Hace unos días, en un encuentro de educadores
en la ciudad de Montevideo, una estimada y exquisita colega argentina me dijo
que yo poseía un “alma vieja”. En ese momento traté, inútilmente, de luchar
contra mi Ego y me sentí “cuasi”
ofendido. Mi ignorancia sobre el tema pudo más, interpretando de manera errónea
dicha calificación.
El término “alma vieja” se refiere a personas
que son diferentes del resto, casi siempre porque tienen un nivel de madurez
muy superior al que muestran el resto de sus coetáneos. Son personas que son más
inteligentes, más sensibles, más intuitivas y que muchas veces sienten no
conectar con la época en que viven.
El origen de la expresión “alma vieja” proviene
del taoísmo que asevera que el alma abandona el Tao (Principio supremo e
impersonal de orden y de unidad del universo), para adquirir experiencias para
luego de su largo viaje, regresar al Tao, enriquecida con las experiencias de
vida. Así, el alma pasaría por 5 edades (o etapas) y mientras mayor es la edad,
más perfección y percepción ella logra.
Ahora, como todo, el ser un “alma vieja” tiene
sus lados positivos, pero también sus lados negativos.
Comencemos con los positivos:
1. Alto grado de madurez. Estas personas son
muy maduras para su edad, se plantean cuestiones en las que sus coetáneos ni
siquiera piensan y a menudo llegan a conclusiones muy sagaces, mostrando un
grado de razonamiento superior al normal.
2. Disfrutan de la soledad y la introspección.
Las personas que tienen un “alma vieja” suelen sentirse cómodas en soledad, no
necesitan estar continuamente acompañadas porque su mundo interior es
suficientemente rico. Suelen aprovechar ese tiempo para reflexionar, para
buscar un sentido más profundo a la vida y a lo que ocurre alrededor de ellas.
3. Tienen un sentido más espiritual de la
existencia. Las “almas viejas “son personas muy reflexivas pero se mueven por
pasión, les gusta trabajar en algo que les guste y buscan continuamente su
autorrealización. Son capaces de apreciar el valor de las cosas sencillas y no
dan excesiva importancia a los beneficios materiales. Se esfuerzan en
desarrollar una habilidad y suelen encontrar el placer en el camino, no en la
meta.
4. Tienen un instinto muy desarrollado. Las “almas
viejas” tienen un excelente instinto y cuando se guían por este, no suelen
fallar. Esto se debe a que son muy observadoras y tienen una gran capacidad
para formar en su mente cuadros completos de las situaciones a través de imágenes
que para la mayoría de las personas pasan desapercibidas.
5. Poseen un elevado nivel de empatía y
sensibilidad. Estas personas son particularmente empáticas, pueden ponerse en
el lugar de los demás con facilidad y comprenderlos, incluso cuando nadie más
lo logra. Esto se debe a que pueden ver más allá de los actos y comprender las
motivaciones o la forma de pensar del otro. Son capaces de perdonar, de dejar
ir y de aconsejar sin juzgar.
Sigamos con los negativos:
- Sienten que no encajan con las personas de su
edad ya que le interesan cosas diferentes y les resulta difícil compartirlas.
Por eso, a menudo estas personas tienen amigos o mayores o menores, con los
cuales puede hablar de temas más complejos y diversos.
- Experimentan una sensación de desconexión con
el mundo, la cual se debe a que no encuentran a muchas personas que compartan
sus puntos de vista y su forma de enfrentar la vida, sobre todo en culturas
donde se prioriza el dinero y las posesiones.
- Pueden tener problemas de autoestima o
incluso sufrir depresión ya que suelen medirse a sí mismos con una vara moral
muy estricta y en ocasiones se sienten atormentados por sus defectos o errores.
Ni la neurociencia ni mucho menos la psicología
han logrado determinar lo que realmente es un “alma vieja”. Lo que es innegable
que hay personas que tienen un nivel de madurez muy superior al esperado para
su edad, siendo catalogados como “precoces” ya que aventajan al resto de sus
coetáneos en inteligencia y/o sensibilidad. El secreto de esa precocidad aún no
se ha desvelado, muchos piensan que se trata de una concatenación de factores
entre los que se encuentran determinadas características de temperamento y
personalidad, un contexto socio-cultural propicio, un alto grado de motivación
y un nivel de inteligencia y creatividad superior a la norma.
Así que ya saben, si los definen como “almas
viejas”, no se ofendan.
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