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11/11/2017

¿Cómo efectivizar el Aprendizaje? ¡Danzando!



Un estudio de la Universidad Estatal de Carolina del Norte demuestra que la participación en programas de danza ayuda a los estudiantes a desarrollar habilidades tales como la creatividad, la perseverancia y la disciplina, útiles no solo para mejorar sus estudios, sino sus mismas vidas.


Los participantes del estudio afirmaron que la danza les ayudó a desarrollar un sentido de comunidad, una manera saludable de expresarse y la posibilidad de contactar grupos diversos de personas. También reportaron que la danza despertaba más su creatividad a la hora de abordar la resolución de problemas en el aula. Además, el rigor y disciplina en la danza reflejaba perfectamente el rigor académico que enfrentaban en los estudios.

Según los investigadores, el siguiente paso será observar a más grupos y en otras artes como la música, con el objetivo de que los alumnos puedan desarrollar habilidades para incorporarlas en sus campos de interés de manera que mejoren sus resultados y su bienestar general.

Los sistemas de educación deberían apoyar la idea de complementar las artes con las asignaciones científicas. No se trata de entrenar bailarines o músicos profesionales, sino de capacitar a estudiantes sobre cómo ser más creativos y cómo trabajar mejor en grupo.

A esto hay que agregarle un elemento muy importante del Aprendizaje: todos los estudiantes que participaron en este estudio, estaban muy felices y sabemos que un cerebro feliz, un cerebro que se divierte, aprende mejor.

08/02/2017

El optimismo “obligado”…




La imperiosa necesidad de ser feliz a toda costa crece exponencialmente en todo el mundo. 












“No hay nada imposible”; “Si puedes soñarlo puedes hacerlo”; “Si una puerta se cierra otra puerta se abre”; “Sonríe a la vida y la vida te sonreirá”; “Todo depende de cómo veas el vaso”; “No hay problema sin solución”…

La imperiosa necesidad de ser feliz a toda costa crece exponencialmente en todo el mundo.

Curiosamente y según estadísticas, la infelicidad es directamente proporcional al bienestar material de un país. Los países cuya población “lo tiene todo” y “no le falta nada” es donde ocurren los mayores casos de suicidios, de consumo de psicofármacos, de alto grado de alcoholismo.

Cursos, charlas, encuentros, libros en los cuales nos dicen que al día siguiente nuestra vida cambiará y comenzarán a sucedernos cosas fantásticas, experiencias inolvidables… Frases positivas que nos rodean por todas partes, “selfies”, redes sociales inundadas de “sonrisas” de gente “feliz”.
Al día siguiente nada de eso sucede y así en vez de sentirnos mejor, nos sentimos aún peor ya que si nos dijeron que nuestra vida cambiaría y no lo hace es porque evidentemente no servimos, somos un fiasco, unos perdedores. El “Efecto Boomerang”.

El objetivo en nuestra vida es intentar estar lo mejor posible, el problema es saber cómo lograrlo. No hay fórmulas mágicas (hay fármacos mágicos ...). La felicidad no es un producto que se puede comprar; una receta fácil y sencilla de hacer.

Cada cerebro en base a sus Mapas Mentales tratará de buscar la manera de encontrar el camino del bienestar espiritual y emocional pero eso no garantiza que lo logre.

No podemos obligar a nuestro Cerebro a ver siempre el vaso medio lleno, a veces está medio vacío porque nuestras conexiones emocionales nos llevan a verlo así y forzar otra interpretación es un error que nos llevará a ulteriores frustraciones, depresiones, ansias y tristezas.

Aceptar la realidad y no confundir Optimismo con Irrealismo es una buena manera de vivir: “Espero tener un buen vuelo y que el avión no se caiga” o “Mi vuelo va a ser bueno y el avión no se caerá”.

Una actitud optimista desmedida, difícilmente nos traerá la felicidad, es más, puede causarnos efectos contrarios.

Expectativas desajustadas.
Si tendemos a pensar que conseguiremos todo aquello que nos propongamos sí o sí, que todo en la vida es bonito, que sólo hay que saber enfocarlo, y que manteniendo una actitud positiva conseguiremos la felicidad, estaremos actuando y decidiendo motivados por la anticipación de una suma de acontecimientos que si no se corresponden con los que hemos estado anticipando es muy posible que lo que experimentemos no sea precisamente felicidad sino todo lo contrario.

Hoy más que nunca, nos confrontamos con una variable cultural muy poderosa que tiene que ver con nuestra sociedad consumista que hace que asociemos felicidad con bienes materiales. La adquisición de bienes materiales nos brinda comodidad, sentido de pertenencia a una clase social, el sentirse halagado por el entorno, pero no nos otorga felicidad. Por el contrario, es una espiral que no tiene fin, siempre necesitaremos algo más y algo nuevo o de moda para ser “felices”.


