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27/02/2016

Motivarse a motivar…

Un cerebro motivado, que fluye, nos garantiza una mayor probabilidad de tener una vida plena y satisfactoria. Para ello debemos comenzar a “entrenarlo” desde sus inicios y para eso, estimados padres y educadores, tenemos que…
Responsabilizar: A los niños les estimula tener obligaciones con las que puedan obtener reconocimiento y ayudar a los otros. Tener responsabilidades, además, activa aspectos de la motivación como el compromiso y el afán de logro. Las responsabilidades no se deben incentivar con dinero o dar algo a cambio porque dejarían de tener su propósito inicial y el niño asociaría hacer algo con ganar algo.
Elogiar: El elogio es una gran recompensa emocional pero si se hace de manera adecuada. Simplemente halagar no es suficiente hay que…
–Halagar el esfuerzo y la estrategia, no la inteligencia. Recompensar la inteligencia hace que los niños escojan los retos que vayan a ser más fáciles para evitar parecer tontos.
–Hacer elogios concretos. No hablar de manera general sino comunicar con concreción qué hecho o actitud se está elogiando.
–Halagar en privado. Solidifica la relación padre/maestro – hijo.
–Solo halagar cuando existe un buen motivo para ello. Si el halago forma parte de la motivación externa (te halago porque has hecho esto “si/entonces”) no se estará recompensando el aprendizaje.
Contextualizar: Ayuda a que los niños entiendan el sentido de lo que hacen y puedan responder a la pregunta ¿por qué estoy aprendiendo esto? Reforzar el aprendizaje con tareas prácticas que tengan sentido con lo que están aprendiendo.
Así que... ¡motívense a motivar!

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