El neurocientífico Joe DeGutis, asegura que estar
consciente de lo que se está pensando es muy útil y positivo para nuestra salud
mental. Tras una década de estudios neurocientíficos, se sabe que el cerebro
adulto se mantiene maleable toda la vida y que puede cambiar para mejor. Pero para
cambiar cualquier cosa en el cerebro hay que enfocarse. ¿Qué pasa entonces
cuando lo que es complicado es el mero acto de concentrarse? Cerca de 80% de
los estudiantes y 25% de los adultos admite una tendencia crónica a no terminar
las tareas. Y más ahora que Internet y los teléfonos inteligentes ofrecen un
número incontable de distracciones. El problema es principalmente emocional: la
distracción es un mecanismo que se activa en momentos de estrés para lidiar con
los problemas – "Tenemos un cerebro
programado para preferir la recompensa inmediata. Postergar tareas es una manera
de decir ‘preferiría sentirme bien ahora”. "Pero la fuerza de voluntad es
como un músculo… con el tiempo puedes fortalecer tus recursos de la
atención". (Tim Pychyl Solving the Procrastination Puzzle). El programa
de DeGutis apunta a la "red dorsal de atención" del cerebro, que
vincula regiones de la corteza pre frontal – la parte del cerebro encima de los
ojos que ayuda a tomar decisiones - y la corteza parietal, la "mesa de
controles" de nuestros sentidos, que está encima y ligeramente hacia atrás
de los oídos. Esta es la parte del cerebro que se activa cuando prestamos
atención deliberada a una tarea. Para que funcione se debe reducir la actividad
en otra parte del cerebro - la que se conoce como la "red de modo por
defecto", responsable de la divagación, la creatividad y el no pensar en
nada en particular. Estudios con escáneres mostraron que el lado derecho de la
red dorsal de atención hace la mayor parte del trabajo. Las personas que salen
mal en las pruebas como las muestran más actividad en los dos hemisferios, lo
que sugiere que tienen una mayor inclinación por el lado izquierdo, menos
eficiente. Ser consciente de lo que se está pensando es muy útil para tratar de
detener la distracción. El contacto con la naturaleza y actividades como la
meditación y el yoga ayudan a mejorar la concentración. Estar concentrado no se
trata de vaciar toda la energía en una tarea, sino de permitir que el cerebro
se distraiga ocasionalmente y de darle unos "codazos" gentiles para
que vuelva al camino correcto. Estresarse por estar distraído sólo libera un
flujo de hormonas al cerebro, que no ayudan para nada. "Cuando no estás muy ansioso ni estás demasiado absorto en una tarea, los receptores de
norepinefrina (una hormona responsable de la concentración) en la corteza prefrontal, llamados alfa 2-A,
están encendidos. Si te estresas demasiado, se apagan", dice DeGutis. Así que, irónicamente, parece que lo que
explica el estado de distracción permanente derive del intento de concentrarse
demasiado, lo cual resulta contraproducente. Es un círculo vicioso. Al parecer el entrenamiento cerebral es
como el ejercicio físico: hay que seguir haciéndolo o terminará tan fofo como
al principio. El contacto con la naturaleza ayuda a la concentración y también se
sugieren clases de meditación o yoga más de una vez a la semana. ¿Un cerebro
distraído se puede educar? Sí se puede.
BBC news