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14/08/2018

¡No!, ¡No!, ¡No! y ¡No!


Como sabemos, no hay dos cerebros iguales por ende, no puede haber dos interpretaciones exactamente iguales de un mismo tema y eso hace enriquecedor cada encuentro con “el otro”. 


En mis manuales “Enseñar Sin Enseñar” y “Conversar Sin Conversar” he escrito sobre los mapas mentales como elementos que nos ayudan a formar nuestra visión del mundo que nos rodea. Ellos son un método muy eficaz que utiliza nuestro cerebro para procesar, clasificar y memorizar información sobre un tema específico. Sirven para establecer visualmente el orden de la información y facilitan la comprensión y asimilación de las conexiones de las diversas ideas. Gracias a ellos entre otras cosas formamos nuestras ideas y opiniones.

Como sabemos, no hay dos cerebros iguales por ende, no puede haber dos interpretaciones exactamente iguales de un mismo tema y eso hace enriquecedor cada encuentro con “el otro”. La mala noticia es que por cultura, por educación, por egocentrismo o terquedad, a menudo confundimos, consciente o inconscientemente, nuestros Mapas (Realidad Subjetiva), con el Territorio (Realidad Objetiva) y así nos comunicamos con los demás como si todos compartiéramos la misma visión, causando conflictos en todos los ámbitos sociales (familiar, social, laboral, político).

El terco es un fiel representante de esa “especie”; una “raza” de personas que se apegan excesivamente a su visión del mundo y no tiene la flexibilidad mental suficiente como para tomar en consideración otros puntos de vista.

Generalmente la persona terca prefiere rodearse de gente que piense y reaccione de la misma manera, para que no pongan en discusión sus opiniones. El verdadero problema es que esa persona se identifica extremadamente con sus ideas y siente que su identidad corre peligro cuando alguien desafía su visión del mundo. Su reacción puede ser de agresividad, ofensa, exclusión.  

- Temen al cambio. Las personas testarudas suelen temer los cambios, aunque por supuesto no lo reconozcan. Las nuevas situaciones que se les presentan las perciben como amenazas que deben evitar a toda costa y cualquiera que intente imponer un cambio en su rutina o forma de pensar podría ser visto como un peligro. Es muy importante seguir ciertos patrones y tener hábitos, pero también nuestra salud mental depende de nuestra capacidad para aceptar y adaptarnos a unas circunstancias que cambian constantemente. Una persona terca suele afrontar el cambio recurriendo a la negación o la evasión.

- Discuten sobre todo. Tratar de conversar con una persona terca puede ser extremadamente desgastante ya que generalmente discuten sobre todo aquello que vaya contra su visión del mundo. Lo peor es que involucran demasiado su ego en esas discusiones, que convierten en batallas campales en las que el objetivo es ganar a toda costa, negando reconocer que están equivocadas.

- No modifican su mentalidad. Las personas tercas piensan que las cosas son blancas o negras, y que ellos siempre tienen la razón. Todo lo que se aleje mínimamente de su concepción del mundo y de la vida está equivocado. Suelen aferrarse a sus creencias para protegerse de los cambios ya que les reportan una zona de confort donde se sienten seguras. De hecho, detrás de la terquedad suele esconderse un profundo miedo ya que aceptar ideas y comportamientos diferentes implica salir de esa zona de seguridad para explorar nuevas cosas y eso siempre implica incertidumbre.

- Agreden. Muchas veces las personas tercas son conscientes de que sus argumentos no son suficientes para convencer a los demás, así que no dudan en recurrir a los ataques personales. Estas personas no recurrirán a los hechos, las cifras o los estudios científicos para apuntalar su idea sino que utilizará estrategias para minar a su interlocutor, atacando su credibilidad o autoestima. No es extraño que también medien los insultos o los juicios de valor, lo cual hace que debatir sobre un tema con personas tercas sea muy complicado.

- Evitan la información que contradice sus creencias. Las personas tercas solo leen las noticias de las fuentes que confirman su visión del mundo. No se arriesga a buscar otras fuentes porque ello las pondría en una situación conflictiva respecto a su identidad, que ha sido construida y se sostiene en base a esas creencias. El problema es que de esa manera, esas personas terminan aislándose en una realidad que solo confirma sus estereotipos, de manera que les resulta prácticamente imposible aceptar los hechos que la puedan negar o poner en discusión.

¿Cómo lidiar con una persona terca?

1. Usar la delicadeza. Es importante que la persona terca no nos vea como un adversario o una persona que quiere desestabilizarla. Utilicemos preguntas sutilmente, para que sea ella misma quien llegue a la conclusión. Esa estrategia suele ser mucho más eficaz que mostrarle hechos o datos. Evitemos juzgar porque solo harán que esa persona se ponga a la defensiva y, a partir de ese momento, cualquier discusión racional será imposible.

2. Usar la empatía. Cada quien es libre de mantener sus creencias y opiniones por lo tanto, no debemos presionar a la persona terca para que cambie sino debemos respetar sus opiniones. De hecho, a través de la empatía, es mucho más eficaz que discutamos desde su posición, comprendiendo sus argumentos e intentando desmontarlos. Eso hará que la conversación sea enriquecedora y no se convierta en un monólogo a intervalos.

3. Centrarse en el tema. Es probable que cuando la persona terca se quede sin argumentos, intente llevar la discusión al plano personal. Intentemos mantener la discusión centrada en el asunto que nos ocupa. Recordemos que una persona terca padece de “pérdida de audición temporal”: la única opinión que escucha es la suya.

4. Abandonemos la idea de ganar. Si queremos un interlocutor abierto, nosotros también debemos ser abiertos. En una conversación, ganamos cuando aprendemos algo nuevo explorando y aceptando otros puntos de vista.

5. La terquedad también es positiva. Los grandes inventores de la historia fueron personas testarudas que se empecinaron en hacer realidad su sueño. Los tercos pueden ser personas complejas y por eso muy interesantes.

Si todas estas estrategias no los convencen, una opción para lidiar con un terco es dejar de lidiar con un terco. Funciona, se los prometo.

La vida es muy corta como para discutir con un terco..

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