"Si le digo
constantemente a mi hijo que él es una maravilla, cuando crezca será un adulto
feliz, confiado y con una alta autoestima. Puede que sí, puede que no."
Focalizarnos exclusivamente en los éxitos del niño, puede ser
contraproducente.
Se hicieron
experimentos en donde participaron más de 400 niños, con edades comprendidas
entre 10 y 12 años. Al finalizar, los científicos calcularon las puntuaciones,
pero les dieron a los pequeños una retroalimentación falsa. A algunos niños les
dijeron que lo habían hecho bien, que habían resuelto correctamente el 80% de
los problemas. A otro grupo les dijeron que debían ser pequeños genios para
haber podido resolver tantos problemas. Y a un tercer grupo simplemente no les
dijeron nada.
Según la
teoría del elogio, el simple hecho de alabar la capacidad del niño, puede tener
un efecto muy positivo sobre su desempeño. Sin embargo, los resultados no solo
revelaron que esta hipótesis no era cierta sino que además mostraron que los
elogios tenían un efecto negativo.
En la segunda
etapa del experimento, los investigadores les dijeron a los niños que podían
elegir entre dos tareas: una era muy difícil (un desafío en el que podían
fracasar) y otra era fácil (probablemente la harían bien pero aprenderían muy
poco). Curiosamente, aproximadamente el 65% de los niños que habían sido
elogiados y catalogados como “genios” optaron por la tarea fácil. Solo el 45%
de los niños a los que no se les dijo nada escogió la tarea más sencilla.
Así, se
observó que los pequeños que habían recibido muchos elogios eran más propensos a
evitar los desafíos y las situaciones difíciles, apostando por las tareas más
fáciles.
En la tercera
etapa del experimento, los investigadores les facilitaron a los niños más
problemas. Esta vez eran aún más difíciles que los primeros a los que se habían
enfrentado. Al terminar, les preguntaron si habían disfrutado de la tarea y si
les gustaría llevarse problemas similares a casa. Entonces surgieron diferencias aún más
dramáticas entre los grupos. Los niños que habían recibido más elogios
reconocieron que habían disfrutado menos de la actividad y eran menos propensos
a seguir resolviendo problemas en casa.
En la cuarta
y última etapa del experimento, los investigadores les pidieron a los niños que
hicieran una prueba final. Se trataba de resolver una serie de rompecabezas
bastante sencillos, del mismo nivel de complejidad de los que les presentaron
por primera vez. En este punto, se apreció que quienes habían sido elogiados,
obtuvieron puntuaciones más bajas que los demás, e incluso eran peores que las
suyas, al inicio del experimento.
En resumen,
los niños cuya inteligencia fue más elogiada:
1. Preferían
evitar los retos, apostando por tareas más sencillas, aunque no le aportasen
nada nuevo.
2.
Disfrutaban menos de la actividad.
3. Mostraron
una disminución del rendimiento, cometiendo más errores.
¿Por qué el
elogio desmedido puede tener efectos negativos?
Decirle a un
niño que es muy inteligente hace que se sienta bien, pero también puede generarle
miedo al fracaso, de forma que el pequeño quiera evitar las situaciones
difíciles, los retos en los cuales podría quedar mal, si no tiene el éxito que
los demás esperan de él. Las expectativas de éxito se convierten, por ende, en
una limitación. Por otra parte, el niño podría interpretar ese elogio como la
indicación de que no tiene que esforzarse para alcanzar un buen desempeño,
después de todo, él ya es un “genio”. Por consiguiente, es probable que se
sienta menos motivado, que preste menos atención y que se equivoque, obteniendo
así malos resultados.
Cuando se
percate de que en realidad no es un "genio", su autoestima disminuirá
notablemente. De hecho, el impacto psicológico de un mal resultado no es algo
que se deba tomar a la ligera. Para los niños, la valoración y aceptación social
son muy importantes. Tanto es así que en ese mismo experimento, el 40% de los
niños que habían sido muy elogiados mintieron sobre su desempeño al resto de
sus coetáneos, mientras que solo el 10% de los otros niños mintió para quedar
bien ante los ojos de los demás.
¿Tipos de
elogios?
Hubo un grupo
al que solo se le dijo: “Lo has hecho
bien, te has esforzado y has resuelto correctamente el 80% de los problemas”.
Estos niños se comportaron de manera muy diferente al resto. Cuando se trataba
de elegir entre una tarea difícil y una fácil, solo el 10% de ellos seleccionó
la opción fácil. También indicaron que disfrutaron del desafío y obtuvieron los
mejores resultados en la última tanda de problemas, mejorando incluso sus
propias puntuaciones.
En este caso,
los investigadores no elogiaron la capacidad en sí, sino los resultados
alcanzados y el esfuerzo. De esta forma, se logró motivar a los niños pero, a
la vez, se evitó que se instaurara el miedo al fracaso. También se logró que no
se confiaran, ya que no atribuían sus resultados a una característica innata
sino al esfuerzo realizado.
Como padres y
educadores, debemos apuntar nuestros elogios hacia otros aspectos del niño:
1. Elogiemos
el esfuerzo
Un “genio” se
hace con 10% de talento y 90% de trabajo duro. Estas proporciones pueden variar
pero de lo que no hay dudas es que el talento por sí solo no sirve de nada. Por
eso, es importante sembrar en los niños la idea de que para conseguir algo, es
necesario dedicarle tiempo, energía y esfuerzo.
2. Elogiemos
el resultado
Este tipo de
elogio es más realista y objetivo, por lo que no corremos el riesgo de aumentar
de manera artificial la autoestima del niño: una autoestima artificial es tan
dañina como una autoestima baja.
3. No presionemos
Algunas veces,
exageramos los elogios ya que, de cierta forma, es como si nos los hiciéramos a
nosotros mismos. De esta forma solo añadimos una presión innecesaria, que puede
generar en el niño un profundo miedo al fracaso. Nuestros elogios no deben ser una
fuente de ansiedad para el pequeño, sino deben servir para mantenerlo motivado.
Transmitamos que nuestro amor hacia él es incondicional, más allá de sus logros
y errores. De esta forma también evitaremos que el niño se vuelva dependiente
de la valoración de los demás, consolidando su autoconfianza y su seguridad.
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