Hablar en casa
otro idioma distinto del habitual es un privilegio que acelera el aprendizaje. Los resultados del Estudio Europeo
de Competencia Lingüística en Idioma Extranjero (ESCL) demuestran que aprender
idiomas en el entorno familiar es la mejor manera de lograr una perfecta
inmersión lingüística.
1. Imitación. Desde que somos muy pequeños, aprendemos por imitación, y tomamos como
referencia todo aquello que vemos en nuestro entorno familiar. La recomendación
es repetir y nombrar lo que hacemos de manera que podamos relacionar acción y
palabra.
2. Naturalidad. Hablando en casa se suprime la sensación de "obligatoriedad" que
lleva aparejado el aprendizaje de otro idioma en el ámbito académico, ya que
son la necesidad y el deseo de interactuar con su entorno los que nos induce a
usarlo para ser comprendido y atendido. El
resultado dependerá de la naturalidad y la tranquilidad con la que se
introduzca el nuevo idioma.
3. Facilidad
para el aprendizaje. En casa se aprende y en el aula se consolida. Al
contrario de lo que pasa habitualmente, las clases se convierten en el lugar en
el que ponemos en práctica lo aprendido en casa. Así nos sumergimos en un
aprendizaje natural y favorecemos el reconocimiento posterior en clase al
identificar algo que se ha visto u oído con anterioridad.
4.
Contextualización. El vocabulario que aprendemos en casa está siempre
contextualizado por lo que desarrollamos la capacidad de pensar directamente en
el idioma extranjero, combatiendo la tendencia que a veces existe a traducir al
propio idioma el mensaje recibido.
Practicar
idiomas en el propio hogar es un buen método para estrechar lazos, al crear un
espacio íntimo de comprensión y complicidad entre los componentes familiares.
Por eso es fundamental que toda la familia esté implicada en el aprendizaje de
otro idioma. Cuanto mayor sea el grado de inmersión en el idioma que estamos aprendiendo,
mejor será su comprensión y más rápido será su aprendizaje.
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