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28/09/2016

Enseñar sin enseñar







Un buen educador sabe...







1. Ser visible. La presencia y visibilidad en el aula es un aspecto muy a tener en cuenta a la hora de impartir una clase. Una referencia visual del profesor en el aula tiene vital importancia para los alumnos. Para ello es importante estar preferentemente de pie y en constante movimiento; con el constante movimiento logramos mantener alta la atención del estudiante.

2. Escuchar. La diferencia entre oír a un estudiante y escucharlo, es enorme ya que cuando lo escuchamos lo estamos haciendo de forma activa y le transmitimos que aquello que nos está diciendo es importante tanto para ellos como para nosotros. Los alumnos de una clase demandan atención en todo momento. Debemos esforzarnos para escuchar con atención aquello que nos quieran decir. Con ello aumentaremos la empatía y mejoraremos nuestra relación con ellos. Aquellos docentes que sólo oyen sin escuchar a sus alumnos tienen una relación distante con ellos y ello repercute negativamente en la efectividad de la enseñanza.

3. Mantener el contacto visual. La comunicación no verbal de un docente se transmite a través de los sentidos y es fundamental en el desarrollo de una sesión efectiva. En la comunicación no verbal es igualmente importante la mirada que juega un papel preponderante. Debemos hablar a nuestros alumnos mirándolos directamente a los ojos. Un buen contacto visual transmite seguridad, comodidad, empatía.

4. Cumplir con lo prometido. La importancia de ser muy escrupulosos con aquello que prometemos a nuestros alumnos. Una promesa no cumplida se volverá en nuestra contra. Un docente que no mantiene su promesa o que no cumple con su palabra es un docente que poco a poco va debilitándose frente al grupo y eso puede afectarle muy negativamente en su proceso de enseñanza.

5. Posicionarse al mismo nivel. Para que exista una correcta comunicación entre dos personas, estas deben compartir el mismo código comunicativo. No debe percibirse ni superioridad ni inferioridad entre ambos. Utilizar los mismos registros idiomáticos ayuda a establecer dicho posicionamiento. En la medida que seamos capaces de compartir el mismo código, más fluida y constructiva será la comunicación entre alumno y docente.

6. Poseer un buen estado de ánimo. Nuestros problemas personales no se deben trasladar a nuestras sesiones. Ayuda el imaginar que entrar en una clase es como subir a un escenario de un teatro: No importa cuál sea nuestro estado de ánimo, en ese momento debemos tener la capacidad de poner todo eso de lado y dar lo mejor de nosotros mismos. Ser profesional bajo cualquier circunstancia es la mejor forma de dignificar muestro trabajo.

7. Enseñar sin enseñar. La educación tradicional consiste en la transmisión pasiva de conocimientos, en la transmisión unidireccional de contenidos a través de un monólogo del profesor al alumno. Un docente debe ser mucho más que un mero transmisor de conocimientos. Un educador es aquel que además de transmitir conocimiento es capaz de guiar a sus alumnos hacia un verdadero conocimiento de sí mismos, de sus pasiones, de sus gustos y tendencia para así facilitarles el camino hacia un futuro más satisfactorio y exitoso en términos emocionales.

8. Respetar la privacidad. En la sociedad actual la privacidad se está convirtiendo en un lujo. Es muy importante que las sesiones se centren en lo educativo y no en lo personal. Hay que mantener una cierta distancia con los alumnos y un cierto respeto por lo que a las redes sociales se refiere.

9. Seguir aprendiendo con humildad. Los mejores educadores son aquellos que en cada nueva sesión, saben detectar elementos nuevos para su propio mejoramiento y aprendizaje.


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