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17/12/2016

"¿Qué nos encanta dar, pero odiamos recibir?"




"Juzga más al hombre por sus preguntas que por sus respuestas". Voltaire





¡Un consejo!

Cuando alguien nos dice qué hacer y cómo hacerlo, nuestro cerebro responde con un estado defensivo porque siente amenazada su libertad personal y su toma de decisiones. 

El cerebro humano es tan complejo e individual que es mucho más efectivo ayudar a otros a llegar a sus propias ideas y conclusiones. Sólo porque nuestro consejo parece óptimo para nuestro cerebro, no significa que sea útil para el cerebro que estamos tratando de influir. Para una decisión real, la inspiración y la respuesta adecuada, tienen que surgir desde nuestro íntimo.

Demos espacio. No soluciones.

A menudo, cuando alguien nos plantea un problema es porque quiere simplemente ser escuchado. Nuestro cerebro prefiere que le demos espacio más que opiniones.

Demos consejos solamente cuando nos lo pidan.

Identifiquemos nuestras mutuas necesidades.

Con mucha frecuencia en una conversación, no expresamos lo que realmente necesitamos. Nos es difícil comprender si nuestro interlocutor está simplemente pasando un rato agradable con nosotros o si quiere que lo escuchemos o que lo ayudemos con nuestros consejos a solucionar su problema.

Formulemos preguntas reflexivas.

Hacer preguntas es un arte en sí mismo. Requerimos una elevada capacidad empática para poder ponernos en el mundo de la otra persona y así ser capaz de comprender cómo podemos apoyar su proceso de pensamiento elevado. Debemos focalizarnos en las preguntas que vamos a hacer en lugar de los consejos que queremos dar. Esto no quiere decir que no podemos dar un consejo, pero es mejor hacerlo con moderación y con discreción.

Una buena pregunta puede tener más impacto que un buen consejo.

12/12/2016

El Silencio, nuestro amigo olvidado…



El Silencio no nos pertenece más. 

Estamos abrumados por ruidos de todo tipo, de forma continua y a lo largo de todas nuestras jornadas. Ruidos ensordecedores, intrusivos y molestos que afectan nuestro bienestar.
Tráfico, teléfonos, televisión, música a todo volumen, no permiten concentrarnos y enfocarnos en nuestro presente.

El Silencio nos relaja, nos invita a la reflexión. Tal vez estas acciones son tan temidas que a menudo nosotros mismos queremos cubrir el silencio con ruido. Para evitar reflexionar, pensar, porque estamos incómodos en ese vacío solo con nosotros mismos y necesitamos llenarlo de inmediato con cualquier cosa que nos “distraiga”.

El Silencio es parte fundamental de una buena y sana comunicación. ¿Quién de nosotros logra mantener silencio durante una conversación? Tratamos evitarlo a toda costa con palabras a veces sin sentido. El Silencio nos pesa, porque ya no somos capaces de comunicarnos con él, tenemos que recurrir a las palabras, de otro modo nos sentimos perdidos.

Hemos olvidado que en un diálogo respetuoso y fructífero, son necesarias pausas de silencio en las cuales damos la oportunidad a nuestro cerebro de asimilar para reflexionar y para escuchar activamente a nuestro interlocutor. Sólo de esta manera podemos producir palabras de forma constructiva y positiva. De lo contrario ellas saldrán en ráfagas sin sentido, sólo por la necesidad de querer llenar ese vacío.

Nuestro cerebro "metropolitano" ya no está habituado a convivir con el Silencio y así, pensamientos y preocupaciones invaden nuestras vidas y nos impiden degustar silenciosamente el momento en que vivimos.

Empecemos a saborear el Silencio un poco a la vez y entendamos que no hay que evitarlo, por el contrario, hay que amarlo e incluirlo en nuestra cotidianeidad.

El Silencio nos brinda calma, ayuda a relajarnos, a pensar, nos permite escuchar otros sonidos que no tienen nada que ver con los ruidos abrumadores creados por nuestras ciudades. El Silencio nos obliga a detenernos unos instantes y abandonar la prisa.

Encontremos un lugar tranquilo para pasar, cada día, un poco de tiempo en silencio.

Apaguemos televisión, radio, teléfonos móviles y dediquemos unos minutos al Silencio. Estemos solos o en pareja, en familia, entre amigos, practiquemos el Silencio; obtendremos resultados maravillosos.

Desafortunadamente, nuestro Cerebro está acostumbrado al ruido, no le molesta, por lo que no puede comprender el impacto negativo que tiene sobre nuestra calidad de vida.

Si logramos habituar a nuestro Cerebro a convivir con el Silencio, obtendremos momentos de verdadero bienestar, haciendo que el ruido se vuelva cada vez más insoportable.


Tenemos que reeducar a nuestro cerebro al Silencio.

07/12/2016

La Inteligencia Conversacional: Nuestra Inteligencia Social


La Inteligencia Conversacional es una competencia que se puede cultivar y se expande con la práctica. Es nuestra Inteligencia Social ya que mientras el resto de las inteligencias son más individualistas y se desarrollan en solitario, ésta nace como resultado de un esfuerzo colaborativo junto a los demás.

La Inteligencia Conversacional nos va a dar la posibilidad de:

1.- Influir en nuestra química cerebral por consecuencia, en nuestra salud.
2.- Expresar e intercambiar nuestros pensamientos y sentimientos íntimos con nuestro interlocutor.
3.- Ampliar nuestra visión de la realidad y del Mundo.


El establecimiento de lazos profundos de confianza origina la liberación, a nivel cerebral, de una serie de sustancias como la oxitocina, la dopamina y la serotonina, que contribuyen a la sensación de bienestar. Cuando confiamos, nos sentimos mejor y más positivos; adoptamos una actitud más abierta a nuevas experiencias y nos sincronizamos con los demás.
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