Como sabemos, no hay dos cerebros iguales por ende, no puede haber dos interpretaciones exactamente iguales de un mismo tema y eso hace enriquecedor cada encuentro con “el otro”.
En mis manuales “Enseñar Sin Enseñar” y “Conversar Sin Conversar” he escrito sobre
los mapas mentales como elementos que nos ayudan a formar nuestra visión del
mundo que nos rodea. Ellos son un método muy eficaz que utiliza nuestro cerebro
para procesar, clasificar y memorizar información sobre un tema específico. Sirven
para establecer visualmente el orden de la información y facilitan la
comprensión y asimilación de las conexiones de las diversas ideas. Gracias a
ellos entre otras cosas formamos nuestras ideas y opiniones.
Como sabemos, no
hay dos cerebros iguales por ende, no puede haber dos interpretaciones
exactamente iguales de un mismo tema y eso hace enriquecedor cada encuentro con
“el otro”. La mala noticia es que por cultura, por educación, por egocentrismo
o terquedad, a menudo confundimos, consciente o inconscientemente, nuestros
Mapas (Realidad Subjetiva), con el Territorio (Realidad Objetiva) y así nos
comunicamos con los demás como si todos compartiéramos la misma visión,
causando conflictos en todos los ámbitos sociales (familiar, social, laboral,
político).
El terco es un
fiel representante de esa “especie”; una “raza” de personas que se apegan excesivamente a su visión del mundo y no tiene la flexibilidad mental
suficiente como para tomar en consideración otros puntos de vista.
Generalmente la
persona terca prefiere rodearse de gente que piense y reaccione de la misma
manera, para que no pongan en discusión sus opiniones. El verdadero problema es
que esa persona se identifica extremadamente con sus ideas y siente que su
identidad corre peligro cuando alguien desafía su visión del mundo. Su reacción
puede ser de agresividad, ofensa, exclusión.
- Temen al
cambio. Las personas testarudas suelen temer los cambios, aunque por supuesto
no lo reconozcan. Las nuevas situaciones que se les presentan las perciben como
amenazas que deben evitar a toda costa y cualquiera que intente imponer un
cambio en su rutina o forma de pensar podría ser visto como un peligro. Es muy
importante seguir ciertos patrones y tener hábitos, pero también nuestra salud
mental depende de nuestra capacidad para aceptar y adaptarnos a unas
circunstancias que cambian constantemente. Una persona terca suele afrontar el
cambio recurriendo a la negación o la evasión.
- Discuten sobre
todo. Tratar de conversar con una persona terca puede ser extremadamente
desgastante ya que generalmente discuten sobre todo aquello que vaya contra su
visión del mundo. Lo peor es que involucran demasiado su ego en esas
discusiones, que convierten en batallas campales en las que el objetivo es ganar
a toda costa, negando reconocer que están equivocadas.
- No modifican
su mentalidad. Las personas tercas piensan que las cosas son blancas o negras,
y que ellos siempre tienen la razón. Todo lo que se aleje mínimamente de su
concepción del mundo y de la vida está equivocado. Suelen aferrarse a sus
creencias para protegerse de los cambios ya que les reportan una zona de
confort donde se sienten seguras. De hecho, detrás de la terquedad suele
esconderse un profundo miedo ya que aceptar ideas y comportamientos diferentes
implica salir de esa zona de seguridad para explorar nuevas cosas y eso siempre
implica incertidumbre.
- Agreden.
Muchas veces las personas tercas son conscientes de que sus argumentos no son
suficientes para convencer a los demás, así que no dudan en recurrir a los
ataques personales. Estas personas no recurrirán a los hechos, las cifras o los
estudios científicos para apuntalar su idea sino que utilizará estrategias para
minar a su interlocutor, atacando su credibilidad o autoestima. No es extraño
que también medien los insultos o los juicios de valor, lo cual hace que
debatir sobre un tema con personas tercas sea muy complicado.
- Evitan la
información que contradice sus creencias. Las personas tercas solo leen las
noticias de las fuentes que confirman su visión del mundo. No se arriesga a
buscar otras fuentes porque ello las pondría en una situación conflictiva
respecto a su identidad, que ha sido construida y se sostiene en base a esas
creencias. El problema es que de esa manera, esas personas terminan aislándose
en una realidad que solo confirma sus estereotipos, de manera que les resulta
prácticamente imposible aceptar los hechos que la puedan negar o poner en discusión.
¿Cómo lidiar con
una persona terca?
1. Usar la delicadeza.
Es importante que la persona terca no nos vea como un adversario o una persona
que quiere desestabilizarla. Utilicemos preguntas sutilmente, para que sea ella
misma quien llegue a la conclusión. Esa estrategia suele ser mucho más eficaz
que mostrarle hechos o datos. Evitemos juzgar porque solo harán que esa persona
se ponga a la defensiva y, a partir de ese momento, cualquier discusión
racional será imposible.
2. Usar la empatía.
Cada quien es libre de mantener sus creencias y opiniones por lo tanto, no
debemos presionar a la persona terca para que cambie sino debemos respetar sus
opiniones. De hecho, a través de la empatía, es mucho más eficaz que discutamos
desde su posición, comprendiendo sus argumentos e intentando desmontarlos. Eso
hará que la conversación sea enriquecedora y no se convierta en un monólogo a
intervalos.
3. Centrarse en
el tema. Es probable que cuando la persona terca se quede sin argumentos,
intente llevar la discusión al plano personal. Intentemos mantener la discusión
centrada en el asunto que nos ocupa. Recordemos que una persona terca padece de
“pérdida de audición temporal”: la única opinión que escucha es la suya.
4. Abandonemos
la idea de ganar. Si queremos un interlocutor abierto, nosotros también debemos
ser abiertos. En una conversación, ganamos cuando aprendemos algo nuevo
explorando y aceptando otros puntos de vista.
5. La terquedad
también es positiva. Los grandes inventores de la historia fueron personas
testarudas que se empecinaron en hacer realidad su sueño. Los tercos pueden ser
personas complejas y por eso muy interesantes.
Si todas estas
estrategias no los convencen, una opción para lidiar con un terco es dejar
de lidiar con un terco. Funciona, se los prometo.
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