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30/01/2017

Desaprender y Reaprender para Aprender...






Somos lo que comemos (cuerpo) y lo que aprendemos (mente). 















Una buena educación es la herramienta necesaria para que podamos desarrollarnos de forma autónoma a la largo de nuestra vida. En cambio, una mala educación nos impide que alcancemos nuestra máxima plenitud y por ende satisfacción y felicidad.

La responsabilidad de padres y educadores es saber si con nuestras acciones educativas estamos dejando huellas o cicatrices. Porque aunque partamos de la premisa de que ningún padre o educador pretende dejar cicatrices de forma consciente, desafortunadamente eso sucede muy a menudo.

1.    Estudiar, como se entiende tradicionalmente, implica que todo el esfuerzo requerido sea mental y el cuerpo deba permanecer inmóvil. Se premia la quietud y se castiga el movimiento. El aprendizaje puede y debe ser compartido, colaborativo y kinestésico y puede requerir de diferentes acciones simultáneas para que resulte significativo para el alumno.

2.    Aprender en la escuela es necesariamente aburrido y necesita obligatoriamente de un punto de sacrificio por parte del alumno, que debe disciplinarse para sobrellevar el aburrimiento. La diversión, la sorpresa, el entretenimiento (Fun Factor) no son enemigos del aprendizaje, al contrario, son elementos indispensables para alcanzarlo, pues predisponen y motivan al alumno.

3.    Todos debemos aprender lo mismo y de la misma forma porque lo dice el currículum. Se tiene miedo a lo diferente, a buscar soluciones personales y creativas, se castiga lo que se escapa de la norma, de lo estipulado. En la educación tradicional el alumno es juzgado a partir de una cifra que juzga como bueno si esa cifra es “suficiente” y como malo si esa cifra es “insuficiente”. Educar a cada alumno para que desarrolle su talento individual es lo mejor para el individuo y para la sociedad.

4.    Los alumnos tienen la mente en blanco y nosotros debemos llenarla de datos. Si las cosas no se saben, los alumnos no saben nada. La memoria es importante y debe trabajarse en la escuela pero como una capacidad más, no como la única capacidad para alcanzar el aprendizaje.

5.    Los niños sueñan con dragones y pelotas, las niñas con princesas y muñecas. Reforzar estereotipos sexistas limita el desarrollo y el potencial de los alumnos ya que impide que desarrollen su máximo potencial como personas. Dejemos que cada cual desarrolle sus potencialidades en función de sus intereses y no en función de los nuestros.


Tenemos que cambiar nuestra manera de educar, desmontando lo que sabemos. Tenemos que desaprender para reaprender a construir nuevas prácticas docentes.

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