Una simple
frase o pregunta, dicha de forma consciente y en el momento adecuado, consigue
generar conexiones positivas en nuestro cerebro y saca a relucir lo mejor que
tenemos como personas; esas cualidades que, como seres humanos, nos hacen
únicos y especiales.
“Sé que
sabrás hacerlo”
“Creo en ti”
“No dudo que
lo conseguirás”
“Lo vas a
lograr”
“¿Por qué no
pruebas?”
“¿Te atreves
a probar?”
“¿Y si lo
intentamos juntos?”
“¿Te animas
a hacerlo?”
“Me encanta
cómo haces esto”
“¿Y si
tratas de verlo de otra forma?”
“¿Cómo crees
que otras personas opinarían?”
“¿Mañana
volverías a pensar lo mismo?”
“¡Cuánto te
has esforzado!”
“Te aplicaste
mucho en el trabajo de grupo”
“Has
trabajado duro en ello”
“Puedes
estar orgulloso de cómo te has esforzado”
“Sé cómo te
sientes…”
“Veo que
estás muy feliz”
“Veo que eso
no te ha gustado”
“Me parece
que estás enfadado”
“Me importa
tu opinión, ¿qué piensas sobre esto?”
Algunas frases
tienen el poder de reconfortar y hacernos sentir capaces de cualquier cosa; fortalecen
nuestra confianza y nuestra autoestima. Este tipo de expresiones son
importantísimas no solo durante la infancia y la adolescencia, que es el
momento en que se está forjando la personalidad, sino durante toda nuestra
vida. El problema que desafortunadamente en la medida que crecemos, cada vez
oímos menos frases reconfortantes dichas con honestidad desde el corazón.
¿Motivo?
Ese es otro tema…
Cuando hablamos
desde el corazón con frases sinceras, nuestro cerebro se llena de energía. “Él”
necesita saber que confiamos y que creemos en sus capacidades de crecer y
resolver problemas.
Frases o
preguntas oportunas (yo prefiero llamarlas “poderosas”), pueden ayudarnos a encontrar
y desarrollar elementos que aportaran beneficios a nuestro equilibrio emocional
y por ende, a nuestro bienestar.
Autoestima: Una parte
importante en la construcción de la autoestima es la interacción con otras
personas. Desde pequeños empezamos a relacionarnos y a medirnos. Las
comparaciones aunque negativas, son inevitables por eso es muy importante que
alguien nos recuerde de vez en cuando (Y a toda edad…), que cada uno de
nosotros es único y especial.
Visión: Tendemos a
ofuscarnos en nuestros propios pensamientos y opiniones y nos resulta difícil
ver las cosas desde otro punto de vista. De tal manera que es muy importante disponer
de alguien que nos empuje a pensar de forma distinta y que nos abra nuestra
mente.
Motivación: La verdadera
Motivación (La intrínseca) se basa en el recorrido y no en la meta. Todos
necesitamos sentir que nuestros esfuerzos y no solo los logros que alcanzamos son
reconocidos. Por eso, cuando destacamos la dedicación, el esfuerzo por encima
del resultado, fortalecemos esos comportamientos y esas actitudes positivas.
Emociones: Necesitamos aprender
un vocabulario emocional que nos permita entender lo que estamos sintiendo y
poner voz a nuestras emociones. Solo así lograremos identificar nuestros sentimientos
para luego compartirlos. Desde los primeros años podemos acompañar esas
emociones, es decir, desarrollar la capacidad de pronunciar en voz alta cómo
creemos que nos sentimos. Ese vocabulario será un gran amigo que nos acompañará
durante toda nuestra vida.
Opiniones: Cuando sentimos
que dan valor a nuestras opiniones, nos sentimos reconfortados y satisfechos.
Nuestros pensamientos son importantes y cada uno de nosotros tiene su propia
forma de pensar (Mapas Mentales).
Todo esto se
traduce en una mejor y más sana convivencia: nos volvemos más receptivos y
tolerantes, elementos básicos para promover diálogos constructivos y
beneficiosos para todos.
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