La ignorancia (del latín ignorare=no saber) es la falta de conocimientos, un estado de
desinformación o una carencia de comprensión que puede llegar a ser inducida.
La Agnotología (del griego agnosis=desconocer) es el estudio de la ignorancia
culturalmente inducida y afirma que hay dos tipos de ignorantes:
1.
El
ignorante sensato que sabe que no sabe.
2.
El
ignorante necio que no sabe (o no quiere saber / admitir) que no sabe.
El primer caso implica que, de cierta forma, esa
persona no es responsable de su ignorancia, simplemente arrastra consigo esa
carencia de información pero al ser consciente de ello y aceptarlo, decide
tomar dos caminos: informarse al respecto o seguir desinformado.
El segundo caso implica que la ignorancia se basa en algo
que esa persona debería conocer pero no conoce o en una experiencia que debía
haber vivido pero no lo hizo. En este caso el ignorante sí es responsable de su
ignorancia pero al no reconocerlo o actuar como si no fuera necesario, pasa a
ser un “ignorante motivado”: una tipo de “raza humana” en rápida expansión a
nivel mundial que está originando todo tipo de conflictos.
La “ignorancia motivada” es cuando elegimos, de manera
más o menos consciente, no saber más, no profundizar, no comprender. El
ignorante profundo se niega a adquirir conocimiento. Esa ignorancia es
terriblemente peligrosa porque suele conducir a posturas extremas y cercena
nuestra capacidad de pensamiento crítico y elevado dejándonos a merced de
nuestros más bajos e irracionales instintos. Sin contar que el “ignorante motivado”
es fácilmente manipulable permitiendo así que otro (s) decida (n) en su lugar.
Es la peor de las ignorancias.
Cuando ya tiene una idea formada, el ignorante
motivado elige no escuchar o dar valor a los argumentos contrarios. Él no opina;
él decreta cada vez que habla, imposibilitando toda intervención de su
interlocutor. Como resultado, obtiene la incomunicación, el aislamiento, el desarrollo
de emociones negativas, el rechazo social (aunque muchas veces, disimulado).
El ignorante profundo desarrolla una concepción del
mundo acorde con sus ideas y creencias (Mapas Mentales – cit. Enseñar Sin Enseñar) y teme que las
opiniones contrarias puedan desestabilizar esa realidad. Prefiere ignorar todo
lo que no se corresponde con su visión. Idolatra las “fake news” de las redes sociales. Así se limita a oír (jamás a escuchar)
solo lo que quiere oír para evitar entrar en contradicción con su postura. En
parte, la ignorancia motivada es una expresión de miedo, inseguridad y muy baja
autoestima. Sus orígenes se remontan a la infancia. En casa o en el colegio, frecuentemente
se les inculca a los niños que si no saben algo que otros conocen, es mejor
callar y conformarse. No se desarrolla la curiosidad, la peor enemiga de la
ignorancia.
La ignorancia así se va revistiendo de un halo
negativo y eso genera una paradoja porque para superar la ignorancia primero
debemos reconocerla, pero no podemos reconocerla por miedo a que nos tachen de
ignorantes. Frecuentemente el ignorante presume de saber, sin saber, para así
evitar de demostrar el no saber.
Superar la ignorancia no es difícil, es suficiente con
informarse, pero la premisa es que por un lado aceptemos nuestra ignorancia y
por el otro, nuestro deseo de conocer sea más fuerte que la ignorancia
misma.
La ignorancia es una zona de confort en la que el
ignorante motivado se siente a gusto sumándole a ello el miedo a todo lo que
podría desafiar sus creencias, sus certezas. El verdadero ignorante no es el
que no sabe sino el que no quiere saber.
El primer paso para combatir y derrotar la ignorancia
es desarrollar una mentalidad de continuo crecimiento y aprendizaje. Una
mentalidad abierta que nos permita explorar el mayor número de posibilidades. Debemos
desarrollar la capacidad de poner siempre en duda lo que damos por sentado,
nuestros estereotipos, nuestros prejuicios, nuestros dogmas, nuestras creencias.
Una capacidad que hay que adquirir desde muy temprana
edad para así evitar vivir en una zona de miedos, rencores e incomprensiones y
falsas expectativas. Una habilidad que nos hará realmente libres, inmunes a
todo tipo de manipulación.
“Las redes sociales le dan el derecho de hablar a
legiones de idiotas que primero hablaban solo en el bar después de un vaso de
vino, sin dañar a la comunidad. Ellos eran silenciados rápidamente y ahora
tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel. Es la invasión de los
idiotas".
Umberto Eco
Los personajes y
hechos narrados en este artículo NO son completamente ficticios. Cualquier
parecido con personas verdaderas (o falsas), vivas, semi vivas o muertas, o con
hechos reales NO es pura coincidencia.