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14/08/2018

¡No!, ¡No!, ¡No! y ¡No!


Como sabemos, no hay dos cerebros iguales por ende, no puede haber dos interpretaciones exactamente iguales de un mismo tema y eso hace enriquecedor cada encuentro con “el otro”. 


En mis manuales “Enseñar Sin Enseñar” y “Conversar Sin Conversar” he escrito sobre los mapas mentales como elementos que nos ayudan a formar nuestra visión del mundo que nos rodea. Ellos son un método muy eficaz que utiliza nuestro cerebro para procesar, clasificar y memorizar información sobre un tema específico. Sirven para establecer visualmente el orden de la información y facilitan la comprensión y asimilación de las conexiones de las diversas ideas. Gracias a ellos entre otras cosas formamos nuestras ideas y opiniones.

Como sabemos, no hay dos cerebros iguales por ende, no puede haber dos interpretaciones exactamente iguales de un mismo tema y eso hace enriquecedor cada encuentro con “el otro”. La mala noticia es que por cultura, por educación, por egocentrismo o terquedad, a menudo confundimos, consciente o inconscientemente, nuestros Mapas (Realidad Subjetiva), con el Territorio (Realidad Objetiva) y así nos comunicamos con los demás como si todos compartiéramos la misma visión, causando conflictos en todos los ámbitos sociales (familiar, social, laboral, político).

El terco es un fiel representante de esa “especie”; una “raza” de personas que se apegan excesivamente a su visión del mundo y no tiene la flexibilidad mental suficiente como para tomar en consideración otros puntos de vista.

Generalmente la persona terca prefiere rodearse de gente que piense y reaccione de la misma manera, para que no pongan en discusión sus opiniones. El verdadero problema es que esa persona se identifica extremadamente con sus ideas y siente que su identidad corre peligro cuando alguien desafía su visión del mundo. Su reacción puede ser de agresividad, ofensa, exclusión.  

- Temen al cambio. Las personas testarudas suelen temer los cambios, aunque por supuesto no lo reconozcan. Las nuevas situaciones que se les presentan las perciben como amenazas que deben evitar a toda costa y cualquiera que intente imponer un cambio en su rutina o forma de pensar podría ser visto como un peligro. Es muy importante seguir ciertos patrones y tener hábitos, pero también nuestra salud mental depende de nuestra capacidad para aceptar y adaptarnos a unas circunstancias que cambian constantemente. Una persona terca suele afrontar el cambio recurriendo a la negación o la evasión.

- Discuten sobre todo. Tratar de conversar con una persona terca puede ser extremadamente desgastante ya que generalmente discuten sobre todo aquello que vaya contra su visión del mundo. Lo peor es que involucran demasiado su ego en esas discusiones, que convierten en batallas campales en las que el objetivo es ganar a toda costa, negando reconocer que están equivocadas.

- No modifican su mentalidad. Las personas tercas piensan que las cosas son blancas o negras, y que ellos siempre tienen la razón. Todo lo que se aleje mínimamente de su concepción del mundo y de la vida está equivocado. Suelen aferrarse a sus creencias para protegerse de los cambios ya que les reportan una zona de confort donde se sienten seguras. De hecho, detrás de la terquedad suele esconderse un profundo miedo ya que aceptar ideas y comportamientos diferentes implica salir de esa zona de seguridad para explorar nuevas cosas y eso siempre implica incertidumbre.

- Agreden. Muchas veces las personas tercas son conscientes de que sus argumentos no son suficientes para convencer a los demás, así que no dudan en recurrir a los ataques personales. Estas personas no recurrirán a los hechos, las cifras o los estudios científicos para apuntalar su idea sino que utilizará estrategias para minar a su interlocutor, atacando su credibilidad o autoestima. No es extraño que también medien los insultos o los juicios de valor, lo cual hace que debatir sobre un tema con personas tercas sea muy complicado.

