Como
docentes debemos enfrentarnos constantemente a la pereza del cerebro de
nuestros estudiantes (y la del nuestro también…) e incentivar el interés por la
lectura por placer, por diversión, por entretenimiento.
Diferentes
estudios demuestran que la lectura por placer es un buen catalizador para
obtener logros académicos. Sin embargo, cada vez que evocamos la lectura de un
libro, obtenemos de nuestros estudiantes casi siempre la misma reacción: Gemidos
de desesperación que demuestran el gran desinterés que hay por la lectura y
como la misma se suma a la lista de tareas tediosas, en una clase tediosa, con
un profesor tedioso, en una escuela tediosa.
Como
docentes debemos enfrentarnos constantemente a la pereza del cerebro de
nuestros estudiantes (y la del nuestro también…) e incentivar el interés por la
lectura por placer, por diversión, por entretenimiento.
En
mi taller de Neuroeducación hablo sobre la formación en las aulas de “Clubes de
Lectura” para incentivar esta maravillosa actividad tan benéfica para el
cerebro pero, y en el hogar, ¿qué sucede?
Recordemos
que para una efectiva formación y educación, necesitamos tres integrantes:
Padres - Alumno – Educador
Los buenos
padres, atentos a este tema, pueden optar por unos sutiles “truquitos” para
incentivar, indirectamente, la lectura en sus niños sin que ellos la sientan
como una imposición. (Recordemos que al Cerebro no le gustan las órdenes).
¿Cómo podemos “engañar” a estas pequeñas y maravillosas
personas que son los niños?
1 | Hagamos que nuestros
hijos nos vean leyendo. Recordemos que, los niños copian e imitan todos los
comportamientos de sus padres. Son como mimos. Dejemos que nos vean leyendo a
menudo. Hablemos con ellos sobre el libro que estamos leyendo. Digámosles los
motivos por los cuales leemos. Si ellos ven a sus padres leyendo diariamente, creerán
que leer todos los días es parte de la rutina.
2 | No los presionemos.
Tenemos que lograr que lleguen a amar la lectura y no a detestarla. Tenemos que
movernos con mucho tacto para evitar resistencias o frustraciones. Seamos
pacientes.
3 | Leamos con ellos cada día.
Cada noche antes de dormir, en cada momento libre en el fin de semana. Libros que
ellos hayan elegido. Nuestra constancia y entusiasmo dará sus frutos, no
tengamos dudas.
4 | Vayamos con ellos a
bibliotecas o librerías. Son lugares mágicos que disparan emociones positivas
en el cerebro de los niños. Estar rodeados de tantos libros, despertará en
ellos curiosidad por ese mundo. Dejemos que toquen los libros, que sientan sus
texturas, que observen sus imágenes, sus colores. Permitamos que ellos elijan
el libro para comprar. Funciona, créanme.
5 | Consigamos libros simples
e interesantes para ellos. Tengamos presente que nuestro primer objetivo es
lograr que amen la lectura. Más adelante, si lo logramos, vendrán lecturas más profundas
y sofisticadas.
6 | A la cama libros, solo
libros. ¡Nada de iPod, Tabletas, Smartphones, PlayStations, etc.! Tratemos que
nuestros hijos finalicen el día con un libro. Verlos en la cama, hojeando un
libro será nuestro mayor premio. Se los aseguro.
7 | Hagamos tiempo para la
lectura. Quitemos tiempo al televisor para dárselo al libro.
Si
lo logramos, nunca más oiremos la fatídica frase: “¡Mamá, estoy aburrido!”.