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29/05/2018

El “nuevo” educador no está solo…



Cada vez que escribo o mejor dicho, escribimos sobre la “nueva” educación, nos referimos prevalentemente a la figura del educador. Sin duda él es el centro de partida de todo necesario cambio en los paradigmas educativos. Sin embargo, el educador por más creativo, apasionado y novedoso que sea, hace parte de una estructura educativa con una jerarquía bien definida. Al tope de esa pirámide jerárquica se encuentra otra figura que juega un papel determinante en el contexto educativo: El director.

La figura del director es fundamental. Un educador con novedosas y brillantes ideas tendrá que confrontarse siempre con su superior, el director. La afinidad de visiones entre ellos es la que permitirá abrir las puertas a un infinito mundo de innovaciones en ese centro educativo.
Para ello un director que quiera lograr esa innovación deberá tener las siguientes características:

1. Capacidad de análisis. Detectar las fortalezas y debilidades del centro escolar resulta clave a la hora de innovar. Es importante que sepa identificar, analizar e interpretar las características de su escuela, no solo desde el punto de vista académico, sino también teniendo en cuenta a toda la comunidad educativa, los factores ambientales, sociales y culturales que la definen.

2. Previsión y proyección. Es importante que sea capaz de ver más allá y prever problemas y oportunidades. Innovar supone dar un paso hacia el futuro, por lo que necesita poseer la capacidad de comprender y adelantarse a las situaciones.

3. Liderazgo democrático. Debe ejercer una influencia que ayude a incentivar el trabajo de todos por un objetivo común. Debe ser un líder que toma decisiones, inspira a los componentes del equipo, fija metas comunes y cuenta con el respeto y el apoyo del grupo. Sin imponerse ni quedarse en segundo plano, sino que apoyando constantemente el debate y el intercambio de opiniones del equipo.

4. Destrezas comunicativas. Para liderar el cambio y llevar a buen término el trabajo en equipo no es suficiente tener buenas ideas y contar con una planificación adecuada. Es necesario transmitirlas, presentar el planteamiento de tal manera que involucre, motive y convenza al grupo. Poseer una buena Inteligencia Comunicacional es esencial para ello, así como para explicar órdenes, formas de trabajo y líneas de actuación, afrontar situaciones complicadas y solucionar problemas.

5. Empatía. Tiene que escuchar a su equipo, ponerse en el lugar de sus integrantes, comprender lo que les preocupa y reaccionar ante las dificultades que puedan surgir a lo largo del proceso. Para que el cambio sea realmente eficaz no sirven bandos enfrentados, sino trabajar unidos y, en ese diálogo y colaboración, la empatía cumple un rol fundamental.

6. Firmeza y flexibilidad. La innovación implica cambios y requiere que toda la comunidad educativa salga de su zona de confort y se embarque en una aventura emocionante, exigente y en cierto aspecto desconocida. El “nuevo” director debe mantenerse firme en las decisiones tomadas e involucrar a su equipo para llevarlas a cabo, con flexibilidad para afrontar y corregir errores o situaciones inesperadas.

7. Reflexión y capacidad crítica. Un centro educativo innovador avanza y cambia constantemente, por eso es necesario que el “nuevo” director impulse siempre la reflexión, la crítica y la autocrítica.

Innovación implica transformación, por ello se deben monitorear constantemente los logros para seguir avanzando e incorporando cambios y mejoras.


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