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21/11/2016

Incentivar la concentración en los estudiantes











Un estudiante concentrado logra aprender y memorizar más fácilmente y más efectivamente









La concentración es nuestra capacidad de utilizar todas nuestras facultades mentales (o físicas) hacia una tarea. Estar concentrado significa ser capaz de escuchar, observar, registrar todo lo que gira en torno a esa tarea. Si estamos concentrados logramos aprender y memorizar más fácilmente y más efectivamente (memoria a largo plazo), aumentando la confianza en nosotros mismos. Sin embargo, la concentración oscila. La fatiga, un estado de ansiedad, un entorno no adecuado, una mala alimentación (o hambre), son situaciones que no ayudan a una buena concentración.

Planificar objetivos
La planificación y la concentración van de la mano. Lo mejor es planificar los objetivos en una agenda o calendario. De esta manera, cada vez que nos ejercitamos o repasamos, habrá un objetivo más claro para lograr. Importante ser realistas en cuanto a los objetivos, avanzando paso a paso, por niveles.

Establecer el momento adecuado
La capacidad de concentración varía en cada uno de nosotros y sigue sus propios ritmos. Lo primero que hay que hacer para aumentar la concentración es entender cuál es el momento más idóneo del día para que estudiar. Hacer sesiones cortas, de pocos minutos en el que se está totalmente enfocado en lograr su objetivo, largas horas de ejercicio hacen perder inevitablemente la concentración en algún momento.

Aumentar la capacidad de resistencia mental
También podemos aumentar la capacidad de resistencia psíquica, es decir, la cantidad de tiempo en el que logramos estar concentrados. Para mejorar los tiempos de concentración se puede hacer este simple ejercicio: añadir unos pocos minutos cada día al estudio. Es un trabajo que requiere perseverancia a largo plazo, pero es muy eficiente para aumentar las horas de concentración.

No estudiar con hambre o sueño
Mejor comer (no demasiado, de lo contrario el proceso digestivo dará sueño) para estar en forma en el momento de estudiar. Importante tener un estilo de vida saludable: dormir lo suficiente; alimentarse bien (no mucho); evitar tener hambre; evitar el cansancio.

Ir por etapas
Nuestro cerebro no puede centrarse en demasiadas tareas a la vez. Él puede procesar sólo una información a la vez de manera eficaz. Por lo tanto, para mejorar la concentración es mejor evitar estudiar muchas cosas al mismo tiempo. Entre una tarea y otra, tomarse unos minutos de descanso. Si utilizamos el tiempo necesario para cada tarea, el cerebro estará más consciente de lo que hace y memorizará mejor.

Desarrollar interés en lo que se estudia
El interés es el gran motor de la concentración. Es esencial encontrar interesante lo que se estudia para mantener la motivación y la concentración. Desarrollar un proyecto de aprendizaje propio y colocarlo en algún lugar donde se lo pueda visualizar constantemente para así concientizarse del por qué estoy haciendo esta tarea. De esta manera, no se perderá de vista el objetivo y el estudio será más agradable.

Relajarse

Relajarse y aprender a respirar correctamente. Si se desea aumentar la concentración, es esencial respirar adecuadamente para oxigenar el cerebro mientras se estudia.

11/11/2016

"Se siente una gran alegría en fomentar el talento”.







Todos sentimos la necesidad de un maestro. 






En cualquier momento, en cualquier lugar, a cualquier edad. Deseamos, tal vez inconscientemente, una guía que nos muestre el camino, sin presionarnos, solamente motivándonos a visualizarlo.


"Maestro" era un título en homenaje a los grandes contemporáneos del Renacimiento Italiano. Hoy en día esa palabra ha sido trivializada. En las escuelas se piensa que maestro es menos prestigioso que docente. "Maestro" no es un título codiciado. Pocos parecen interesados ​​en llegar a serlo.

Ser maestro es un compromiso: una auto-certificación de generosidad y altruismo que no empatiza con el egoísmo e individualismo contemporáneos.

Los maestros nos ayudan, nos sugieren, nos inspiran para que logremos conectar con nuestro verdadero “Yo”. Nos enseñan otras perspectivas, nos indican nuevos caminos para la toma, muchas veces, de difíciles decisiones.

Para un verdadero maestro, la mejor recompensa es el honor de transmitir algo, el placer de ayudar a los que vienen después.


Los momentos se desvanecen, los gestos permanecen.

31/10/2016

Las Pausas: Micro-vacaciones para nuestro Cerebro







Su Importancia en la Educación y en el Aprendizaje.








No hay dos cerebros iguales y la velocidad con la cual éstos procesan información varía de estudiante a estudiante. En la misma aula tendremos alumnos que siempre levantarán la mano primero pero también tendremos alumnos que necesitarán más tiempo para procesar la respuesta. Si no damos más tiempo para responder podemos crear la sensación de inferioridad y aislamiento en algunos alumnos, dificultando así el Aprendizaje. Recordemos también que los niños necesitan más tiempo de respuesta que los adolescentes y eso generalmente no se tiene en cuenta en las clases.

Cuando nuestro Cerebro tiene más tiempo para procesar información, mejora nuestra calidad de Pensamiento y de Aprendizaje. La concepción que la Pausa (o Tiempo de Espera) es una pérdida de tiempo porque “no se hace nada”, es errada. El Cerebro de los estudiantes durante esas breves pausas que otorgamos después de una pregunta, puede efectuar distintas acciones: concentrarse en una imagen, hacer asociaciones, comparaciones, contrastes, buscar en su vocabulario mental, crear nuevas Conexiones. A través de esa Pausa los procesos mentales se enriquecen, se profundizan. Cuando no tomamos en cuenta dichos tiempos, la información transferida a los estudiantes puede no ser asimilada correctamente.