- Evitan la información que contradice sus creencias. Las personas tercas solo leen las noticias de las fuentes que confirman su visión del mundo. No se arriesga a buscar otras fuentes porque ello las pondría en una situación conflictiva respecto a su identidad, que ha sido construida y se sostiene en base a esas creencias. El problema es que de esa manera, esas personas terminan aislándose en una realidad que solo confirma sus estereotipos, de manera que les resulta prácticamente imposible aceptar los hechos que la puedan negar o poner en discusión.

¿Cómo lidiar con una persona terca?

1. Usar la delicadeza. Es importante que la persona terca no nos vea como un adversario o una persona que quiere desestabilizarla. Utilicemos preguntas sutilmente, para que sea ella misma quien llegue a la conclusión. Esa estrategia suele ser mucho más eficaz que mostrarle hechos o datos. Evitemos juzgar porque solo harán que esa persona se ponga a la defensiva y, a partir de ese momento, cualquier discusión racional será imposible.

2. Usar la empatía. Cada quien es libre de mantener sus creencias y opiniones por lo tanto, no debemos presionar a la persona terca para que cambie sino debemos respetar sus opiniones. De hecho, a través de la empatía, es mucho más eficaz que discutamos desde su posición, comprendiendo sus argumentos e intentando desmontarlos. Eso hará que la conversación sea enriquecedora y no se convierta en un monólogo a intervalos.

3. Centrarse en el tema. Es probable que cuando la persona terca se quede sin argumentos, intente llevar la discusión al plano personal. Intentemos mantener la discusión centrada en el asunto que nos ocupa. Recordemos que una persona terca padece de “pérdida de audición temporal”: la única opinión que escucha es la suya.

4. Abandonemos la idea de ganar. Si queremos un interlocutor abierto, nosotros también debemos ser abiertos. En una conversación, ganamos cuando aprendemos algo nuevo explorando y aceptando otros puntos de vista.

5. La terquedad también es positiva. Los grandes inventores de la historia fueron personas testarudas que se empecinaron en hacer realidad su sueño. Los tercos pueden ser personas complejas y por eso muy interesantes.

Si todas estas estrategias no los convencen, una opción para lidiar con un terco es dejar de lidiar con un terco. Funciona, se los prometo.

La vida es muy corta como para discutir con un terco..

20/10/2017

El mentiroso: Cómo desenmascararlo…


Quien se agita, transpira o respira de manera irregular podría simplemente ser o estar nervioso. Así que tomemos esta lectura como un momento de diversión y distracción. Sin embargo, si notamos algunos de estos comportamientos, no estará de más considerarlos. Podrían ayudarnos a descubrir una mentira o peor aún, un mentiroso.

1) Sacude la cabeza
Si luego de formular una pregunta directa, observamos un movimiento de cabeza repentino, la cabeza hacia atrás o inclinada hacia abajo, doblada o girada hacia un lado, es posible que nos estén mintiendo. Esto generalmente sucede un instante antes de que la persona tenga que responder a una pregunta incómoda.

2) Cambia el ritmo de su respiración
Podría comenzar a respirar pesadamente, levantar los hombros y su voz se debilitarse. Se reduce la capacidad de respiración porque aumentan los latidos del corazón y por consecuencia el flujo sanguíneo.

3) Repite palabras o frases
Esto se debe a que intenta persuadirnos y convencerse a sí mismo. La repetición también es una forma de ganar tiempo para poder ordenar mejor los pensamientos. Cuando alguien no es honesto, a menudo intenta reducir la velocidad al responder para poder pensar qué decir después.

4) Instintivamente cubre las partes más vulnerables de su cuerpo
Esto podría incluir partes como la garganta, el tórax, el cuello, la cabeza o el abdomen. Esto tiene su origen primordial. Su cerebro capta la posibilidad de agresión y ordena proteger las partes más vulnerables de su cuerpo.

