas naturales
llamadas endorfinas en nuestro sistema que hacen que nos sintamos
felices. Estas también envían señales a nuestro cerebro que le indican que no
existe ninguna situación problemática y hace que nuestro cuerpo se relaje en
vez de permanecer tenso. La próxima vez que nos encontremos frente a una
situación estresante, tratemos de sonreír y veremos cuanto puede ayudarnos este
simple acto!
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