Los
sistemas educativos de casi todo el Mundo, siguen generando cada año miles de perfiles
frustrados, insatisfechos y que los mercados laborales cada vez son más incapaces
de absorber.
Navegamos
entre propuestas y reformas de los sistemas educativos sin atacar los reales
aspectos e inconvenientes: abandono escolar, desempleo, competencia,
desmotivación son algunos de los puntos a mejorar si queremos modificar los
“malos hábitos” de la educación actual.
El Banco
Mundial ha publicado una carta abierta sobre el “capital humano”, base para un
desarrollo más equitativo, sostenible y justo de toda sociedad. Pero para
invertir en el desarrollo de “capital humano”, necesitamos “capital humano”. Ese
es el dilema desde donde todo tiene inicio que según mi opinión, aún no hemos
resuelto.
Cada alumno,
cada estudiante deben ser vistos, analizados y tratados como seres únicos e
irremplazables. Para ello es necesario focalizar la educación no solo en el
“saber hacer” sino también en el “saber ser” de cada individuo.
Tradicionalmente
vinculamos el elevado desempleo, la pobreza desmedida de nuestro (único)
Planeta Tierra con resultados económicos, con el sobreestimado PIL, con
números, cifras, porcentajes. Eso es correcto y sirve para determinadas
proyecciones y acciones pero no lo es todo. No puede haber real crecimiento
económico sin un real crecimiento personal, intelectual y moral de cada
individuo. No podemos seguir siendo vistos solo como máquinas de ganar dinero solo
para consumir. Una fórmula muy efectiva para los pocos pero poderosísimos
grupos de poder económico- financieros del mundo pero que ha generado y sigue
generando enormes desigualdades y desequilibrios sociales en casi todo el
mundo.
Debemos
esforzarnos en formar individuos que elijan libremente sus vidas según sus
pasiones y reales intereses (motivaciones intrínsecas), sin pensar en el éxito,
el dinero (motivaciones extrínsecas). Un individuo satisfecho, feliz y
orgulloso de su propia vida es naturalmente un mejor ser humano.
El individuo
y su desarrollo tienen que volver a ser el centro de atención si queremos
comenzar a transitar el camino de un mejor, más tranquilo, más equitativo y
justo Mundo.
Para muchos
expertos, con los cuales me encuentro en plena sintonía, la respuesta está en el
desarrollo de las habilidades blandas o transversales (“soft skills”). Las habilidades o competencias transversales se
harán cada vez más necesarias para que los niños, jóvenes, estudiantes de hoy,
trabajadores de mañana, sean capaces de adaptarse a los constantes cambios y
mejoren el rendimiento de sus actividades laborales y personales.
Las habilidades
transversales se vinculan a las humanidades, a la filosofía, al arte, fundamentales
para desarrollar creatividad, pensamiento crítico y elevado y para crear y
fortalecer valores éticos y morales.
Trabajo en equipo: Saber
desenvolverse con más compañeros es imprescindible para mejorar la
productividad, por lo que se valoran enormemente los perfiles que son capaces
de llegar a entendimientos y no generan conflictos.
Creatividad y resolución de problemas: Las personas deberán desarrollar la capacidad de al enfocar un
problema, buscar una solución lógica y también creativa.
Asertividad: Tan
importante es saber trabajar en equipo como poner límites tanto en el ámbito
profesional como en el personal. Es decir, saber decir no a tiempo para evitar
problemas. Y, sobre todo, encontrar las soluciones de forma anticipada.
Adaptación: La tecnología
ha hecho que muchos sectores se transformen por completo y esos cambios cada
vez son más veloces. Por ese motivo, los expertos señalan que hay que inculcar
en las nuevas generaciones las herramientas necesarias para que sepan adaptarse
a los cambios. Es decir, aceptar que todo puede ser de otra forma y que se
puede mejorar.
Liderazgo: Las dotes para
liderar equipos han variado mucho. Deben finalizar las posturas inquisitorias los
sistemas excesivamente jerárquicos y verticales. Los nuevos líderes deberán
tener una visión más horizontal y unas metas mucho más amplias para poder
dirigir grupos de trabajo que serán cada vez más heterogéneos y
multiculturales.
Comunicación interpersonal:
La habilidad para comunicar y la transparencia son dos aptitudes cada vez más
valoradas; conseguir que los mensajes calen dentro y fuera de la empresa es tan
importante como el ser honesto.
Empatía y Flexibilidad: La
capacidad de ponerse en el lugar del otro es un factor determinante para una
sociedad más justa que sepa y valore el trabajo en equipo. Tolerancia.
Responsabilidad: Cada
persona ha de asumir la total responsabilidad como integrante de una sociedad.
Compromiso: El sentimiento
de pertenencia a una sociedad o una organización es muy importante. Por eso hay
que inculcar habilidades en los estudiantes para que sepan mostrar su
compromiso más allá del interés pecuniario.
Ser buena persona: Nadie
podrá ser un buen trabajador, un buen empresario, un buen líder, un buen padre
si no es antes, una buena persona.