La Universidad de Nueva York realizó un estudio
de más de 2,300 estudiantes de 24 universidades diferentes. Los resultados
revelan que el 45% de los estudiantes no progresan en el desarrollo del
pensamiento crítico y el razonamiento complejo en los primeros dos años de la
universidad y que hasta el 36% no obtienen mejoras al final de los 4 años de
estudio. En Hispanoamérica los datos son aún más negativos.
El modelo de enseñanza tradicional incluye un
maestro que "sabe" y muchos estudiantes que "no saben",
cerebros “vacíos” que deben llenarse con una transferencia de conocimiento del
educador al educando: aprendizaje pasivo. La enseñanza es vista como una
gradual remoción de la ignorancia. Eso es todo.
El pensamiento crítico es el corazón y el alma
del aprendizaje y en mi opinión, es el primer aspecto para ser tomado en cuenta
a la hora de educar. Cómo enseñar a nuestros estudiantes a pensar debería ser
el propósito principal de todo buen educador. Cómo optimizar efectivamente la
capacidad de aplicarlo debería nuestro gran desafío.
¿Qué es el pensamiento crítico?
Pensar críticamente acerca de algo es primero, circunnavegar
su significado por completo, observarlo desde todas sus perspectivas para que
lo podamos comprender de manera única, personal, subjetiva. Cada cerebro trabaja
con sus propias herramientas cognitivas: conocimiento de fondo, sentido de
identidad, creación de significado. Solo después de haber comprendido el
significado críticamente, tendremos la capacidad de analizarlo. Al pensar
críticamente, vemos partes, formas, funciones y contextos. Debemos entrar en la
mente del autor, del diseñador, del creador y analizar su trabajo. El
pensamiento crítico es más que entender algo; requiere capacidad de resolución
de problemas, creatividad, racionalización y un rechazo a aceptar las cosas
como se nos presentan. Es la disposición y la capacidad para cuestionar todo.
El pensamiento crítico es la mejor herramienta
para evitar que las sociedades queden atrapadas en el “Modo Springfield” y así
evitar la manipulación y la instrumentalización en beneficio de intereses
creados.
Para desarrollar el pensamiento crítico, debemos
desarrollar la capacidad de formular preguntas críticas. Ellas serán excelentes
herramientas para aplicar en toda aula, en todo contexto y a toda edad para
iniciar y para mantener estimulantes discusiones en el salón de clases.
¿Quién? / ¿Cuál? / ¿Qué? / ¿Cuándo? / ¿Dónde? / ¿Por qué? / ¿Cómo?
Como “nuevos” educadores, debemos abandonar la
idea de ser simplemente transmisores de conocimiento y convertirnos en investigadores
de conocimiento que elaboramos y compartimos con los estudiantes para estimularlos
a reflexionar y pensar críticamente. Esto dará lugar a un desarrollo de las habilidades
de pensamiento de nuestros alumnos, pero también nos brindará un fuerte
enriquecimiento de nuestro rol y nuestras competencias como educadores.
Gracias a Homero Simpson...
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