El
sistema tradicional de educación (mono direccional – vertical - pasivo) cada
vez tiene menos cabida en los tiempos actuales.
Para muchos de nosotros, la tecnología avanza
más rápido que nuestra capacidad de actualizarnos. Con las nuevas generaciones
eso no ocurre. Se aproximan grandes cambios y nuestros niños y jóvenes son los
portadores. El gran desafío de mantenerse actualizado es para nosotros y no
para ellos; para ellos es algo completamente natural, como lo era para nosotros
escribir con un yeso en un pizarrón.
Los sistemas educativos que no avancen al mismo
ritmo y no estén en consonancia con este entorno, enfrentarán complicaciones de
toda índole en un futuro muy cercano.
El sistema tradicional de educación (mono
direccional – vertical - pasivo) cada vez tiene menos cabida en los tiempos
actuales. La tasa de abandono escolar es muy elevada. Se culpabiliza al
maestro, a la estructura escolar, a los padres y no se toma en cuenta un
aspecto primordial: Nuestros niños se aburren en clase y ya no quieren hacerlo.
En la mayoría de los casos perciben que ir a la escuela es una obligación y una
pérdida de tiempo. Es imposible que un niño aprenda de manera efectiva si todos
los días al llegar a su escuela se enfrenta con estas emociones y pensamientos.
Esto no se resuelve con pequeños ajustes o
pintando las aulas de nuevos colores (que no está mal, aclaro). Debe haber un
cambio profundo en las instituciones educativas, en las herramientas a
utilizar, en la forma de transmitir contenidos y en la forma de aprenderlos.
Debemos fomentar el desarrollo de habilidades que serán fundamentales para la
vida adulta de nuestros niños.
Hasta hace muy pocos años todo profesor se
enfrentaba cotidianamente a un grupo de alumnos básicamente “ignorantes” y era
su deber trasmitirles la información necesaria para que dejasen de serlo. Hoy
en día nuestros niños no son cerebros vacíos esperando que su profesor los
llene, con la tecnología, el Internet y amigos interconectados globalmente
ellos aprenden más que en las propias aulas. El conocimiento ya no lo posee solamente
el profesor. Los chicos saben cómo informarse cuando algo les provoca interés y
curiosidad. Por eso la información que todo profesor deberá transmitir deberá
ser interesante, apasionante, atractiva para su alumnado si queremos evitar el
efecto aburrimiento y deserción. Los alumnos de hoy requieren de tutores que los
guíen, que los hagan reflexionar, pensar, apasionar.
Las distancias entre el profesor y su alumnado
están modificando sus parámetros. La educación debe ser cada vez más horizontal
en donde a través de diálogos constructivos, se desarrolle un constante
intercambio de emociones, de creatividad; el todo basado en estima y respeto
mutuos.
“Nuestro cerebro aprende solo lo que le gusta, cuando le gusta, como le
gusta y de quien le gusta.”
Ensenar Sin Ensenar ~ Manual para el nuevo
educador
¿Recuerdan cómo debíamos estudiar de memoria
las materias que nos daban profesores que detestábamos? Memorizábamos solo lo
necesario para las interrogaciones y para los exámenes, pero no aprendíamos
nada.
Las nuevas tendencias de la educación deben proponer
que sea el alumno el capaz de pensar y de llegar al conocimiento siempre
acompañado de su educador y de sus padres. El desarrollo de las competencias (soft skills) deberá ser tan importantes como el aprendizaje (hard skills).
A través de las emociones positivas generamos
motivación y ambas mejoran nuestra comprensión y nuestra memoria, a la vez que
motivan el aprendizaje. En este sentido, la Neuroeducación es una valiosa
herramienta que facilita el trabajo de los profesores a la hora de desarrollar
las habilidades personales y aptitudes de los alumnos y facilitarles así el
proceso de aprendizaje: Conocer el funcionamiento del cerebro, cómo controla
las emociones y procesa la información y la relación que tiene con el
comportamiento y el ritmo de aprendizaje.
Este cambio radical en la educación nos obliga
a afrontar un problema: el déficit importante de perfiles profesionales para
afrontar las necesidades actuales y venideras. Hoy no tenemos ni idea cuáles
serán los trabajos que se requerirán dentro de 20 o 30 años. Nuestro entorno social
– cultural - laboral está cambiando significativamente. Nuestro viejo sistema
educativo está basado en necesidades que ya no existirán en unos años; se necesitarán
habilidades diferentes. Debemos ser capaces de innovar los sistemas educativos con
inteligencia y con creatividad.
Creatividad, trabajo en equipo, resolución de
conflictos, pensamiento crítico, capacidades de liderazgo y de innovación son las
habilidades que ya las sociedades están exigiendo cada vez más.
No solo será importante el “saber hacer” sino también el “saber ser”.
Grandes cambios. Grandes retos.
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