Me he permitido modificar el título de un
libro de mi estimado colega Tal Ben-Shazar que trata sobre la felicidad. Comparto con ustedes algunas de las claves
que, según él, nos pueden ayudar a alcanzarla.
1.- Practiquemos algún ejercicio. Treinta
minutos de ejercicio diario es el mejor antídoto contra la tristeza y el
estrés. La actividad física brinda grandes beneficios para nuestra salud y
felicidad. Nuestro cerebro libera endorfinas, un eficaz antidepresivo.
2.- Desayunemos bien. Diversos estudios
demuestran que este hábito a primera hora del día (y todos los días) ayuda a
tener energía, pensar y desempeñarse de manera eficiente en nuestras distintas
actividades diarias.
3.- Agradezcamos y expresemos gratitud.
Comencemos cada día pensando en todas las cosas que tenemos y nos dan
felicidad. De esta manera, reforzamos la apreciación por nuestra vida y
alejamos pensamientos negativos.
4.- Seamos asertivos. Ser asertivo mejora
la autoestima y, en el lado contrario, tener poca voluntad y aguantar cosas en
silencio, genera tristeza y desesperanza.
5.- Gastemos el dinero (no importa cuánto) en
experiencias más que en objetos. Obtenemos más felicidad de viajes, cursos y
encuentros que de la adquisición de cosas materiales.
6.- Enfrentemos nuevos retos. No es
suficiente fijarse metas, hay que cumplirlas. Metas pequeñas, claras y
realísticas a corto o mediano plazo.
7.- Seamos amables. Con solo sonreír, las
personas cambian el estado de ánimo. Complementemos esa acción diaria
realizando actos de generosidad y cultivando relaciones cercanas.
8.-Usemos zapatos cómodos y cuidemos nuestra
postura. Nadie puede comenzar bien un día con dolor de pies y caminando encorvado.
Un buen calzado y caminar derechos con los hombros ligeramente echados hacia
atrás ayudan a mantener un buen estado de ánimo.
9.-Escuchemos música. Está comprobado de
escuchar música, despierta deseos de cantar y bailar, y por ende, de alegrarse
la vida.
10.-Alimentacion y meditación. Los
alimentos tienen un impacto importante en nuestro estado de ánimo y el
practicar la religión o la espiritualidad, calma nuestro cerebro y nos brinda
paz y estabilidad emocional.
Gracias a Tal Ben-Shahar, Harvard University
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