Alimentarse. Una alimentación adecuada, no solo
repercute sobre cómo nos sentimos físicamente, sino que además influye en el
funcionamiento óptimo del cerebro, y nos permite tener un mejor rendimiento
mental. Una alimentación saludable es la base de un cerebro sano.
Dormir. Es importante dormir bien y el tiempo
adecuado (que es aproximadamente entre 7 y 9h), para que nuestro cerebro esté
descansado y pueda permanecer activo y concentrado durante más tiempo. Los
malos hábitos relacionados con el sueño se asocian a dificultades de
aprendizaje, sensación de abatimiento, falta de concentración, lenta velocidad
de reacción y procesamiento mental lento.
Evitar drogas. Las drogas suelen tener un
efecto cerebral neurotóxico, por lo que destruyen las neuronas de ciertas
partes del cerebro, produciendo síntomas similares a los que se ven en enfermedades
como las demencias.
Pensar. Necesitamos realizar alguna tarea que
nos mantenga activos mentalmente y a ser posible, que nos plantee retos y nos
obligue a salir de nuestra zona de confort. Aprender un nuevo idioma. Estudiar
algo nuevo que nos produzca curiosidad y placer. Aprender a tocar un
instrumento. Desarrollar un trabajo creativo. Mantener conversaciones con personas
que nos ayuden a crecer.
Ejercitarse físicamente. Existen estudios que
relacionan la actividad física con las emociones positivas. Las emociones
positivas nos ayudan a rendir mejor tanto física como mentalmente, por lo que
en este sentido hacer deporte es beneficioso también para nuestro rendimiento
psicológico aumentando las estructuras cerebrales del hipocampo y mejorando
nuestra capacidad de aprendizaje con una memoria más desarrollada y eficiente.
Conectarse socialmente. La interacción social
es una de las actividades más estimulantes que existen para nuestro cerebro.
Mantener una conversación estimulante nos hace crecer, y mejora nuestra forma
de pensar y argumentar. El contacto social es estimulante si es en vivo, y no a
través de chats o mensajes. Hablar con personas inteligentes y debatir con
ellos sobre un tema concreto, nos plantea un reto intelectual muy estimulante.
Además el contacto social le exige al cerebro cierto nivel de atención y
alerta, ya que no solo debemos comprender y generar mensajes nuevos, sino que
también debemos hacer inferencias y deducciones a gran velocidad.
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