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13/05/2016

Cuando nos hablan, ¿nosotros escuchamos u oímos?



1. Escucha ignorada. Se trata de un tipo de escucha en la que se deja claro que aquello que se nos está explicando no nos interesa. Dejamos claro al interlocutor que no queremos escucharlo y por ello lo ignoramos. Pueden ser varias las razones por las que se decida ignorar lo que alguien nos dice, pero sin duda es un tipo de escucha que debemos evitar a toda costa, que debemos usar en situaciones límite porque es un tipo de escucha que nos aleja desde el punto de vista emocional, de nuestro interlocutor.

2. Escucha fingida. Lamentablemente, se trata de un tipo de escucha que se utiliza muchas veces. Origina respuestas vagas, imprecisas. Durante esta escucha es frecuente que, mientras nos hablan, nosotros estemos llevando a cabo otra actividad paralela. Normalmente tampoco suele haber en este caso contacto visual y el lenguaje no verbal no tiene ninguna predisposición para la comprensión de aquello que nos están transmitiendo. Sin duda, es un tipo de escucha que también se debe evitar si queremos establecer una relación empática con nuestro compañero.

3. Escucha selectiva. Se activa cuando alguien se dirige hacia nosotros para comentar algo. En este tipo de escucha hay un nivel de atención y de predisposición algo más alto que en la escucha fingida, pero tampoco fomenta la empatía. Este tipo de escucha se da muy a menudo cuando el que se nos acerca es un desconocido o una persona de poco agrado. No intercede ningún tipo de emoción, es fría y distante.

4. Escucha atenta. La escucha atenta, sin duda, es una buena forma de empatizar con nuestro interlocutor. En este tipo de escucha es importante interrumpir todo aquello que estemos haciendo para centrarnos en nuestro compañero. En este nivel de escucha fijamos claramente la atención sobre el mensaje que estamos recibiendo. Es muy eficaz para establecer y fomentar la empatía mientras no caigamos en el error de responder con autobiografía, es decir, pasar el foco de atención de la conversación del hablante al oyente. De esta manera comunicamos que nuestro problema es parecido al del compañero, pero más importante.

5. Escucha empática. Es el nivel más alto de escucha. El nivel de escucha empática quiere ir más allá de lo que se entiende por escucha activa. Básicamente reproduce o imita a la persona que habla, es decir, se esfuerza por ponerse en su piel, en sus zapatos. La escucha empática no se conforma con escuchar, sino que solicita más información sobre de lo que se nos está hablando, transmitiendo así un verdadero interés hacia el otro. La escucha empática sólo busca comprender, no responder. La diferencia entre comprender y responder marca una diferencia fundamental. La escucha empática defiende por encima de todo tener muy en cuenta el marco de referencia de nuestro interlocutor, es decir, no busca compararlo con algún episodio de nuestra vida, sino que se esfuerza sólo por entender la visión del otro, lo que siente el otro. La escucha empática es todo un reto para cualquier persona porque la escucha empática es un acto de generosidad en la que se presta toda la atención con todos los sentidos, sentimientos y emociones. Es una oportunidad extraordinaria de conectar con el otro, de establecer una conexión especial que nos coloca a un nivel de relación superior. Escuchemos para comprender, no para responder.

Para responder, primero hay que comprender.
¿Me escucharon?

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