Padres y
Educadores debemos preguntarnos cómo incentivar constantemente en el hogar y en
la escuela el deseo, el placer, la pasión de pensar, la pasión por el
conocimiento.
Desarrollar
el pensamiento divergente y crítico, el placer y el asombro, nos puede ayudar
en ese camino.
El “nuevo
educador” (v. “Enseñar Sin Enseñar – Manual para el Nuevo Educador”) debe dejar
de entenderse como un mero transmisor de información y concebirse como un
productor cultural. Un sujeto intelectual, conocedor de la sociedad con un
desarrollado pensamiento crítico y una elevada creatividad.
La
emancipación intelectual debe ser el objetivo principal de los sistemas educativos.
Dar la posibilidad y la capacidad al alumnado de ser éticos, críticos, y de
participar activamente en el mundo evitando absorber información sin analizarla
previamente.
Enseñar a aprender a hacernos preguntas, más que a solucionar
cosas concretas.
En este
contexto la creatividad juega un rol fundamental para generar conocimiento
crítico, para desarrollar ideas nuevas que nos conduzcan a una línea de
pensamiento propio e independiente.
Debemos
estimular a nuestros alumnos a hacerse preguntas sobre lo que hacen y lo que
consumen vinculando lo educativo con lo social.
Debemos formar ciudadanos y no “medusas”.
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