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22/04/2019

Saber o no (querer) saber…



La ignorancia (del latín ignorare=no saber) es la falta de conocimientos, un estado de desinformación o una carencia de comprensión que puede llegar a ser inducida.

La Agnotología (del griego agnosis=desconocer) es el estudio de la ignorancia culturalmente inducida y afirma que hay dos tipos de ignorantes:


1.      El ignorante sensato que sabe que no sabe.
2.      El ignorante necio que no sabe (o no quiere saber / admitir) que no sabe.

El primer caso implica que, de cierta forma, esa persona no es responsable de su ignorancia, simplemente arrastra consigo esa carencia de información pero al ser consciente de ello y aceptarlo, decide tomar dos caminos: informarse al respecto o seguir desinformado.

El segundo caso implica que la ignorancia se basa en algo que esa persona debería conocer pero no conoce o en una experiencia que debía haber vivido pero no lo hizo. En este caso el ignorante sí es responsable de su ignorancia pero al no reconocerlo o actuar como si no fuera necesario, pasa a ser un “ignorante motivado”: una tipo de “raza humana” en rápida expansión a nivel mundial que está originando todo tipo de conflictos.

La “ignorancia motivada” es cuando elegimos, de manera más o menos consciente, no saber más, no profundizar, no comprender. El ignorante profundo se niega a adquirir conocimiento. Esa ignorancia es terriblemente peligrosa porque suele conducir a posturas extremas y cercena nuestra capacidad de pensamiento crítico y elevado dejándonos a merced de nuestros más bajos e irracionales instintos. Sin contar que el “ignorante motivado” es fácilmente manipulable permitiendo así que otro (s) decida (n) en su lugar. Es la peor de las ignorancias.

Cuando ya tiene una idea formada, el ignorante motivado elige no escuchar o dar valor a los argumentos contrarios. Él no opina; él decreta cada vez que habla, imposibilitando toda intervención de su interlocutor. Como resultado, obtiene la incomunicación, el aislamiento, el desarrollo de emociones negativas, el rechazo social (aunque muchas veces, disimulado).

El ignorante profundo desarrolla una concepción del mundo acorde con sus ideas y creencias (Mapas Mentales – cit. Enseñar Sin Enseñar) y teme que las opiniones contrarias puedan desestabilizar esa realidad. Prefiere ignorar todo lo que no se corresponde con su visión. Idolatra las “fake news” de las redes sociales. Así se limita a oír (jamás a escuchar) solo lo que quiere oír para evitar entrar en contradicción con su postura. En parte, la ignorancia motivada es una expresión de miedo, inseguridad y muy baja autoestima. Sus orígenes se remontan a la infancia. En casa o en el colegio, frecuentemente se les inculca a los niños que si no saben algo que otros conocen, es mejor callar y conformarse. No se desarrolla la curiosidad, la peor enemiga de la ignorancia.

La ignorancia así se va revistiendo de un halo negativo y eso genera una paradoja porque para superar la ignorancia primero debemos reconocerla, pero no podemos reconocerla por miedo a que nos tachen de ignorantes. Frecuentemente el ignorante presume de saber, sin saber, para así evitar de demostrar el no saber.

Superar la ignorancia no es difícil, es suficiente con informarse, pero la premisa es que por un lado aceptemos nuestra ignorancia y por el otro, nuestro deseo de conocer sea más fuerte que la ignorancia misma. 

La ignorancia es una zona de confort en la que el ignorante motivado se siente a gusto sumándole a ello el miedo a todo lo que podría desafiar sus creencias, sus certezas. El verdadero ignorante no es el que no sabe sino el que no quiere saber.

El primer paso para combatir y derrotar la ignorancia es desarrollar una mentalidad de continuo crecimiento y aprendizaje. Una mentalidad abierta que nos permita explorar el mayor número de posibilidades. Debemos desarrollar la capacidad de poner siempre en duda lo que damos por sentado, nuestros estereotipos, nuestros prejuicios, nuestros dogmas, nuestras creencias.

Una capacidad que hay que adquirir desde muy temprana edad para así evitar vivir en una zona de miedos, rencores e incomprensiones y falsas expectativas. Una habilidad que nos hará realmente libres, inmunes a todo tipo de manipulación.



“Las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que primero hablaban solo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Ellos eran silenciados rápidamente y ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel. Es la invasión de los idiotas". 
Umberto Eco

  Los personajes y hechos narrados en este artículo NO son completamente ficticios. Cualquier parecido con personas verdaderas (o falsas), vivas, semi vivas o muertas, o con hechos reales NO es pura coincidencia.



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