Poca tolerancia a la frustración, a la incertidumbre y a las emociones negativas.
Esta filosofía de la felicidad “obligada” no contribuye a enseñarnos a aceptar que el mundo y la vida a veces son injustos, que las emociones negativas tienen una función y un sentido y que las viviremos queramos o no.

No nos preparan para esperar, para aguantar, para aceptar que fracasaremos, que seremos criticados, descartados, “enjuiciados”.

No nos habituaron a tolerar el malestar, el sufrimiento, la incertidumbre. Esto supone que cuando esas situaciones y emociones llegan (y siempre llegan) no tengamos herramientas y estrategias para manejarlas y regularlas.

El resultado: ansiedad, malestar, infelicidad…y mucho trabajo para los terapeutas…

12/12/2016

El Silencio, nuestro amigo olvidado…



El Silencio no nos pertenece más. 

Estamos abrumados por ruidos de todo tipo, de forma continua y a lo largo de todas nuestras jornadas. Ruidos ensordecedores, intrusivos y molestos que afectan nuestro bienestar.
Tráfico, teléfonos, televisión, música a todo volumen, no permiten concentrarnos y enfocarnos en nuestro presente.

El Silencio nos relaja, nos invita a la reflexión. Tal vez estas acciones son tan temidas que a menudo nosotros mismos queremos cubrir el silencio con ruido. Para evitar reflexionar, pensar, porque estamos incómodos en ese vacío solo con nosotros mismos y necesitamos llenarlo de inmediato con cualquier cosa que nos “distraiga”.

El Silencio es parte fundamental de una buena y sana comunicación. ¿Quién de nosotros logra mantener silencio durante una conversación? Tratamos evitarlo a toda costa con palabras a veces sin sentido. El Silencio nos pesa, porque ya no somos capaces de comunicarnos con él, tenemos que recurrir a las palabras, de otro modo nos sentimos perdidos.

Hemos olvidado que en un diálogo respetuoso y fructífero, son necesarias pausas de silencio en las cuales damos la oportunidad a nuestro cerebro de asimilar para reflexionar y para escuchar activamente a nuestro interlocutor. Sólo de esta manera podemos producir palabras de forma constructiva y positiva. De lo contrario ellas saldrán en ráfagas sin sentido, sólo por la necesidad de querer llenar ese vacío.

Nuestro cerebro "metropolitano" ya no está habituado a convivir con el Silencio y así, pensamientos y preocupaciones invaden nuestras vidas y nos impiden degustar silenciosamente el momento en que vivimos.

Empecemos a saborear el Silencio un poco a la vez y entendamos que no hay que evitarlo, por el contrario, hay que amarlo e incluirlo en nuestra cotidianeidad.

El Silencio nos brinda calma, ayuda a relajarnos, a pensar, nos permite escuchar otros sonidos que no tienen nada que ver con los ruidos abrumadores creados por nuestras ciudades. El Silencio nos obliga a detenernos unos instantes y abandonar la prisa.

Encontremos un lugar tranquilo para pasar, cada día, un poco de tiempo en silencio.

Apaguemos televisión, radio, teléfonos móviles y dediquemos unos minutos al Silencio. Estemos solos o en pareja, en familia, entre amigos, practiquemos el Silencio; obtendremos resultados maravillosos.

Desafortunadamente, nuestro Cerebro está acostumbrado al ruido, no le molesta, por lo que no puede comprender el impacto negativo que tiene sobre nuestra calidad de vida.

Si logramos habituar a nuestro Cerebro a convivir con el Silencio, obtendremos momentos de verdadero bienestar, haciendo que el ruido se vuelva cada vez más insoportable.


Tenemos que reeducar a nuestro cerebro al Silencio.

07/12/2016

La Inteligencia Conversacional: Nuestra Inteligencia Social


La Inteligencia Conversacional es una competencia que se puede cultivar y se expande con la práctica. Es nuestra Inteligencia Social ya que mientras el resto de las inteligencias son más individualistas y se desarrollan en solitario, ésta nace como resultado de un esfuerzo colaborativo junto a los demás.

La Inteligencia Conversacional nos va a dar la posibilidad de:

1.- Influir en nuestra química cerebral por consecuencia, en nuestra salud.
2.- Expresar e intercambiar nuestros pensamientos y sentimientos íntimos con nuestro interlocutor.
3.- Ampliar nuestra visión de la realidad y del Mundo.


El establecimiento de lazos profundos de confianza origina la liberación, a nivel cerebral, de una serie de sustancias como la oxitocina, la dopamina y la serotonina, que contribuyen a la sensación de bienestar. Cuando confiamos, nos sentimos mejor y más positivos; adoptamos una actitud más abierta a nuevas experiencias y nos sincronizamos con los demás.
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