5) Se toca o se cubre su boca
La persona que está mintiendo, automáticamente pone sus manos sobre su boca ya que no quiere enfrentar o responder una pregunta. Eso puede significar también que no está diciendo toda la verdad o simplemente está ocultando información (que es la antesala de la mentira).

6) Arrastra sus pies
El arrastrar los pies nos dice que el mentiroso potencial se siente incómodo y nervioso y quisiera abandonar esa situación. Las piernas y los pies son las partes más largas de nuestro cuerpo, son parte activa en el lenguaje no verbal.

7) Da demasiada información
Cuando alguien se va por las ramas o nos da mucha información o muchos detalles que no hemos solicitado, existe una gran posibilidad de que no esté diciendo la verdad. El mentiroso habla mucho porque espera ser más creíble.

8) Tiende a señalar con el dedo
Si el mentiroso siente que está siendo descubierto en su mentira, se vuelve hostil y se pone a la defensiva, intentando girar la conversación en contra de nosotros señalándonos con frecuencia con su dedo índice.

9) Le cuesta modular
Esto se debe a que su cerebro disminuye la salivación en momentos estresantes, lo que naturalmente seca la boca. También tiende a morderse repentinamente sus labios o a contraerlos.

10) Nos mira fijamente sin parpadear
Cuando alguien miente, interrumpe el contacto visual, pero el mentiroso “profesional” se esfuerza por mantener el contacto visual en un intento de controlarnos y manipularnos (v. El Manipulador Emocional). Cuando una persona dice la verdad de vez en cuando mira a su alrededor e incluso a veces puede apartar la vista de su interlocutor.

11) Comienza a sudar
Cuando una persona miente, tiende a ponerse nerviosa y a sentirse incómoda. Eso genera sudoración. Podríamos observar gotas de sudor en el labio superior de su boca o en su frente.

12) Se agita
Algunas personas no pueden estar quietas; otras solo se agitan cuando se ponen nerviosas. Si la persona con la que estamos hablando siempre tiende a moverse mucho o tiene una buena razón para estar preocupado, entonces no nos preocupemos por la agitación. El agitarse también puede ser una señal de que alguien es un mentiroso inexperto que no es capaz de controlar sus propios nervios o que algo malo que está a punto de suceder.

01/10/2017

Comunicar con seres maravillosos: Los niños…



"Más importante de lo “qué” decimos es “cómo” lo decimos."


1.      Cuando hablemos, coloquémonos a su altura y tratemos de que nos mire a los ojos. Así lograremos su atención. No olvidemos dirigirnos a él siempre con respeto.

2.      Más que decirlo, mostrarlo. El ejemplo práctico es interpretado por el cerebro del niño más rápidamente.

3.      Menos es más. Cuantas menos palabras utilicemos, mejor. El cerebro de un niño es capaz de prestar atención solo por cortos periodos de tiempo.

4.      Lo escrito funciona. El cerebro de un niño cuando lee contextualiza y procesa mejor la información. Dejarle una breve nota para recomendarle (nunca ordenarle) lo que debe hacer es una muy eficiente opción.

5.      Paciencia. Cada cerebro es distinto y necesita su tiempo para procesar la información que está recibiendo. La importancia de las pausas y del silencio en la comunicación.

6.      Seccionar. Una recomendación (nunca una orden) a la vez y lo más específica posible. El cerebro de un niño fácilmente divaga y se distrae. (afortunados ellos…)

7.      Involucrar. Al cerebro le gusta sentirse partícipe, se siente valorado e integrado, su autoestima aumenta y su interés en cumplir con las tareas que se le han asignado será mucho más intenso.

Muchas veces, cuando el niño no nos está prestando atención es porque nosotros no nos estamos dirigiendo hacia él de la manera correcta. 

04/09/2017

El orgulloso intelectual...

…quiere tener siempre la última palabra ...











