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19/11/2018

Seguros y felices o inseguros e infelices…


Hasta la adolescencia, la madre, el padre, los abuelos y los educadores, son las máximas figuras de referencia en los niños. De ellos no solo aprenden sino que a través del apego, perciben la indispensable sensación de seguridad tan necesaria para su sano desarrollo emocional. Si logramos transmitirles seguridad emocional, muy probablemente, serán niños felices. La fórmula no nos garantiza el éxito pero debemos poner todo nuestro empeño para lograrlo. Esos niños serán los hombres y mujeres que guiarán nuestras sociedades.

Comunicación

La educación de los niños empieza desde el mismo instante de su nacimiento. El establecer rutinas, pautas, hábitos y hablarles en todo momento a través de un tono sereno pero firme, va a hacer que el niño vaya aprendiendo de nosotros. Respondamos todas sus preguntas, respetemos sus preocupaciones, hagámosle preguntas, sin importar la edad que tengan; quedarán asombrados de sus respuestas. Establezcamos una interacción continua, sincera y respetuosa. Las discrepancias, las contradicciones, causan cierta frustración en los niños. Si debemos dar órdenes, que sean firmes y claras; una a la vez y siempre acompañada de una buena comunicación y argumentación, sin caer en contradicciones.

Inteligencia emocional

Aparte de enseñarles a leer y a escribir, debemos atender también su mundo interior. Lograr que ellos hablen de sus propias emociones les ayudará a desarrollar unas competencias esenciales para el día de mañana, no solo para entenderse a sí mismos, sino también para entender a los demás. Es normal que los niños sientan tristeza, enfado, frustración, ira. Debemos ayudarles a aprender a indagar qué hay detrás de esas emociones, qué sienten y cómo canalizarlas. Muchos niños hoy están enclaustrados en sus propias habitaciones pendientes únicamente de sus computadoras y celulares. Los humanos no nacimos para el aislamiento socio-emocional y mucho menos los niños. Ellos necesitan interaccionar con el mundo. Por ello hay que acostumbrarlos a que hablen de sus problemas y que sepan buscar ayuda cada vez que la necesiten.

Educación social

Los niños conviven en distintos contextos y por eso deben aprender que en todo espacio existen límites y normas establecidas. Si se las dejamos claras y les decimos qué pueden hacer y qué no, integrarán el mensaje de que las cosas no serán de la manera que quieran y cuando lo quieran, siempre. Desarrollar la resistencia a la frustración es fundamental en los niños ya que evita que sean infelices cada vez que no consigan aquello que desean. Los niños deben demostrarnos que son capaces de hacer cosas y que podemos confiar en ellos, es así como irán madurando poco a poco, cuando conozcan sus derechos y sus obligaciones.

Libertad, imaginación y respeto

Cada niño nace con un tipo de personalidad y un tipo de necesidades, intentar cambiarlas es un error. Debemos dejar de lado nuestros sueños y respetar los de ellos. Hay que darles libertad para elegir, respetar sus limitaciones y también valorar sus aciertos y sus fracasos. El respeto y una buena educación deben sancionar lo negativo pero dar oportunidades de mejora, siempre elogiando el esfuerzo por encima del resultado. Debemos fomentar su imaginación, darles distintas oportunidades de aprendizaje, ser guías para enseñarles cosas nuevas en las que puedan inspirarse. Ellos deben tener la absoluta libertad para encontrar su camino, haciéndole comprender que siempre contarán con nuestro apoyo. Evitar que ellos experimenten las dificultades de la vida, es evitar su proceso de maduración.

“Nosotros somos los cuidadores de nuestros hijos, no los propietarios.”

Papa Francisco

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