El aula es el
marco físico en el que se produce el aprendizaje de nuestro alumnado. En estos
espacios, docentes y alumnos, comparten el mayor tiempo del programa escolar.
Cada vez que me
invitan a una escuela y entro en un aula, tengo una sensación de “déjà vu” que seguramente ustedes
estimados colegas educadores, comprenderán: Las mismas aulas, uniformes,
despersonalizadas, tristes, aburridas, lineares. Las comparo con las aulas de
mi época y a pesar de haber trascurrido mucho (pero mucho) tiempo, son casi
idénticas.
Podemos
encontrar una pizarra electrónica en vez de una pizarra clásica, pero la estructura
básica sigue siendo la misma por una simple razón: La forma de educar (entendida
como “transferencia de información” del educador a su alumnado) es la
misma.
Como
consecuencia de esta visión unidimensional y verticalista, todos los docentes
hacen lo mismo, en el mismo lugar, utilizando los mismos recursos, para así
cumplir con las exigencias de la organización estándar de la clase.
El aula es el
marco físico en el que se produce el aprendizaje de nuestro alumnado. En estos
espacios, docentes y alumnos, comparten el mayor tiempo del programa escolar.
El aula no son
solo cuatro paredes asépticas e indiferentes, ella interviene directamente en
la calidad y efectividad del aprendizaje por ende es un poderoso factor
educativo para no subestimar, cosa que casi todas las unidades educativas
hacen.
El aula es “El”
espacio único para enseñar y aprender. Esto presupone que todos, educadores y
alumnos, están involucrados en ese proceso.
El Nuevo
Educador necesita una Nueva Aula con espacios variables y multifuncionales,
donde el alumnado tenga capacidad de movimiento y de interacción y la oportunidad
de recibir varias acciones educativas a la vez.
Escuchar, llevar
a cabo experimentos, manipular objetos. El aula debe ser un laboratorio y a la
vez un taller donde siempre se trabaja en grupo; donde se dispone no solo de libros
sino de variadas fuentes de información. Todo enmarcado en un orden bien
estructurado, en base a los intereses y a las múltiples tareas que se realizan.
Un aula
“polivalente” donde los espacios deben ser asociados al aprendizaje, por eso
modificables de acuerdo a las circunstancias.
Un aula con
espacios interactivos para el desarrollo individual y colectivo.
Un aula personalizada
al grupo, variada, donde se integren todas las personalidades de los alumnos,
donde se creen espacios que respondan a las múltiples inteligencias presentes.
Un aula como lugar
de encuentro con los otros para favorecer el conocimiento y la socialización.
Un aula con un
mobiliario diseñado para crear espacios para aprender y para que todos tengan
un contacto con materiales y actividades y así, abarcar simultáneamente una
gran variedad de aprendizajes utilizando todos los sentidos.
Un aula abierta
con espacios que interactúen con el ambiente externo y el entorno que posibilite el contacto con la naturaleza.
Un aula viva,
dinámica donde el día de clase se construya activamente por todos los miembros
del grupo, donde todos tengan sentido de pertenencia.
Un aula accesible,
democrática, que posibilite el uso autónomo de todo el alumnado de los espacios
físicos, de los recursos y de los materiales.
Un aula agradable,
acogedora, bien iluminada y bien ventilada.
Un aula que
estimule la idea de presentar, compartir y difundir. Que permita la exposición
de trabajos orales, visuales, auditivos compartidos por todos por igual.
Los espacios
también enseñan.
Un aula es un
espacio de todos, para todos.
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