"Esta soberbia no me es nueva ..."
Dante
La Divina Comedia, Infierno, Canto VIII


"Soberbia", "presunción", "arrogancia", "audacia", "orgullo intelectual"

El orgulloso intelectual se blinda en sus propias ideas ante el mundo y la novedad: una característica totalmente contraproducente que vuelve muy difícil el sostener una sana conversación.
Una constante voluntad tediosa, intransigente, irritable de imponer su propio pensamiento, sin importarle si tiene razón o no.

“Querer tener siempre la última palabra” - Una actitud que produce mucho daño. No tiene nada que ver con el saber o el lograr llegar a un punto de vista o una meta.

El orgulloso intelectual es el que en una conversación se preocupa más de reafirmar su punto de vista que de dialogar con el otro. Incluso al darse cuenta de que el otro tiene razón, continúa defendiendo absurdamente su posición.

No es simple terquedad: es agresividad enmascarada. Algo que impide un diálogo verdadero y constructivo: sólo considera sus propias ideas. El orgullo carece de ideas, espera a que el otro exprese su opinión para luego contraatacar con la suya, diferente y opuesta, con el fin de demostrar que su opinión es la correcta, la definitiva.

Donde hay orgullo, no hay libertad y la ausencia de libertad no es tanto de quien sufre la "última palabra", sino del que la tiene. El orgulloso intelectual termina generalmente sólo, en sus creencias y en su inútil afirmación de fuerza.

Abandonar el orgullo intelectual significa liberar los propios pensamientos. Se abandona la idea equivocada que ve una confrontación o un debate como un encuentro de boxeo en el que está en juego nuestro valor como personas, y se abraza la belleza del intercambio real de visiones, a través de un diálogo fructífero. Se logra la libertad de decir lo que se piensa, de poder coexistir con diferentes posibilidades y puntos de vista que se integran incluso siendo opuestos.

Debemos escuchar, proponer, asociar, mezclar, extraer nuevas ideas. La integración representa el nivel más alto de conocimiento y de libertad.

Cegado por la necesidad de tener siempre la razón y la última palabra, el orgulloso intelectual no es consciente de los efectos negativos que produce en los otros: un sentido de inadecuación, duda permanente, frustración, irritación, nerviosismo e intolerancia debido a la imposibilidad de tener una un diálogo sano y útil que, a la larga, se manifiesta en la tendencia a evitar tal relación.
Desconexión social y emocional garantizada.

¿Cómo se reconoce un orgulloso intelectual?

No escucha: él no presta atención a lo que su interlocutor dice realmente ya que está totalmente enfocado en elaborar su afirmación que obviamente, deberá ser la última.
Es compulsivo: interrumpe. Querer tener siempre la última palabra suele ser un automatismo reflexivo detrás del cual se oculta incertidumbre y poca autoridad moral.
No acepta la pluralidad: piensa que siempre tiene razón. Según él, un debate siempre debe terminar con un "vencedor" (él) y un "perdedor" (el otro).
No considera el contexto: el orgulloso intelectual no toma en cuenta el lenguaje no verbal, ni el contexto y ni la situación personal de su interlocutor. Carece de empatía.
A menudo utiliza prejuicios: el orgulloso intelectual ama las teorías pre-empaquetadas. Es blanco o negro, no hay grises. No acepta que las opiniones fijas son riesgosas y que la verdad puede ser relativa o cambiante.

20/03/2017

Frases Poderosas...

Una simple frase o pregunta, dicha de forma consciente y en el momento adecuado, consigue generar conexiones positivas en nuestro cerebro y saca a relucir lo mejor que tenemos como personas; esas cualidades que, como seres humanos, nos hacen únicos y especiales.

