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12/09/2016

Para formar no es suficiente informar…



Una buena parte de las personas (creo la mayoría) en el mundo viven una vida que no les satisface. Trabajo, ciudad, país, pareja, amistades. Eso yo lo considero un problema de amplio impacto ya que conlleva consecuencias negativas sea para el individuo que para su entorno social. 






En lo que respecta al individuo, vivir una vida que no satisfaga sus reales necesidades, pasiones, sueños y deseos, tal vez comporte tranquilad y comodidad material pero espiritualmente será una vida mísera y vacía. Esa miseria se verá reflejada inevitablemente en la salud psicofísica de ese individuo y su entorno social también será víctima de ello.
Una persona insatisfecha no podrá ser un buen ciudadano, un buen hijo, una buena pareja, un buen padre, un buen amigo, un buen empleado o un buen empresario. Podríamos escribir páginas infinitas sobre la famosa “zona de confort” y lo difícil que nos cuesta salir de ella. Pero eso para mí es consecuencia y no causa del problema.
En mi opinión la verdadera causa es la educación, vista como simple cumplimiento de obligaciones sociales y transferencia de información. El sistema socio-educativo-cultural nos informa pero no nos forma. Una sociedad sana necesita individuos con claras ideas sobre lo que desean para sus vidas. Estudiar y formarse para “ser” y no para “hacer”. Es necesario un cambio cultural y no una simple reforma educativa. Ese cambio tiene que incluir padres, educadores y aprendices en un trabajo grupal que tenga como finalidad la formación de individuos satisfechos con sus vidas.
Como bien afirma Sir Ken Robinson, prestigioso educador británico, en la actualidad los sistemas educativos están siendo reformados, pero eso está errado porque están siendo reformados sistemas que no funcionan, así que reformarlos no tiene sentido, hay que cambiarlos completamente, hay que transformarlos en algo totalmente diferente.
Innovar siempre es difícil, es todo un reto. Hay que pensar en algo que conecte con las verdaderas necesidades del individuo. Hoy la educación es algo lineal: El educador toma información y se la “entrega” al estudiante como un “delivery”. Los estudiantes presencian, oyen (raras veces escuchan), toman apuntes, memorizan y luego se preparan para pasar pruebas que los llevan al objetivo principal: cumplir con las normas educativas, con los padres, con la sociedad. La pregunta es si esos estudiantes se preparan para con ellos mismos con los cuales deberán convivir por el resto de sus vidas. 
El sistema educativo y formativo actual sacrifica todo talento, no permite a los estudiantes descubrir en qué son mejores y cómo desarrollar esos aspectos que les hacen destacar y ser felices. El talento humano es muy diverso, las personas tienen muy distintas aptitudes. Cuando algo nos hace disfrutar, nos apasiona, hay un cambio en la forma en que nos sentimos. El tiempo pasa rápido y placenteramente, por el contrario cuando hacemos algo que no nos gusta, obligados, todo se nos vuelve gris y aburrido. Quién no recuerda lo eterno de un día de colegio haciendo cosas que no nos motivaban o interesaban en lo absoluto.
Nuestro cerebro es un sistema maravilloso de emociones y conocimientos. El florecimiento de un ser humano no es algo mecánico, no se puede estandarizar, es algo absolutamente íntimo y distinto en cada uno de nosotros. No hay dos cerebros iguales. Transformar la educación y la formación supone adaptarse a las circunstancias, personalizar, dar a cada individuo la oportunidad de desarrollar su máximo potencial.
Las personas deben encontrar por sí solas las respuestas a sus propias preguntas. 
Todos tenemos sueños; hay que tomarlos en cuenta, respetarlos, hacerlos respetar y tratar de que se hagan realidad, solo así seremos mejores personas, ciudadanos, sociedades, países, continentes, mundos, universos…


Mi respetuoso agradecimiento a Sir Ken Robinson

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