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18/06/2018

Más lo conocemos, más nos asombramos…


La información que tenemos sobre el cerebro humano, órgano responsable del aprendizaje, se ha visto claramente incrementada debido cada vez más acertadas técnicas de visualización cerebral.

Como consecuencia, aparece una nueva disciplina en la que confluyen la neurociencia, la educación y la psicología: la Neuroeducación que nos aporta información significativa sobre cómo funciona el proceso de enseñanza y aprendizaje en nuestro cerebro. 

Entre las numerosas conclusiones, según mi opinión, las más destacadas son:

1. NUESTRO CEREBRO CAMBIA CONSTANTEMENTE Y ES ÚNICO
El cerebro humano es extraordinariamente plástico, pudiéndose adaptar su actividad y aunque es más eficiente en los primeros años de desarrollo, puede cambiar su estructura de forma significativa a lo largo de toda la vida. Las experiencias modifican nuestro cerebro continuamente fortaleciendo o debilitando las sinapsis que conectan las neuronas, generando así el aprendizaje. Desde la perspectiva educativa, esta plasticidad cerebral resulta trascendental porque facilita el aprendizaje a todas las edades.
Por otra parte, el hecho de que cada cerebro sea único y particular, sugiere la necesidad de tener en cuenta la diversidad del alumnado y ser flexible en los procesos de evaluación.

2. LAS EMOCIONES IMPORTAN
Las emociones son reacciones inconscientes que debemos aprender a gestionar (no eliminar). Las emociones mantienen la curiosidad, nos sirven para comunicarnos y son imprescindibles en los procesos de razonamiento y toma de decisiones, es decir, los procesos emocionales y los cognitivos son inseparables. Además, se ha comprobado que las emociones positivas facilitan la memoria y el aprendizaje (Factor Diversión – FD).
La educación emocional resulta imprescindible porque contribuye al bienestar personal y social.
Los docentes debemos generar un clima emocional positivo que facilite el aprendizaje. Mostrarles respeto, escucharlos e interesarnos no sólo por las cuestiones académicas.
La empatía es fundamental en el proceso de aprendizaje.

3. LA NOVEDAD ALIMENTA LA CURIOSIDAD QUE ALIMENTA LA ATENCIÓN
El aprendizaje debe ser una experiencia positiva y agradable. Estados emocionales negativos como el miedo o la ansiedad dificultan el proceso de aprendizaje de nuestros alumnos. En el sistema escolar actual, predominan los contenidos académicos abstractos, descontextualizados e irrelevantes que dificultan la atención sostenida (que ya de por sí es difícil de mantener durante más de quince minutos). A nuestro cerebro le cuesta prestar atención, pero él es curioso por naturaleza y es esta curiosidad la que activa las emociones que alimentan la atención y facilitan el aprendizaje.
La atención no se solicita, se invoca. Nosotros como educadores, debemos utilizar estrategias prácticas que fomenten la creatividad y que permitan a los alumnos participar en el proceso de aprendizaje de manera activa.

4. EL EJERCICIO FÍSICO MEJORA EL APRENDIZAJE
La práctica regular de actividad física (principalmente el ejercicio aeróbico) promueve la Neuroplasticidad y la Neurogénesis, facilitando la memoria de largo plazo y un aprendizaje más eficiente. El ejercicio físico mejora el estado de ánimo y reduce el nivel de estrés que repercute tan negativamente en el proceso de aprendizaje.
Se deberían fomentar las zonas de recreo al aire libre que permitan la actividad física voluntaria y aprovechar los descansos regulares para que los alumnos puedan moverse. Junto a la actividad física, muy importante también es una adecuada hidratación (se ha de permitir a los niños beber agua en clase), hábitos nutricionales apropiados y dormir las horas necesarias.  

5. LA PRÁCTICA CONTINUA PERMITE PROGRESAR
El cerebro conecta la nueva información con la ya conocida, por lo que aprendemos mejor y más rápidamente cuando relacionamos la información novedosa con los conocimientos ya adquiridos. Para optimizar el aprendizaje, el cerebro necesita la repetición de todo aquello que tiene que asimilar.

6. EL CEREBRO ES JUGUETÓN
El juego constituye un mecanismo natural arraigado genéticamente que despierta la curiosidad, es placentero y permite descubrir destrezas útiles para desenvolvernos en el mundo. Los niños aprenden jugando. El juego constituye una necesidad para el aprendizaje que no está restringida a ninguna edad, mejora la autoestima, desarrolla la creatividad, aporta bienestar y facilita la socialización.  
El juego motiva, ayuda a los alumnos a desarrollar su imaginación y a tomar mejores decisiones. 

7. EL ARTE MEJORA EL CEREBRO
Las actividades artísticas promueven el desarrollo de procesos cognitivos. La instrucción musical, por ejemplo, mejora la capacidad intelectual. Por otra parte, el teatro o la danza desarrollan habilidades socioemocionales y son beneficiosos para la memoria.  
La educación artística debería ser obligatoria. La instrucción musical o el teatro que tantas habilidades sociales, emocionales y cognitivas son capaces de desarrollar deberían de formar parte del currículo y no, como ocurre, quedar como actividades marginales.

8. EL CEREBRO ES SOCIAL
Los humanos somos seres sociales porque nuestro cerebro se desarrolla en contacto con otros cerebros. Las neuronas espejo son trascendentales en este sentido porque permiten explicar cómo se transmitió la cultura a través del aprendizaje, la imitación y la empatía. Se ha demostrado que los bebés con pocos meses de edad, ya son capaces de mostrar actitudes altruistas sin embargo, en el sistema escolar actual se fomenta e egoísmo a través de la competitividad. Cuando nuestro cerebro colabora, libera más dopamina, un neurotransmisor que facilita la memoria a largo plazo y reduce la ansiedad.
La colaboración efectiva en el aula requiere algo más que sentar juntos a unos compañeros de clase. Los alumnos han de adquirir una serie de competencias básicas imprescindibles en la comunicación social como el saber escuchar o respetar la opinión divergente. Además, han de tener claro los beneficios de trabajar en grupo y saber cuáles son sus roles en el mismo. La escuela ha de fomentar también la colaboración entre alumnos de distintos niveles y la compartición de conocimientos (por ejemplo, mediante presentaciones de trabajos de investigación de los alumnos), sin olvidar la realización de actividades interdisciplinares.
Los nuevos tiempos requieren una nueva educación que no se limite solamente al entorno escolar. Padres y docentes debemos preparar a los futuros ciudadanos de un mundo cambiante. Nuestros hijos y alumnos deben “aprender a aprender”. Para ello se requiere desarrollar una sólida inteligencia socioemocional.
El alumno debe ser un protagonista activo del proceso de aprendizaje a través de actividades placenteras y en un clima emocional positivo y seguro.

La Neuroeducación, nuestra mejor aliada.


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