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22/08/2016

Pasar de "¡Uf, tengo clase!" a "¡Hurra, tengo clase!"


Un alumno feliz tiene mejor disponibilidad al aprendizaje, está más despierto, más activo, más concentrado, presta más atención y se relaciona mejor con sus compañeros y profesores. 


1.Sostener una escucha activa y auténtica. Los alumnos se sentirán valorados, sentirían que su profesor se preocupa por ellos y que intenta comprenderlos.

2.Tener siempre buen humor y una actitud positiva. Un profesor que está cómodo en clase y que disfruta con su trabajo, contagiará esa alegría y emoción a su alumnado.

3.Dar importancia a las emociones y a los sentimientos. No todo es información. El estado de ánimo y cómo se sientan los alumnos va a influir muchísimo en el proceso de aprendizaje.

4.Cambiar escenarios. La rutina aburre, el aburrimiento distrae, un cerebro distraído no aprende, mucho menos memoriza. Si no es posible cambiar locación, modificar la estructura de la clase periódicamente, generando para ello un breve momento de caos y diversión. El alumnado se va a sorprender, se divertirá y seguramente estarán más atentos, activos y despiertos.

5.Trabajar en equipo. El trabajo grupal fomenta el respeto a las opiniones de los demás, la tolerancia a los pensamientos e ideas del otro, resalta la importancia de la diversidad, de la imaginación y de la creatividad colaborativa.

6. Concientizar a los estudiantes de su aprendizaje. Sean ellos los que propongan una solución al docente basándose en investigaciones y búsquedas de información. De esta manera, sienten que están construyendo su propio trayecto de aprendizaje y los hace sentir más seguros.

7.Evitar la educación pasiva, fomentando el pensamiento crítico. Generar debates, en donde los estudiantes puedan expresar su propia opinión respecto a un tema, tengan que reflexionar, tengan que preguntar.

8. Desdramatizar el error. El docente tiene que transmitir a los estudiantes que todo aprendizaje pasa por el error. Cometer errores significa que lo estamos intentando y que estamos aprendiendo.

9.Interesarse en los estudiantes. Hablar con ellos dentro y fuera de la clase les hace sentirse tomados en cuenta. Esa sensación relaja y tranquiliza.

10.Divertirse en clase. Jugar estimula el cerebro de los estudiantes, les hace sonreír, les aleja de las presiones (calificaciones, notas, exámenes, agobios) y aumenta la concentración.

La revolución de la Educación tiene que lograr que los estudiantes pasen del fastidio de aprender al placer de aprender.

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