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13/02/2017

Inteligencia Emocional y Estabilidad Emocional en los jóvenes…

El consumo de todo tipo de tranquilizantes se ha multiplicado en la última década.  
El no desarrollo de inteligencia emocional causa un aumento en el consumo de psicofármacos, especialmente entre los jóvenes. 


Las posibles causas:

Los jóvenes están muy presionados.

Muchos jóvenes cuentan con una buena preparación académica, pero no tienen una buena preparación emocional. Cómo aplicar esa preparación haciendo lo que realmente les gusta, el valor de decidir lo que realmente les apasiona, el afrontar las dificultades que esas decisiones implican sumado a las pocas oportunidades del mercado laboral, les genera desesperanza, tristeza o sensación de inadaptación en su entorno. Muchas veces, desafortunadamente, para hacer frente a este cóctel de emociones y a la tendencia a encontrar soluciones rápidas, se recurre sistemáticamente a la farmacología (o cualquier otro “evasor” tipo alcohol, droga, etc.).

Educamos a los jóvenes solo para ser felices.

Es necesaria una educación emocional. La sociedad no educa a aprender a convivir y gestionar las adversidades de la vida, sino para ser feliz y tener éxito siempre. Se envía el mensaje de que debemos vivir sin dolor a toda costa y si aparece, eliminarlo en el menor tiempo posible. El problema es que los “evasores” solo otorgan breves momentos de tranquilidad y felicidad sin atacar las verdaderas causas que generan ese estado, creando una adicción muy peligrosa y posibles efectos colaterales en el mediano y largo plazo, aún desconocidos. Es necesario elaborar un plan de acción conjunta (familia – escuela – sociedad) que logre dar respuestas concretas a las necesidades de los jóvenes.

Las mujeres consumen más que los hombres

Entre los jóvenes, las mujeres son el otro grupo más presionado porque en la mayoría de los casos recae sobre ellas la responsabilidad familiar y la precarización laboral (cobran menos que los hombres y ocupan cargos menos importantes). La mujer sigue predominando en los trabajos que conllevan más desgaste psicológico, como maestras, enfermeras, psicólogas, pedagogas.
Recurrir a fármacos u otras sustancias, no debería ser considerada una solución. Habría que hacer un análisis integral, no solo sanitario, de los motivos que han llevado tanto a los jóvenes como al resto de la sociedad a aumentar el consumo de estos.

Si no se abordan los determinantes sociales que pueden estar afectando a la franja social que consume estos medicamentos, será difícil cambiar la situación porque el actual sistema sanitario – social – cultural, no tiene las herramientas para dar las respuestas adecuadas.

En este sentido, la gestión de las emociones juega un rol fundamental: Las personas deben aprender a utilizar y gestionar sus recursos emocionales, a relacionarse con los demás afectiva y positivamente y a saber generar contextos constructivos.

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