Para el Educador, las Pausas son micro-vacaciones que nos otorgamos dentro de nuestra agitada y compleja jornada de clases. El Educador puede detenerse a reflexionar sobre cómo se siente, cómo se siente el grupo, qué necesitan sus estudiantes, cómo puede explicar mejor un tema. Son pequeños momentos de reflexión que nos ayudan a clarificar nuestro recorrido y ayudan a nuestros estudiantes a procesar mejor la información que hasta ahora han recibido. Pueden sernos muy útiles también para elaborar y simplificar una respuesta a una pregunta compleja por parte de un alumno.

Según algunos estudios, los Educadores después de hacer una pregunta en clase, esperan 1 o 2 segundos para oír la respuesta. Si alargáramos ese tiempo a 4 o 5 segundos, los estudiantes estarían en grado de responder más apropiadamente a esas preguntas y habría menos “yo no sé” en el aula. Durante esos 4 o 5 segundos suceden cosas maravillosas en los cerebros de los estudiantes e interrumpir esos procesos por parte del Educador, exigiendo una respuesta inmediata, no es lo más apropiado. Luego de la respuesta por parte de un alumno, debería haber otra Pausa necesaria para que otros estudiantes puedan procesar la réplica dada por su compañero y decidir si agregar comentarios o informaciones adicionales.

Otra Pausa frecuente pero no menos importante, surge cuando nuestro Cerebro tiene una pregunta, una exposición o un comentario pero antes de completarlo, queda en blanco; no recordamos lo que íbamos a decir. No se asusten. Hay que respetar esos tiempos en los cuales el cerebro está reelaborando las conexiones necesarias para tal acción.

Otra es la Pausa Intencional durante una lectura o exposición del Educador que otorga al estudiante el silencio necesario para absorber la información y consolidarla, sin necesidad de respuesta. De esta manera el Cerebro del estudiante logra “seccionar” la información en pequeños bloques para así absorber mejor la información.

La Pausa de Impacto es la pausa que genera expectación, curiosidad, suspenso y por ende Curiosidad y Atención.

La Pausa Post-tarea es la que el estudiante necesita luego de haber terminado un examen o una prueba antes de entregarla para que pueda reflexionar sobre lo que ha escrito.

La Pausas son también la base de una buena Inteligencia Conversacional en el aula. Muchas veces como Educadores, estamos tan ansiosos por expresar nuestros pensamientos e ideas que interrumpimos a los estudiantes, limitándoles el tiempo necesario para que procesen la información y puedan responder correctamente. 

Solo respiren y tómense unas Pausas, todo fluirá mejor...

22/08/2016

Pasar de "¡Uf, tengo clase!" a "¡Hurra, tengo clase!"


Un alumno feliz tiene mejor disponibilidad al aprendizaje, está más despierto, más activo, más concentrado, presta más atención y se relaciona mejor con sus compañeros y profesores. 


1.Sostener una escucha activa y auténtica. Los alumnos se sentirán valorados, sentirían que su profesor se preocupa por ellos y que intenta comprenderlos.

2.Tener siempre buen humor y una actitud positiva. Un profesor que está cómodo en clase y que disfruta con su trabajo, contagiará esa alegría y emoción a su alumnado.

3.Dar importancia a las emociones y a los sentimientos. No todo es información. El estado de ánimo y cómo se sientan los alumnos va a influir muchísimo en el proceso de aprendizaje.

4.Cambiar escenarios. La rutina aburre, el aburrimiento distrae, un cerebro distraído no aprende, mucho menos memoriza. Si no es posible cambiar locación, modificar la estructura de la clase periódicamente, generando para ello un breve momento de caos y diversión. El alumnado se va a sorprender, se divertirá y seguramente estarán más atentos, activos y despiertos.

5.Trabajar en equipo. El trabajo grupal fomenta el respeto a las opiniones de los demás, la tolerancia a los pensamientos e ideas del otro, resalta la importancia de la diversidad, de la imaginación y de la creatividad colaborativa.

6. Concientizar a los estudiantes de su aprendizaje. Sean ellos los que propongan una solución al docente basándose en investigaciones y búsquedas de información. De esta manera, sienten que están construyendo su propio trayecto de aprendizaje y los hace sentir más seguros.

7.Evitar la educación pasiva, fomentando el pensamiento crítico. Generar debates, en donde los estudiantes puedan expresar su propia opinión respecto a un tema, tengan que reflexionar, tengan que preguntar.

8. Desdramatizar el error. El docente tiene que transmitir a los estudiantes que todo aprendizaje pasa por el error. Cometer errores significa que lo estamos intentando y que estamos aprendiendo.

9.Interesarse en los estudiantes. Hablar con ellos dentro y fuera de la clase les hace sentirse tomados en cuenta. Esa sensación relaja y tranquiliza.

10.Divertirse en clase. Jugar estimula el cerebro de los estudiantes, les hace sonreír, les aleja de las presiones (calificaciones, notas, exámenes, agobios) y aumenta la concentración.

La revolución de la Educación tiene que lograr que los estudiantes pasen del fastidio de aprender al placer de aprender.

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