Hoy, en los planteles
educativos, todavía prima la instrucción del docente por sobre el aprendizaje
de los alumnos, con un sistema uniformado y masivo de enseñanza y un rígido
horario digno de un sistema de una extinta época industrial.
Cómo será
nuestro estilo de vida en el futuro, es aún incierto. Lo que no admite dudas es
que este será cada vez más digital y automatizado. Por ello serán cada vez más
requeridas habilidades no rutinarias que estén relacionadas con el desarrollo
de complejos procesos mentales y que involucren relaciones interpersonales e
interculturales (soft skills).
Recientes
encuestas demuestran que existe una enorme brecha entre la percepción positiva
que tienen los educadores con respecto a su propio trabajo (70% satisfechos) y la
percepción negativa de los estudiantes con respecto a lo que aprenden (40%
insatisfechos).
Un niño que
ingresó este año en el sistema escolar, egresará del mismo en el 2030. En una
realidad tan cambiante como la actual, en esa época habrá trabajos y funciones
que aún hoy ni siquiera existen. Por eso es fundamental que el sistema escolar
se renueve drásticamente y se proponga ayudar a los jóvenes a desarrollar
nuevas habilidades.
Primera
habilidad
El pensamiento crítico. Basado
en la interrogación y el planteo de hipótesis, la resolución de problemas, la
comunicación, el trabajo en equipo y la creatividad.
Segunda
habilidad
El alfabetismo digital.
Poder y saber lidiar con un estilo de vida que cada día será más tecnológico e interactivo,
veloz y personalizado.
Tercera
habilidad
La metacognición. La
capacidad de reflexionar sobre el propio trabajo y errores con el fin de
aprender. La flexibilidad, la adaptación al cambio, la iniciativa, la
curiosidad, el liderazgo personal y ético. La habilidad de trabajar en equipos
interdisciplinarios y multiculturales.
Es necesario
renovar los obsoletos contextos de enseñanza y ayudar al alumnado a aprender
creando, diseñando, aplicando e inventando. Buscando soluciones a problemas reales
y cercanos, sin desestimar jamás la conexión emocional. Aprendemos solo lo que
nos emociona.
La creatividad
no tiene límites y el aprendizaje debe ser constante durante toda nuestra vida.
No hay dos cerebros iguales por consecuencia las vías y los estilos de aprendizaje
son innumerables.
La Educación
debe ser cada vez más personalizada y enfocada en el saber “Ser” más que en el
saber “Hacer”; más “Formativa” que “Informativa”.
Para ello, el <nuevo
Educador> deberá saber “Enseñar sin Enseñar”.
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