Cada día nos enfrentamos a todo tipo de
manipulaciones emocionales que pueden entorpecer nuestras decisiones. Algunas
no tienen importancia pero otras son determinantes para nuestra vida. La
presión para tomar decisiones es muy fuerte y constante; eso a veces nos
dificulta el camino para tomar las correctas.
Desarrollar un pensamiento crítico desde
temprana edad puede ser una valiosa herramienta de ayuda.
En la actualidad, los estudiantes dedican a los
libros un promedio de 12-14 horas a la semana, aproximadamente la mitad de
horas que hace unas décadas.
Richard Arum de la Universidad de Nueva York
llevó a cabo un estudio de más de 2.300 estudiantes de 24 universidades
diferentes. Los resultados revelan que el 45% de los estudiantes no progresa en
el desarrollo del pensamiento crítico y el razonamiento elevado (o complejo).
¿Es un problema de
motivación? ¿De estímulos? ¿De enseñanza?
¿De qué manera los
educadores podemos contribuir a desarrollar el pensamiento crítico de nuestros
estudiantes?
El modelo de aprendizaje tradicional prevé un
profesor que "sabe" y muchos estudiantes que "no saben". Vasos
vacíos para ser llenados con una transferencia de conocimientos. Aprendizaje
pasivo.
En las escuelas y en las universidades, los
profesores transmiten sus conocimientos a los estudiantes y el aprendizaje es
visto como una eliminación gradual de la ignorancia. Un estudiante que sabe,
sin duda es un estudiante no ignorante pero eso no lo vuelve automáticamente sabio.
Con este modelo que se aplica en todos los
niveles de la enseñanza escolar, es imposible desarrollar el pensamiento
crítico en los estudiantes.
Para cambiar las cosas es necesario revertir el
modelo de enseñanza tradicional: de la
transmisión de conocimiento a la generación de conocimiento.
El pensamiento crítico se desarrolla cuando el
estudiante se convierte en un constructor, no sólo un usuario pasivo, del
conocimiento. Cuando no sólo se limita a la asimilación de información, sino también
a la continua elaboración y análisis de los procesos y resultados.
Los educadores deberíamos abandonar la idea de
ser simples transmisores del conocimiento y pasar a ser investigadores del conocimiento
junto con los estudiantes para así estimularlos a reflexionar y pensar
críticamente.
Esto daría lugar a un enorme enriquecimiento en
el desarrollo de las habilidades de pensamiento no sólo de los estudiantes sino
también de los profesores.
Cuando uno enseña, dos aprenden
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