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29/10/2018

Fábricas de frustrados…

Los sistemas educativos de casi todo el Mundo, siguen generando cada año miles de perfiles frustrados, insatisfechos y que los mercados laborales cada vez son más incapaces de absorber. 



Navegamos entre propuestas y reformas de los sistemas educativos sin atacar los reales aspectos e inconvenientes: abandono escolar, desempleo, competencia, desmotivación son algunos de los puntos a mejorar si queremos modificar los “malos hábitos” de la educación actual.

El Banco Mundial ha publicado una carta abierta sobre el “capital humano”, base para un desarrollo más equitativo, sostenible y justo de toda sociedad. Pero para invertir en el desarrollo de “capital humano”, necesitamos “capital humano”. Ese es el dilema desde donde todo tiene inicio que según mi opinión, aún no hemos resuelto.

Cada alumno, cada estudiante deben ser vistos, analizados y tratados como seres únicos e irremplazables. Para ello es necesario focalizar la educación no solo en el “saber hacer” sino también en el “saber ser” de cada individuo.

Tradicionalmente vinculamos el elevado desempleo, la pobreza desmedida de nuestro (único) Planeta Tierra con resultados económicos, con el sobreestimado PIL, con números, cifras, porcentajes. Eso es correcto y sirve para determinadas proyecciones y acciones pero no lo es todo. No puede haber real crecimiento económico sin un real crecimiento personal, intelectual y moral de cada individuo. No podemos seguir siendo vistos solo como máquinas de ganar dinero solo para consumir. Una fórmula muy efectiva para los pocos pero poderosísimos grupos de poder económico- financieros del mundo pero que ha generado y sigue generando enormes desigualdades y desequilibrios sociales en casi todo el mundo.

Debemos esforzarnos en formar individuos que elijan libremente sus vidas según sus pasiones y reales intereses (motivaciones intrínsecas), sin pensar en el éxito, el dinero (motivaciones extrínsecas). Un individuo satisfecho, feliz y orgulloso de su propia vida es naturalmente un mejor ser humano.

El individuo y su desarrollo tienen que volver a ser el centro de atención si queremos comenzar a transitar el camino de un mejor, más tranquilo, más equitativo y justo Mundo.

Para muchos expertos, con los cuales me encuentro en plena sintonía, la respuesta está en el desarrollo de las habilidades blandas o transversales (“soft skills”). Las habilidades o competencias transversales se harán cada vez más necesarias para que los niños, jóvenes, estudiantes de hoy, trabajadores de mañana, sean capaces de adaptarse a los constantes cambios y mejoren el rendimiento de sus actividades laborales y personales.

Las habilidades transversales se vinculan a las humanidades, a la filosofía, al arte, fundamentales para desarrollar creatividad, pensamiento crítico y elevado y para crear y fortalecer valores éticos y morales.

Trabajo en equipo: Saber desenvolverse con más compañeros es imprescindible para mejorar la productividad, por lo que se valoran enormemente los perfiles que son capaces de llegar a entendimientos y no generan conflictos.
Creatividad y resolución de problemas: Las personas deberán desarrollar la capacidad de al enfocar un problema, buscar una solución lógica y también creativa.
Asertividad: Tan importante es saber trabajar en equipo como poner límites tanto en el ámbito profesional como en el personal. Es decir, saber decir no a tiempo para evitar problemas. Y, sobre todo, encontrar las soluciones de forma anticipada.
Adaptación: La tecnología ha hecho que muchos sectores se transformen por completo y esos cambios cada vez son más veloces. Por ese motivo, los expertos señalan que hay que inculcar en las nuevas generaciones las herramientas necesarias para que sepan adaptarse a los cambios. Es decir, aceptar que todo puede ser de otra forma y que se puede mejorar.
Liderazgo: Las dotes para liderar equipos han variado mucho. Deben finalizar las posturas inquisitorias los sistemas excesivamente jerárquicos y verticales. Los nuevos líderes deberán tener una visión más horizontal y unas metas mucho más amplias para poder dirigir grupos de trabajo que serán cada vez más heterogéneos y multiculturales.
Comunicación interpersonal: La habilidad para comunicar y la transparencia son dos aptitudes cada vez más valoradas; conseguir que los mensajes calen dentro y fuera de la empresa es tan importante como el ser honesto.
Empatía y Flexibilidad: La capacidad de ponerse en el lugar del otro es un factor determinante para una sociedad más justa que sepa y valore el trabajo en equipo. Tolerancia.
Responsabilidad: Cada persona ha de asumir la total responsabilidad como integrante de una sociedad.
Compromiso: El sentimiento de pertenencia a una sociedad o una organización es muy importante. Por eso hay que inculcar habilidades en los estudiantes para que sepan mostrar su compromiso más allá del interés pecuniario.
Ser buena persona: Nadie podrá ser un buen trabajador, un buen empresario, un buen líder, un buen padre si no es antes, una buena persona. 

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