Ser una persona
amargada es un trabajo que requiere tiempo y dedicación.
Muchos lo logran...
A pesar que somos conscientes que por múltiples
y conocidos motivos, hay que disfrutar de la vida, hay personas que ponen todo
su empeño en no hacerlo.
Qué debemos hacer para no caer en las trampas
de la amargura:
1. No tengamos miedo
El miedo es una emoción normal que tiene un rol
adaptativo ya que nos mantiene alejados del peligro. Sin embargo, cuando
llevamos el miedo a otro nivel dejamos de vivir. Vivir con miedo constante no
es vivir, es morir lentamente. Las personas amargadas se aseguran de que todo
se convierta en una amenaza, de manera que terminan viviendo en una zona de
confort cada vez más pequeña.
2. No nos aburramos
Hagamos algo nuevo cada día. Evitemos la rutina
a toda costa. Las personas amargadas hacen siempre lo mismo, día tras día, año
tras año y evitan lo nuevo. De esa manera tienen motivos de sobra para quejarse.
3. No dejemos de asombrarnos
No hay nada que nos haga sentir más vivos que
el descubrimiento. Cuando descubrimos algo nuevo nuestro cerebro se activa y
nos sentimos felices, satisfechos, eufóricos. Al contrario, a las personas
amargadas nada les asombra. Sus vidas son absolutamente predecibles, tediosas.
4. Conversemos
Las personas amargadas quieren tener siempre la
razón, no saben escuchar y no toman en consideración la opinión del otro,
menospreciándolo (“tú no entiendes, yo te explico”). No saben discutir; o
“se ofenden” o agreden (verbalmente y a veces físicamente) siendo imposible mantener
una conversación civilizada y menos aún productiva con ellas.
5. Sepamos agradecer
Las personas amargadas tienen una visión muy
negativa de lo que sucede en el mundo, por lo que no encuentran ninguna razón
para sentir gratitud. No son capaces de hallar lo positivo en ninguna
situación, no se dan cuenta de todas las “bendiciones” que tienen porque solo
se centran en los fracasos, fallos y debilidades proyectándolos hacia el otro
como único responsable de todos sus males.
6. No nos quejemos
Las personas amargadas se quejan por todo. Sus
pensamientos se enfocan solo sobre las cosas negativas. De esta forma suelen
perder muy buenas oportunidades porque no son capaces de ver más que la parte
negativa de las situaciones. (El vaso
medio vacío).
7. No pensemos en el pasado
Las personas amargadas piensan que los malos
recuerdos son para siempre y que el tiempo pasado fue mejor. Están convencidos que
jamás volverán a ser tan felices y se resignan a morir un poco cada día.
8. Potenciemos nuestras características
positivas
Las personas amargadas acentúan sus
características negativas y dejan que esas características determinen sus vidas,
sin importarles la de los demás.
9. Confiemos en el otro
Las personas amargadas desconfían continuamente
de las intenciones de los demás y si reciben un favor o les dedican un halago,
inmediatamente piensan que hay una doble intención. Siempre están pendientes de
lo que los otros dicen o no dicen. Obviamente, de esta manera se quedan solas y
así encuentran un motivo más para confirmar lo miserable que es la vida.
10. Asumamos nuestras responsabilidades
Las personas amargadas recorren un camino que
nunca falla: el de culpar a los otros. Todas sus desgracias siempre son culpa
de los otros: de los padres, del hijo, del jefe, de la pareja desconsiderada o
(muy de moda en estos tiempos) del político de turno.
Nada mejor para ser un amargado que el odio
gratuito
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