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08/10/2018

Sociedades en “Modo Springfield”…



Las preguntas son un gatillo para nuestro cerebro. La habilidad de saber preguntar se desarrolla preguntando. No hay conversación fructífera sin preguntas poderosas. Sócrates era un defensor de la conversación y del debate. A través de continuas preguntas, sus discípulos reflexionaban y accedían a su conocimiento interno, lo que les brindaba la posibilidad no solo de aprender sino también una gran oportunidad para conocerse a sí mismos.

Saber formular preguntas poderosas es considerada una habilidad del pensamiento creativo.

Los seres humanos (solo algunos…) hacemos y nos hacemos preguntas para comprender la realidad que nos rodea y poder así tener referencias y respuestas. Las preguntas nos ayudan a estructurar nuestro pensamiento, a sacar a la luz los puntos de dudas, a debatir nuevos puntos de vista, a asumir la responsabilidad de nuestros pensamientos e ideas y a descubrir lo que permanece más oculto, lo menos obvio.

Las preguntas (poderosas y abiertas) provocan transformaciones, estimulan la aparición de nuevos caminos para pensar y provocan a su vez, nuevas preguntas favoreciendo lo que se conoce como “lluvias de ideas”. Por ello, un buen educador debe dominar el arte de hacer preguntas para aplicarla cotidianamente en sus clases. Preguntas que enriquezcan el ambiente del aula y estimulen la participación de todos los alumnos permitiendo que distintas ideas y puntos de vista afloren y convivan. Preguntas inspiradoras, motivadoras, amplias, que tengan fuerza, que lleven al estudiante a sacar sus propias conclusiones y a explorar un área del saber sin condicionamientos preestablecidos. Preguntas que hagan pensar y permitan que las ideas se interconecten y formen nuevas redes de conexiones neuronales.

¿Qué…? ¿Dónde…? ¿Cuándo…? ¿Quién…? ¿Hasta qué punto…? ¿En qué medida…? ¿Según tu punto de vista…? ¿Cómo…? ¿Para qué…?

Preguntas que marquen un espíritu de encuentro y despierten gran curiosidad por aprender, pensando por sí mismos. Preguntas que desarrollen el pensamiento crítico, anticonformista, expandiendo así la creatividad.

Las sociedades futuras necesitarán seres pensantes, multifacéticos, abiertos, tolerantes, críticos, empáticos, correctos para salir del “Modo Springfield” en el que muchas estas sumergidas.

Preguntemos y preguntémonos qué debemos dejar de hacer, qué debemos continuar e hacer y qué debemos comenzar a hacer.

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