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19/06/2017

Decálogo de la Amargura…



Ser una persona amargada es un trabajo que requiere tiempo y dedicación. 
Muchos lo logran...


A pesar que somos conscientes que por múltiples y conocidos motivos, hay que disfrutar de la vida, hay personas que ponen todo su empeño en no hacerlo.


Qué debemos hacer para no caer en las trampas de la amargura:

1. No tengamos miedo
El miedo es una emoción normal que tiene un rol adaptativo ya que nos mantiene alejados del peligro. Sin embargo, cuando llevamos el miedo a otro nivel dejamos de vivir. Vivir con miedo constante no es vivir, es morir lentamente. Las personas amargadas se aseguran de que todo se convierta en una amenaza, de manera que terminan viviendo en una zona de confort cada vez más pequeña.

2. No nos aburramos
Hagamos algo nuevo cada día. Evitemos la rutina a toda costa. Las personas amargadas hacen siempre lo mismo, día tras día, año tras año y evitan lo nuevo. De esa manera tienen motivos de sobra para quejarse.

3. No dejemos de asombrarnos
No hay nada que nos haga sentir más vivos que el descubrimiento. Cuando descubrimos algo nuevo nuestro cerebro se activa y nos sentimos felices, satisfechos, eufóricos. Al contrario, a las personas amargadas nada les asombra. Sus vidas son absolutamente predecibles, tediosas.

4. Conversemos
Las personas amargadas quieren tener siempre la razón, no saben escuchar y no toman en consideración la opinión del otro, menospreciándolo (“tú no entiendes, yo te explico”). No saben discutir; o “se ofenden” o agreden (verbalmente y a veces físicamente) siendo imposible mantener una conversación civilizada y menos aún productiva con ellas.

5. Sepamos agradecer
Las personas amargadas tienen una visión muy negativa de lo que sucede en el mundo, por lo que no encuentran ninguna razón para sentir gratitud. No son capaces de hallar lo positivo en ninguna situación, no se dan cuenta de todas las “bendiciones” que tienen porque solo se centran en los fracasos, fallos y debilidades proyectándolos hacia el otro como único responsable de todos sus males.

6. No nos quejemos
Las personas amargadas se quejan por todo. Sus pensamientos se enfocan solo sobre las cosas negativas. De esta forma suelen perder muy buenas oportunidades porque no son capaces de ver más que la parte negativa de las situaciones. (El vaso medio vacío).

7. No pensemos en el pasado
Las personas amargadas piensan que los malos recuerdos son para siempre y que el tiempo pasado fue mejor. Están convencidos que jamás volverán a ser tan felices y se resignan a morir un poco cada día.

8. Potenciemos nuestras características positivas
Las personas amargadas acentúan sus características negativas y dejan que esas características determinen sus vidas, sin importarles la de los demás.

9. Confiemos en el otro
Las personas amargadas desconfían continuamente de las intenciones de los demás y si reciben un favor o les dedican un halago, inmediatamente piensan que hay una doble intención. Siempre están pendientes de lo que los otros dicen o no dicen. Obviamente, de esta manera se quedan solas y así encuentran un motivo más para confirmar lo miserable que es la vida.

10. Asumamos nuestras responsabilidades
Las personas amargadas recorren un camino que nunca falla: el de culpar a los otros. Todas sus desgracias siempre son culpa de los otros: de los padres, del hijo, del jefe, de la pareja desconsiderada o (muy de moda en estos tiempos) del político de turno.

Nada mejor para ser un amargado que el odio gratuito

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