Cada vez que
escribo o mejor dicho, escribimos sobre la “nueva” educación, nos referimos
prevalentemente a la figura del educador. Sin duda él es el centro de partida
de todo necesario cambio en los paradigmas educativos. Sin embargo, el educador
por más creativo, apasionado y novedoso que sea, hace parte de una estructura
educativa con una jerarquía bien definida. Al tope de esa pirámide jerárquica
se encuentra otra figura que juega un papel determinante en el contexto educativo:
El director.
La figura del
director es fundamental. Un educador con novedosas y brillantes ideas tendrá
que confrontarse siempre con su superior, el director. La afinidad de visiones
entre ellos es la que permitirá abrir las puertas a un infinito mundo de
innovaciones en ese centro educativo.
Para ello un director que quiera lograr
esa innovación deberá tener las siguientes características:
1. Capacidad de
análisis. Detectar las fortalezas y debilidades del centro escolar resulta
clave a la hora de innovar. Es importante que sepa identificar, analizar e
interpretar las características de su escuela, no solo desde el punto de vista
académico, sino también teniendo en cuenta a toda la comunidad educativa, los
factores ambientales, sociales y culturales que la definen.
2. Previsión y
proyección. Es importante que sea capaz de ver más allá y prever problemas y
oportunidades. Innovar supone dar un paso hacia el futuro, por lo que necesita
poseer la capacidad de comprender y adelantarse a las situaciones.
3. Liderazgo
democrático. Debe ejercer una influencia que ayude a incentivar el trabajo de
todos por un objetivo común. Debe ser un líder que toma decisiones, inspira a
los componentes del equipo, fija metas comunes y cuenta con el respeto y el
apoyo del grupo. Sin imponerse ni quedarse en segundo plano, sino que apoyando
constantemente el debate y el intercambio de opiniones del equipo.
4. Destrezas
comunicativas. Para liderar el cambio y llevar a buen término el trabajo en
equipo no es suficiente tener buenas ideas y contar con una planificación
adecuada. Es necesario transmitirlas, presentar el planteamiento de tal manera
que involucre, motive y convenza al grupo. Poseer una buena Inteligencia
Comunicacional es esencial para ello, así como para explicar órdenes, formas de
trabajo y líneas de actuación, afrontar situaciones complicadas y solucionar
problemas.
5. Empatía.
Tiene que escuchar a su equipo, ponerse en el lugar de sus integrantes,
comprender lo que les preocupa y reaccionar ante las dificultades que puedan
surgir a lo largo del proceso. Para que el cambio sea realmente eficaz no
sirven bandos enfrentados, sino trabajar unidos y, en ese diálogo y
colaboración, la empatía cumple un rol fundamental.
6. Firmeza y
flexibilidad. La innovación implica cambios y requiere que toda la comunidad
educativa salga de su zona de confort y se embarque en una aventura emocionante,
exigente y en cierto aspecto desconocida. El “nuevo” director debe mantenerse
firme en las decisiones tomadas e involucrar a su equipo para llevarlas a cabo,
con flexibilidad para afrontar y corregir errores o situaciones inesperadas.
7. Reflexión y
capacidad crítica. Un centro educativo innovador avanza y cambia
constantemente, por eso es necesario que el “nuevo” director impulse siempre la
reflexión, la crítica y la autocrítica.
Innovación
implica transformación, por ello se deben monitorear constantemente los logros
para seguir avanzando e incorporando cambios y mejoras.
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