“Sé que sabrás hacerlo”
“Creo en ti”
“No dudo que lo conseguirás”
“Lo vas a lograr”
“¿Por qué no pruebas?”
“¿Te atreves a probar?”
“¿Y si lo intentamos juntos?”
“¿Te animas a hacerlo?”
“Me encanta cómo haces esto”
“¿Y si tratas de verlo de otra forma?”
“¿Cómo crees que otras personas opinarían?”
“¿Mañana volverías a pensar lo mismo?”
“¡Cuánto te has esforzado!”
“Te aplicaste mucho en el trabajo de grupo”
“Has trabajado duro en ello”
“Puedes estar orgulloso de cómo te has esforzado”
“Sé cómo te sientes…”
“Veo que estás muy feliz”
“Veo que eso no te ha gustado”
“Me parece que estás enfadado”
“Me importa tu opinión, ¿qué piensas sobre esto?”

Algunas frases tienen el poder de reconfortar y hacernos sentir capaces de cualquier cosa; fortalecen nuestra confianza y nuestra autoestima. Este tipo de expresiones son importantísimas no solo durante la infancia y la adolescencia, que es el momento en que se está forjando la personalidad, sino durante toda nuestra vida. El problema que desafortunadamente en la medida que crecemos, cada vez oímos menos frases reconfortantes dichas con honestidad desde el corazón.

¿Motivo? Ese es otro tema…

Cuando hablamos desde el corazón con frases sinceras, nuestro cerebro se llena de energía. “Él” necesita saber que confiamos y que creemos en sus capacidades de crecer y resolver problemas.
Frases o preguntas oportunas (yo prefiero llamarlas “poderosas”), pueden ayudarnos a encontrar y desarrollar elementos que aportaran beneficios a nuestro equilibrio emocional y por ende, a nuestro bienestar.

Autoestima: Una parte importante en la construcción de la autoestima es la interacción con otras personas. Desde pequeños empezamos a relacionarnos y a medirnos. Las comparaciones aunque negativas, son inevitables por eso es muy importante que alguien nos recuerde de vez en cuando (Y a toda edad…), que cada uno de nosotros es único y especial.

Visión: Tendemos a ofuscarnos en nuestros propios pensamientos y opiniones y nos resulta difícil ver las cosas desde otro punto de vista. De tal manera que es muy importante disponer de alguien que nos empuje a pensar de forma distinta y que nos abra nuestra mente.

Motivación: La verdadera Motivación (La intrínseca) se basa en el recorrido y no en la meta. Todos necesitamos sentir que nuestros esfuerzos y no solo los logros que alcanzamos son reconocidos. Por eso, cuando destacamos la dedicación, el esfuerzo por encima del resultado, fortalecemos esos comportamientos y esas actitudes positivas.

Emociones: Necesitamos aprender un vocabulario emocional que nos permita entender lo que estamos sintiendo y poner voz a nuestras emociones. Solo así lograremos identificar nuestros sentimientos para luego compartirlos. Desde los primeros años podemos acompañar esas emociones, es decir, desarrollar la capacidad de pronunciar en voz alta cómo creemos que nos sentimos. Ese vocabulario será un gran amigo que nos acompañará durante toda nuestra vida.

Opiniones: Cuando sentimos que dan valor a nuestras opiniones, nos sentimos reconfortados y satisfechos. Nuestros pensamientos son importantes y cada uno de nosotros tiene su propia forma de pensar (Mapas Mentales).

Todo esto se traduce en una mejor y más sana convivencia: nos volvemos más receptivos y tolerantes, elementos básicos para promover diálogos constructivos y beneficiosos para todos.

15/02/2017

Antes el ser humano, después el alumno…




"Debemos enfocarnos en construir una relación con nuestros estudiantes antes de iniciar nuestro programa de enseñanza."


Me gustaría insistir en un aspecto del maravilloso mundo de la educación y del aprendizaje que yo considero fundamental: Antes del programa, de las tareas, de las notas, de los exámenes, está la persona. Debemos enfocarnos en construir una relación con nuestros estudiantes antes de iniciar nuestro programa de enseñanza.

El concepto que un educador es tan solo un transmisor de información está, por suerte, siendo superado. Un educador es mucho más que un programa de estudios y para un estudiante es importante que nosotros mostremos interés en el ser humano antes que en el alumno.

