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16/08/2017

Un buen educador: ¿más cerebro o más corazón?


“Uno recuerda con aprecio a sus maestros brillantes, pero con gratitud a aquellos que tocaron nuestros sentimientos.” Carl Gustav Jung 


Todos sabemos o suponemos saber qué hay dentro de un cerebro de un buen educador. Horas, días, semanas, meses, años de estudio, de lecturas, de trabajos. Paredes llenas de títulos, honores, premios, cursos, posgrados, especializaciones.

¿Cuántos pero realmente sabemos qué hay dentro de un corazón de un buen educador?

Gentileza. Un buen educador demuestra gentileza, amabilidad hacia sus estudiantes, colegas, padres y todos los que lo rodean.
Compasión. Enseñar se basa en el contacto humano y la compasión es el sentimiento más elevado que un educador pueda mostrar. El comprender y el preocuparse por el otro, sin prejuicios, sin distinciones.
Empatía. Desarrollar empatía es muy importante sea para el educador que para sus educandos. Analizar una situación desde la perspectiva del otro es una poderosa herramienta de comunicación.
Positivismo. Ser y mantenerse positivos ante cualquier avenencia es para un educador un reto cotidiano. Solo los mejores lo logran. Ver y hacer ver las cosas siempre del lado brillante es determinante en la calidad de la educación.
Deseo de construir. Un buen educador construye relaciones, cierra brechas. Se esfuerza en mejorar las cosas en el aula y fuera del aula.
Inspiración. Un buen educador hace que sus estudiantes, sus colegas y todas las personas que lo rodean, quieran ser mejores cada vez.

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