Una de las
características de estos tiempos es que poco a poco muchos mitos, creencias y
paradigmas se están desmontando, modificando y algunos hasta están desapareciendo.
La
felicidad conyugal: ¿realidad o mito?
Hace unos días
he tenido una conversación con una amiga que me dado la oportunidad de reflexionar
sobre este argumento. Su razonamiento, casi un silogismo aristotélico, se
basaba en que yo al ser una persona “exitosa” (entre comillas ya que todavía no
entendí qué es una persona exitosa…) en mi actividad profesional, debía tener
paralelamente (y casi obligatoriamente) una vida “exitosa” de pareja. Éxito
profesional debe estar acompañado de éxito personal y éxito personal significa
tener una pareja, estar casado, no estar solo. Las personas exitosas no están
solas, ya que el estarlo es considerado un fracaso…Muy interesante, ¿no les
parece?
Recientes estudios
han concluido que la soltería permite a las personas vivir muy bien y tener una
existencia plena y auténtica. Esta revolucionaria conclusión se basa en
investigaciones hechas desde hace mas de 30 años en donde han comprobado que
los solteros tienen más sentido de la autodeterminación y más posibilidades de
desarrollarse como personas.
Esta es una
“declaración de guerra” en contra de la sabiduría tradicional que afirma que el
matrimonio es una “meta obligada” de todo individuo y hace que las personas vivan
más, sean más felices y sean más sanas.
En dichos
estudios, la autosuficiencia de los solteros se demostró de manera contundente:
cuando hay más autosuficiencia, hay menos probabilidades de experimentar emociones
negativas. Todo lo contrario sucedía con los casados.
El aumento del número
de las personas solteras, según el estudio, también posee una muy estrecha relación
con el nivel de desarrollo de cada sociedad. En los países más desarrollados de
Europa, por ejemplo, en los últimos 15 años, el número de personas solteras ha aumentado
en un 25%, mientras que la cifra de casados lo ha hecho solo en un 2%.
A pesar de esa
realidad, todavía los solteros obtienen poco reconocimiento social: se sienten
discriminados y son víctimas de prejuicios. Un soltero “debe tener un lado oscuro”, es un individuo que no “cumplió” con los dictámenes de la sociedad
por ende es considerado un ser “incompleto”,
“fracasado”.
Mientras tanto, cada
vez son más los estudios académicos que no logran corroborar fehacientemente la
antigua afirmación que decreta que el matrimonio comporta automáticamente una
vida más feliz, más sana y más prolongada. Los neurocientíficos actualmente hablan
de “los riesgos de invertir toda una vida en una única persona", y colocan
en tela de juicio si esa “inversión” realmente vale la pena.
Las relaciones
verdaderas no pueden limitarse al nexo conyugal o a los vínculos entre padres e
hijos. Hay mucho más allá afuera por lo que vale la pena vivir.
Les hablo con
pleno conocimiento de causa.