Debemos conectar emocionalmente con nuestros estudiantes para que se sientan a gusto, tomados en cuenta y respetados. Solo así generaremos la suficiente Atención, Motivación y Concentración fundamentales para un aprendizaje efectivo.

1.       Los primeros minutos…
…para involucrar a nuestros estudiantes en una conversación casual. Preguntémosles acerca de su día, si pasaron por algo emocionante, si tienen algún programa interesante para la semana. Hablemos de juegos, música, programas de televisión, deportes, películas y cualquier otra cosa que quieran discutir.
Recordemos que durante una conversación, las dos partes aprenden. Sin llegar a preguntas directas que puedan incomodar, a través de estos breves encuentros informales, nosotros los educadores podemos tener una panorámica más amplia y certera de la situación familiar de cada estudiante y así conocerlo más en su intimidad. En base a las respuestas, podemos saber muy rápidamente quién tiene una vida casera dura, si los padres están “presentes” o “ausentes”, si son estimulados a leer, a escribir, a pensar. Podemos lograr fuertes conexiones que nos permitirán diagnosticar eventuales problemas en el aprendizaje. Ellos confiarán en nosotros simplemente porque los sabremos escuchar.

2.       Las actividades extracurriculares…
…son muy importantes para la formación de un niño y que el educador participe en ellas, más importante aún. Debemos interesarnos por las cosas que los estudiantes aman si queremos que ellos se interesen en lo que nosotros amamos. Asistir a uno de sus eventos es un acto simple con el cual demostramos que los ellos nos importan y los tomamos en consideración.
Otra gran razón para asistir a estos eventos es que podemos conectarnos con la familia. Debemos interactuar con los padres de nuestros estudiantes en un ambiente informal. Es una buena manera de mantenerse en contacto y tener conversaciones sobre sus hijos. Podemos compartir información sobre asuntos de clase y temas de casa. En la mayoría de los casos, los padres se sentirán muy bien hablando con los maestros sobre sus hijos. Una buena comunicación Padres-Educadores-Estudiantes es la fórmula mágica que nos va a facilitar el camino hacia una mejor educación.

3.       Estar disponible…
…fuera del estricto horario de clases es algo muy importante para nuestros alumnos. Unos minutos antes de que comience el día escolar, o al finalizar el mismo, tengamos encuentros informales con nuestros alumnos en nuestra oficina, en el patio, en el pasillo, en la cafetería. Podemos decirles que pueden enviarnos un correo electrónico para programar una cita; se sorprenderán de cuántos estudiantes aprovecharán de nuestra oferta. Nuestros estudiantes necesitan ser escuchados (a todas las edades). Las conversaciones pueden ir desde lo profundo y lo triste hasta lo ligero y lo alegre. Sacrificamos parte de nuestro tiempo libre pero gracias a ello obtendremos importantes informaciones de nuestros alumnos que nos permitirán no sólo ayudarles con sus problemas, sino también involucrarlos más en el salón de clases.


"La Enseñanza y el Aprendizaje deben ser siempre una divertida y emocionante diversión compartida.”

12/01/2017

Tengamos cuidado con las palabras que usamos porque ...





...pueden literalmente cambiar nuestro cerebro.







Una sola palabra tiene el poder de influir en los genes que regulan el estrés físico y emocional. Tengamos cuidado con las palabras que usamos porque pueden literalmente cambiar nuestro cerebro.

Cuando usamos palabras positivas, mejoramos el razonamiento cognitivo en áreas de nuestro lóbulo frontal y estimulamos los centros de motivación del cerebro.

Por otro lado, el uso de palabras negativas impide la producción de neuroquímicos que necesitamos para el manejo del estrés. Aumenta la sensación de “miedo - amenaza” en nuestro cerebro y se bloquean las conexiones de pensamiento elevado.

Al mantener palabras positivas y optimistas en nuestra mente, también estimulamos la actividad en los centros de lenguaje específicos que se conectan directamente a la corteza motora responsable de movernos a la acción.

