Las preguntas son un gatillo para nuestro
cerebro. La habilidad de saber preguntar se desarrolla preguntando. No hay
conversación fructífera sin preguntas poderosas. Sócrates era un defensor de la
conversación y del debate. A través de continuas preguntas, sus discípulos
reflexionaban y accedían a su conocimiento interno, lo que les brindaba la
posibilidad no solo de aprender sino también una gran oportunidad para
conocerse a sí mismos.
Saber formular preguntas poderosas es considerada una habilidad del
pensamiento creativo.
Los seres humanos (solo algunos…) hacemos y nos
hacemos preguntas para comprender la realidad que nos rodea y poder así tener
referencias y respuestas. Las preguntas nos ayudan a estructurar nuestro
pensamiento, a sacar a la luz los puntos de dudas, a debatir nuevos puntos de
vista, a asumir la responsabilidad de nuestros pensamientos e ideas y a
descubrir lo que permanece más oculto, lo menos obvio.
Las preguntas (poderosas y abiertas) provocan
transformaciones, estimulan la aparición de nuevos caminos para pensar y
provocan a su vez, nuevas preguntas favoreciendo lo que se conoce como “lluvias
de ideas”. Por ello, un buen educador debe dominar el arte de hacer preguntas
para aplicarla cotidianamente en sus clases. Preguntas que enriquezcan el
ambiente del aula y estimulen la participación de todos los alumnos permitiendo
que distintas ideas y puntos de vista afloren y convivan. Preguntas
inspiradoras, motivadoras, amplias, que tengan fuerza, que lleven al estudiante
a sacar sus propias conclusiones y a explorar un área del saber sin
condicionamientos preestablecidos. Preguntas que hagan pensar y permitan que
las ideas se interconecten y formen nuevas redes de conexiones neuronales.
¿Qué…? ¿Dónde…? ¿Cuándo…? ¿Quién…?
¿Hasta qué punto…? ¿En qué medida…? ¿Según tu punto de vista…? ¿Cómo…? ¿Para
qué…?
Preguntas que marquen un espíritu de encuentro
y despierten gran curiosidad por aprender, pensando por sí mismos. Preguntas
que desarrollen el pensamiento crítico, anticonformista, expandiendo así la
creatividad.
Las sociedades futuras necesitarán seres
pensantes, multifacéticos, abiertos, tolerantes, críticos, empáticos, correctos
para salir del “Modo Springfield” en el que muchas estas sumergidas.
Preguntemos y preguntémonos qué debemos dejar
de hacer, qué debemos continuar e hacer y qué debemos comenzar a hacer.
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