Un cerebro motivado, que fluye,
nos garantiza una mayor probabilidad de tener una vida plena y satisfactoria.
Para ello debemos comenzar a “entrenarlo” desde sus inicios y para eso, estimados padres y
educadores, tenemos que…
Responsabilizar: A los niños les estimula tener obligaciones con
las que puedan obtener reconocimiento y ayudar a los otros. Tener
responsabilidades, además, activa aspectos de la motivación como el compromiso
y el afán de logro. Las responsabilidades no se deben incentivar con dinero o
dar algo a cambio porque dejarían de tener su propósito inicial y el niño
asociaría hacer algo con ganar algo.
Elogiar: El elogio es una gran recompensa emocional pero si se hace
de manera adecuada. Simplemente halagar no es suficiente hay que…
–Halagar el esfuerzo y la
estrategia, no la inteligencia. Recompensar la inteligencia hace que los niños
escojan los retos que vayan a ser más fáciles para evitar parecer tontos.
–Hacer elogios concretos. No
hablar de manera general sino comunicar con concreción qué hecho o actitud se
está elogiando.
–Halagar en privado. Solidifica
la relación padre/maestro – hijo.
–Solo halagar cuando existe un
buen motivo para ello. Si el halago forma parte de la motivación externa (te
halago porque has hecho esto “si/entonces”) no se estará recompensando el
aprendizaje.
Contextualizar: Ayuda a que los niños entiendan el sentido de lo
que hacen y puedan responder a la pregunta ¿por qué estoy aprendiendo esto?
Reforzar el aprendizaje con tareas prácticas que tengan sentido con lo que
están aprendiendo.
Así que... ¡motívense a motivar!
No comments:
Post a Comment