Las funciones en el Lóbulo Parietal comienzan a cambiar y modifican nuestra percepción de los demás y de nosotros mismos. Una visión positiva de nosotros mismos nos lleva a ver lo bueno en otros, mientras que una auto-imagen negativa nos lleva hacia la sospecha y la duda. 

Con el tiempo, la estructura de nuestro Tálamo también cambia en respuesta a nuestras palabras, pensamientos y sentimientos conscientes y los estudios demuestran que la actividad del Tálamo es determinante en la manera en que percibimos la realidad.

"Well, this is my first affair, please be kind
Handle my heart with care, please be kind…" Frank Sinatra

09/01/2017

Educar es también formar mejores Oradores y Oyentes…




Aprender a escuchar y hablar es extremadamente importante para ampliar el conocimiento, mejorar la comprensión y construir el concepto de comunidad entre nuestros alumnos.



1. Tengamos interacciones con nuestros alumnos, de uno a dos minutos, uno a uno, unas cuantas veces por semana. Compartamos información acerca de nosotros mismos y mostremos interés haciéndoles preguntas sobre sus intereses.
2. Incluyamos el lenguaje no verbal y paraverbal que reforcemos la sensación de lo que estamos oyendo nos interesa.
3. Identifiquemos y modifiquemos los comentarios dolorosos. Si el estudiante no parece estar consciente, propongamos una respuesta alternativa y luego pidamos al estudiante que piense en otras alternativas.
4. Formulemos preguntas abiertas que estimulan la discusión y pueden ser una manera muy poderosa de reforzar el concepto de que hay diferentes puntos de vista sobre un tema que pueden ser igualmente válidos.
5. Trasmitamos a nuestros estudiantes que antes del "saber" está el "pensar". Enseñémosles cómo preguntarse en voz alta, cómo especular, cómo adivinar o cómo dar la mejor respuesta que puedan.
6. Antes de comenzar la clase, preguntemos a los estudiantes acerca de sus otras clases, qué piensan sobre un evento actual, un estreno de cine o cómo se sienten acerca del resultado de un juego.
7. Cuando un estudiante está hablando en clase y nosotros estamos escuchando, incluyamos el contacto visual, dirigiendo alternativamente nuestra mirada hacia otros estudiantes. Esto hará que el orador redirija su conversación hacia sus compañeros así sus compañeros se involucrarán en la charla.
8. Utilicemos un objeto como señal para establecer turnos en las conversaciones. Los estudiantes podrán hablar solo cuando tengan el objeto, mientras que los otros escucharán atentamente y pacientemente esperarán su turno.
9. Trabajemos constantemente en el desarrollo de la Empatía.

12/12/2016

El Silencio, nuestro amigo olvidado…



El Silencio no nos pertenece más. 

Estamos abrumados por ruidos de todo tipo, de forma continua y a lo largo de todas nuestras jornadas. Ruidos ensordecedores, intrusivos y molestos que afectan nuestro bienestar.
Tráfico, teléfonos, televisión, música a todo volumen, no permiten concentrarnos y enfocarnos en nuestro presente.

El Silencio nos relaja, nos invita a la reflexión. Tal vez estas acciones son tan temidas que a menudo nosotros mismos queremos cubrir el silencio con ruido. Para evitar reflexionar, pensar, porque estamos incómodos en ese vacío solo con nosotros mismos y necesitamos llenarlo de inmediato con cualquier cosa que nos “distraiga”.

El Silencio es parte fundamental de una buena y sana comunicación. ¿Quién de nosotros logra mantener silencio durante una conversación? Tratamos evitarlo a toda costa con palabras a veces sin sentido. El Silencio nos pesa, porque ya no somos capaces de comunicarnos con él, tenemos que recurrir a las palabras, de otro modo nos sentimos perdidos.

