La
información que tenemos sobre el cerebro humano, órgano responsable del
aprendizaje, se ha visto claramente incrementada debido cada vez más acertadas
técnicas de visualización cerebral.
Como consecuencia, aparece
una nueva disciplina en la que confluyen la neurociencia, la educación y la
psicología: la Neuroeducación que nos aporta información significativa sobre cómo
funciona el proceso de enseñanza y aprendizaje en nuestro cerebro.
Entre las numerosas
conclusiones, según mi opinión, las más destacadas son:
1. NUESTRO CEREBRO
CAMBIA CONSTANTEMENTE Y ES ÚNICO
El cerebro humano
es extraordinariamente plástico, pudiéndose adaptar su actividad y aunque es
más eficiente en los primeros años de desarrollo, puede cambiar su estructura
de forma significativa a lo largo de toda la vida. Las experiencias modifican
nuestro cerebro continuamente fortaleciendo o debilitando las sinapsis que
conectan las neuronas, generando así el aprendizaje. Desde la perspectiva
educativa, esta plasticidad cerebral resulta trascendental porque facilita el
aprendizaje a todas las edades.
Por otra parte, el
hecho de que cada cerebro sea único y particular, sugiere la necesidad de tener
en cuenta la diversidad del alumnado y ser flexible en los procesos de
evaluación.
2. LAS EMOCIONES IMPORTAN
Las emociones son
reacciones inconscientes que debemos aprender a gestionar (no eliminar). Las
emociones mantienen la curiosidad, nos sirven para comunicarnos y son
imprescindibles en los procesos de razonamiento y toma de decisiones, es decir,
los procesos emocionales y los cognitivos son inseparables. Además, se ha
comprobado que las emociones positivas facilitan la memoria y el aprendizaje
(Factor Diversión – FD).
La educación
emocional resulta imprescindible porque contribuye al bienestar personal y
social.
Los docentes
debemos generar un clima emocional positivo que facilite el aprendizaje.
Mostrarles respeto, escucharlos e interesarnos no sólo por las cuestiones
académicas.
La empatía es fundamental
en el proceso de aprendizaje.
3. LA NOVEDAD
ALIMENTA LA CURIOSIDAD QUE ALIMENTA LA ATENCIÓN
El aprendizaje debe
ser una experiencia positiva y agradable. Estados emocionales negativos como el
miedo o la ansiedad dificultan el proceso de aprendizaje de nuestros alumnos.
En el sistema escolar actual, predominan los contenidos académicos abstractos,
descontextualizados e irrelevantes que dificultan la atención sostenida (que ya
de por sí es difícil de mantener durante más de quince minutos). A nuestro
cerebro le cuesta prestar atención, pero él es curioso por naturaleza y es esta
curiosidad la que activa las emociones que alimentan la atención y facilitan el
aprendizaje.
La atención no se
solicita, se invoca. Nosotros como educadores, debemos utilizar estrategias
prácticas que fomenten la creatividad y que permitan a los alumnos participar
en el proceso de aprendizaje de manera activa.
4. EL EJERCICIO
FÍSICO MEJORA EL APRENDIZAJE
La práctica regular
de actividad física (principalmente el ejercicio aeróbico) promueve la Neuroplasticidad
y la Neurogénesis, facilitando la memoria de largo plazo y un aprendizaje más
eficiente. El ejercicio físico mejora el estado de ánimo y reduce el nivel de
estrés que repercute tan negativamente en el proceso de aprendizaje.
Se deberían
fomentar las zonas de recreo al aire libre que permitan la actividad física
voluntaria y aprovechar los descansos regulares para que los alumnos puedan
moverse. Junto a la actividad física, muy importante también es una adecuada
hidratación (se ha de permitir a los niños beber agua en clase), hábitos
nutricionales apropiados y dormir las horas necesarias.
5. LA PRÁCTICA
CONTINUA PERMITE PROGRESAR
El cerebro conecta
la nueva información con la ya conocida, por lo que aprendemos mejor y más
rápidamente cuando relacionamos la información novedosa con los conocimientos
ya adquiridos. Para optimizar el aprendizaje, el cerebro necesita la repetición
de todo aquello que tiene que asimilar.
6. EL CEREBRO ES
JUGUETÓN
El juego constituye
un mecanismo natural arraigado genéticamente que despierta la curiosidad, es
placentero y permite descubrir destrezas útiles para desenvolvernos en el
mundo. Los niños aprenden jugando. El juego constituye una necesidad para el
aprendizaje que no está restringida a ninguna edad, mejora la autoestima,
desarrolla la creatividad, aporta bienestar y facilita la socialización.
El juego motiva,
ayuda a los alumnos a desarrollar su imaginación y a tomar mejores decisiones.
7. EL ARTE MEJORA
EL CEREBRO
Las actividades
artísticas promueven el desarrollo de procesos cognitivos. La instrucción
musical, por ejemplo, mejora la capacidad intelectual. Por otra parte, el
teatro o la danza desarrollan habilidades socioemocionales y son beneficiosos
para la memoria.
La educación
artística debería ser obligatoria. La instrucción musical o el teatro que
tantas habilidades sociales, emocionales y cognitivas son capaces de
desarrollar deberían de formar parte del currículo y no, como ocurre, quedar
como actividades marginales.
8. EL CEREBRO ES
SOCIAL
Los humanos somos
seres sociales porque nuestro cerebro se desarrolla en contacto con otros cerebros.
Las neuronas espejo son trascendentales en este sentido porque permiten
explicar cómo se transmitió la cultura a través del aprendizaje, la imitación y
la empatía. Se ha demostrado que los bebés con pocos meses de edad, ya son
capaces de mostrar actitudes altruistas sin embargo, en el sistema escolar
actual se fomenta e egoísmo a través de la competitividad. Cuando nuestro
cerebro colabora, libera más dopamina, un neurotransmisor que facilita la memoria
a largo plazo y reduce la ansiedad.
La colaboración
efectiva en el aula requiere algo más que sentar juntos a unos compañeros de
clase. Los alumnos han de adquirir una serie de competencias básicas
imprescindibles en la comunicación social como el saber escuchar o respetar la
opinión divergente. Además, han de tener claro los beneficios de trabajar en
grupo y saber cuáles son sus roles en el mismo. La escuela ha de fomentar
también la colaboración entre alumnos de distintos niveles y la compartición de
conocimientos (por ejemplo, mediante presentaciones de trabajos de
investigación de los alumnos), sin olvidar la realización de actividades
interdisciplinares.
Los nuevos tiempos
requieren una nueva educación que no se limite solamente al entorno escolar.
Padres y docentes debemos preparar a los futuros ciudadanos de un mundo
cambiante. Nuestros hijos y alumnos deben “aprender
a aprender”. Para ello se requiere desarrollar una sólida inteligencia socioemocional.
El alumno debe ser
un protagonista activo del proceso de aprendizaje a través de actividades
placenteras y en un clima emocional positivo y seguro.
La Neuroeducación, nuestra mejor aliada.
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