Hemos olvidado que en un diálogo respetuoso y fructífero, son necesarias pausas de silencio en las cuales damos la oportunidad a nuestro cerebro de asimilar para reflexionar y para escuchar activamente a nuestro interlocutor. Sólo de esta manera podemos producir palabras de forma constructiva y positiva. De lo contrario ellas saldrán en ráfagas sin sentido, sólo por la necesidad de querer llenar ese vacío.

Nuestro cerebro "metropolitano" ya no está habituado a convivir con el Silencio y así, pensamientos y preocupaciones invaden nuestras vidas y nos impiden degustar silenciosamente el momento en que vivimos.

Empecemos a saborear el Silencio un poco a la vez y entendamos que no hay que evitarlo, por el contrario, hay que amarlo e incluirlo en nuestra cotidianeidad.

El Silencio nos brinda calma, ayuda a relajarnos, a pensar, nos permite escuchar otros sonidos que no tienen nada que ver con los ruidos abrumadores creados por nuestras ciudades. El Silencio nos obliga a detenernos unos instantes y abandonar la prisa.

Encontremos un lugar tranquilo para pasar, cada día, un poco de tiempo en silencio.

Apaguemos televisión, radio, teléfonos móviles y dediquemos unos minutos al Silencio. Estemos solos o en pareja, en familia, entre amigos, practiquemos el Silencio; obtendremos resultados maravillosos.

Desafortunadamente, nuestro Cerebro está acostumbrado al ruido, no le molesta, por lo que no puede comprender el impacto negativo que tiene sobre nuestra calidad de vida.

Si logramos habituar a nuestro Cerebro a convivir con el Silencio, obtendremos momentos de verdadero bienestar, haciendo que el ruido se vuelva cada vez más insoportable.


Tenemos que reeducar a nuestro cerebro al Silencio.

07/12/2016

La Inteligencia Conversacional: Nuestra Inteligencia Social


La Inteligencia Conversacional es una competencia que se puede cultivar y se expande con la práctica. Es nuestra Inteligencia Social ya que mientras el resto de las inteligencias son más individualistas y se desarrollan en solitario, ésta nace como resultado de un esfuerzo colaborativo junto a los demás.

La Inteligencia Conversacional nos va a dar la posibilidad de:

1.- Influir en nuestra química cerebral por consecuencia, en nuestra salud.
2.- Expresar e intercambiar nuestros pensamientos y sentimientos íntimos con nuestro interlocutor.
3.- Ampliar nuestra visión de la realidad y del Mundo.


El establecimiento de lazos profundos de confianza origina la liberación, a nivel cerebral, de una serie de sustancias como la oxitocina, la dopamina y la serotonina, que contribuyen a la sensación de bienestar. Cuando confiamos, nos sentimos mejor y más positivos; adoptamos una actitud más abierta a nuevas experiencias y nos sincronizamos con los demás.

15/10/2016

Mens Sana – Corpore Sano – Communicatio Sana

El Cerebro: Nuestro órgano social

La Inteligencia Conversacional es la capacidad de conectar, navegar y crecer junto a otros. No se trata simplemente de dar y recibir información; es llevar a nuestro cerebro a un nivel más alto, más amplio para que podamos descubrir y construir el mundo expandiendo nuestras visiones. Nos permitirá ver la realidad desde una panorámica más amplia y compleja, abriéndonos nuevos horizontes de pensamiento y reflexión. El lenguaje cumple un rol fundamental en este proceso. Cuando interactuamos nos estimulamos el uno al otro; la sensación de “amenaza” desaparece en nuestro cerebro y aflora un estado de “calma” que le permitirá construir nuevas conexiones y modificar las existentes para logra un mayor y más profundo conocimiento de la realidad. Al mismo tiempo la Inteligencia Conversacional nos produce una sensación de placer físico y anímico que se traduce en mayor bienestar. Nuestro cerebro necesita estar constantemente conectado con otros, es su naturaleza, es nuestro órgano social. 
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